Con la ejecución de la “Novena Sinfonía” de Ludwig Van Beethoven, el jueves a las 18 reabrirá la Sala Ginastera del Teatro Argentino de La Plata. Con este concierto, al que asistirán autoridades e invitados, se pondrá fin a un largo período de inactividad que comenzó en noviembre de 2017, cuando el espacio se cerró para dar inicio a un plan de obras de mantenimiento y refacción que enseguida se paralizó, con el consecuente deterioro por el abandono, filtraciones, inundaciones, vandalización, falta de iluminación en espacios comunes, talleres y camarines inutilizables, como en reiteradas ocasiones denunciaron sus trabajadores.

El viernes, a las 20, el programa se repetirá en la sala mayor del mastodóntico edificio de la Av. 51 entre 9 y 10, en una función abierta al público, con entrada libre y gratuita que se puede reservar on line en https://www.gba.gob.ar/teatro_argentino/programacion. De esta manera, los bonaerenses recuperarán uno de los espacios más preciados de su vida cultural.

Compuesta entre 1818 y 1824 --el año próximo se celebrará el bicentenario de su estreno en Viena-- la Sinfonía N° 9 en re menor Op. 125, es por lo que contiene y lo que representa, una de las obras más poderosas de la música occidental. Beethoven la compuso cuando estaba completamente sordo y por su energía disruptiva y su mensaje humanista durante el siglo XX ha sido utilizada, entre otras cosas, como símbolo de esperanza y emblema de la adversidad doblegada. Para su interpretación, Carlos Vieu estará al frente de la Orquesta Estable y el Coro Estable preparado por Eduviges Picone, junto a la soprano Paula Almerares, la mezzosoprano Cecilia Díaz, el tenor Juan Carlos Vassallo y el bajo Walter Schwarz.

“Esta reapertura es posible por la combinación de la decisión política de un gobernador, la gestión permanente y cercana del equipo del Instituto y el compromiso de los trabajadores y trabajadores del Teatro”, destaca Florencia Saintout, presidenta del Instituto Cultural de la provincia. “Remarco lo de la decisión política, porque sin eso no hay nada. La gestión anterior decidió cerrar una de las salas más importantes de Latinoamérica porque su visión de cultura no incluía ni al Teatro, ni a sus trabajadores y mucho menos a su posible público”, agrega Saintout.

“No es ni un comienzo ni un final, porque esta reapertura no está aislada de una serie de acciones”, continua la presidenta del Instituto Cultural de la provincia. “Mientras trabajamos en la reapertura, fuimos abriendo cada lugar, cada sala de lo que ahora sí podemos llamar Centro Provincial de las Artes”, concluye Saintout. “Ese es el gran desafío que tenemos por delante”, interviene Ernesto Bauer, director del Centro Provincial de las Artes Teatro Argentino. “En este contexto socioeconómico tan difícil parecía poco probable que un espacio cultural reciba atención, pero abrir la Sala Ginastera lo antes posible fue una decisión política. Y acá estamos, celebrando esta reapertura y preparando una temporada”, agrega Bauer.

Más de 350 millones de pesos dispuso la Provincia de Buenos Aires para reacondicionar el espacio, realizando acciones de acondicionamiento termo-mecánico y trabajos de electricidad y oleohidráulica, con un plan que comprende obras ya terminadas y otras en ejecución. “Además de las obras en el edificio del teatro, como parte de esta reconstrucción desde marzo generamos concursos en los cuerpos artísticos, para poder cubrir los cargos que en los últimos años se habían liberado por jubilaciones, renuncias y también, lamentablemente, por las bajas de artistas muy valiosos que tuvimos por los rigores de la pandemia”, asegura Bauer.

“Por supuesto que pensamos una programación en función de los trabajos de restauración que continúan en algunos sectores del teatro, pero con los cuerpos artísticos en pleno funcionamiento y la Sala Ginastera en condiciones se abre la posibilidad de una temporada que tendrá conciertos sinfónicos, ópera y ballet”, anuncia Bauer. Después de estos conciertos inaugurales, la temporada sinfónica continuará, en lo inmediato, los domingos 23 y 30 de abril. “Y así seguiremos, teniendo en cuenta que transitamos los 150 años del nacimiento de Sergei Rachmaninov y esa será una referencia importante de la programación. También tendremos ballet, desde junio. Pensamos en tres títulos, como también pensamos en tres títulos para la ópera: dos con producción integral y uno en versión de concierto”, describe el director y adelanta que a fines de mayo se pondrá en escena Aída, de Giuseppe Verdi.

“Desde febrero estamos trabajando en un título emblemático de la lírica de todos los tiempos, porque es una ópera que nos permite poner en escena los tres cuerpos artísticos, orquesta coro y ballet, y además porque conmemoramos los 210 años del nacimiento de Verdi”, dice Bauer. “De alguna manera Aída coronará la capacidad creativa de un teatro como el Argentino, un teatro de producción. Es muy emocionante pasar por los talleres y ver que se ha reactivado esa fuerza trabajo, que contiene tanto saber”, concluye Bauer.

El teatro por dentro

María José Besozzi es la directora de producción escenotécnica del Argentino, es decir está a cargo de todo lo que sucede en el escenario. “Para nosotros es re importante esta reapertura, después de tantos años de inactividad que nos dejaron al borde del circuito”, dice Besozzi y enseguida da cuenta de su sentido de pertenencia a partir de su linaje teatral. “Soy tercera generación familiar aquí adentro. Mi abuela fue directora de la Escuela de Danza, cuando funcionaba en el teatro, y mi papá fue jefe de Escenografía. Yo, todavía estudiante de arquitectura, empecé a trabajar en la oficina técnica, que es donde nacen las producciones. Y me dediqué también a la escenografía”, cuenta la Directora.

“Mi trabajo en el escenario tiene que ver con conjugar los saberes de todos los sectores, maquinaria, montaje y sonido, y el trabajo de los talleres”, destaca Besozzi y agrega: “En la parte de realización están los talleres de oficios teatrales. Es uno de los pocos teatros que quedan con este tipo de capacidades. Contamos con doce talleres, entre los que están escenografía, herrería, carpintería, escultura, peluquería y maquillaje, zapatería. Imaginate la dimensión de todo esto, es un mundo en sí y sentir que se pone nuevamente en movimiento nos reconforta a todos acá adentro”.

Con capacidad para 1780 espectadores en la tradicional estructura “alla italiana” (en herradura) y las proporciones que aseguran un notable rendimiento acústico, la Sala Ginastera cuenta con tres niveles de palcos y galerías. El escenario tiene 16 metros de boca por 18 de profundidad, para un total de unos 1365 metros cuadrados. “Este es uno de los escenarios más importantes de la región y logramos ponerlo nuevamente en movimiento, aunque en esta etapa tenemos que convivir con los trabajos que todavía se están realizando. No obstante podemos comenzar a producir y tener una temporada artística, después de siete años de no producir para nuestro teatro, porque lo poquísimo que se hizo fue para otros escenarios”, asegura Besozzi.

“Para esta reapertura pusimos en valor las varas contrapesadas manuales –que sostiene los elementos escenográficos, de iluminación y de sonido por encima de la embocadura sin que sean vistos por el público-- y el plan de reestructuración sistema oleohidráulico, que en lo inmediato ya puso en funcionamiento los montacargas que conectan el escenario con los talleres en los subsuelos. También el telón de apertura y otros telones de la sala se están reparando y por otro lado hay en acto obras muy grandes de infraestructura, que tal vez sean las menos visibles, pero que son fundamentales para el funcionamiento del edificio como la parte termomecánica y la parte eléctrica”, enumera Besozzi.

“En fin, empezamos a reorganizar las fuerzas internas del teatro, a reconstituir los sectores de trabajo, los engranajes de producción. El oficio no se pierde, claro, pero todo estaba casi desarmado por la inactividad de estos años. Este es un trabajo que conlleva una gran vocación y entusiasmo y eso se ve en los que trabajamos acá”, continua Besozzi y concluye: “Lo que me llena de orgullo es que esto se da dentro de una producción que sigue siendo artesanal y que pone en juego oficios que son inigualables. En momentos críticos como este, la tecnología implica inversiones importantes y acá combinamos eso con estos saberes teatrales que por su especialización son muy valiosos. Ese es el gran patrimonio del teatro”.