“Los que se supone que debían velar por la vida de María la dejaron expuesta al darle todas las ventajas al agresor, que finalmente terminó matándola. Hablo del Poder Judicial rancio, inútil, asesino y machista. Mi hermana se cansó de reclamar en fiscalía que la carátula de lesiones leves que le pusieron a su causa no la representaba. Hasta el día previo a su muerte estuvo batallando, no la escucharon o mejor dicho no quisieron escucharla. No le creyeron incluso con toda la evidencia, las marcas de ahorcamiento en el cuello, las venas reventadas en su rostro, los derrames en los ojos por la fuerza que hizo tratando de respirar, tratando de vivir, ni con el testimonio de los hijos que contaron lo que pasó.”
¿Cómo cuesta alzar la voz cuando el dolor atraviesa la garganta? ¿Cuánta impotencia puede soportar un cuerpo? Era notable el esfuerzo que hacía Rocío Speratti para que el llanto no la invadiera, mientras leía un texto en memoria de su hermana asesinada, arriba del pequeño escenario que armaron las compañeras del grupo de Prevención y Asistencia de la Violencia de Género, Shalom Bait.
Alrededor de las 10, el sol comenzó a templar de a poco la mañana fría del viernes 14 de abril frente al Palacio de Tribunales. En la plaza Lavalle empezaron a llegar las primeras tejedoras, amigas y compañeras de María. Amarrada a dos árboles, el viento hacía flamear una bandera blanca con su rostro. Otra tela de fondo negro rezaba un pedido de justicia para aquella mujer a quien su ex pareja, Gabriel Núñez, intentó asesinarla la noche del viernes 16 de julio del 2021. Esa vez no pudo porque mientras la estaba ahorcando en la habitación, uno de sus hijos entró a la pieza y la salvó, mientras el otro corrió a pedir ayuda.
La UFI N°1 de Cañuelas y el juez Martín Rizzo consideraron que se trató de un episodio de “lesiones leves” y no un intento de femicidio aun cuando el informe médico constató que luego del ataque María tenía la cara hinchada porque se le habían reventado varias venas producto del ahorcamiento.
En varias oportunidades María solicitó a la fiscalía el cambio de carátula de lesiones leves a intento de femicidio, pero no la escucharon. Vivía con miedo, nunca logró que la Justicia le suministre medidas protección acordes al alto nivel de peligrosidad de su agresor y no contaba con dinero suficiente para pagar un abogado penalista que la representara. El 16 de marzo a las siete de la mañana, cuando María salía con sus hijos para llevarlos al colegio, Núñez apareció de improvisto y le disparó cuatro veces, todo frente a los ojos de los chicos.
“María tejía y con ese trabajo sostenía a sus dos hijos. Sus agujas de tejer se detuvieron para siempre, por eso hoy estamos aquí, pidiendo justicia por ella”, escribieron en un cartel. Sus compañeras tejen para aliviar el dolor, tejen redes de contención, como las que tejía María.
“Con esta convocatoria logramos visibilidad en la causa de María, las compañeras pusimos el cuerpo en la convocatoria tejiendo, en todos los sentidos, como hacía María. La presencia y las palabras de la familia fueron fundamentales para darle sentido a la lucha que ella atravesó, apuntaron al Poder Judicial y a la sociedad, sobre todo, a los varones que callan estas atrocidades, en plan de continuar con el pacto de silencio que les es funcional a violentos y femicidas”, contó Denise Alcoba, una de las compañeras de María e integrante del grupo Justicia por María.
La potencia de la voz de María resonó en la plaza para que llegue a los tribunales, un parlante amplificaba el relato que les hizo a sus compañeras por audios de Whatsapp, donde detalló todas las veces que pidió protección ante la Justicia. Denise explicó: “Fue prioridad que esos mensajes no queden en un incumplimiento aislado del Poder Judicial, sino del accionar sistemático del Poder Judicial en complicidad con los agresores. No contar con perimetrales, que tengamos la obligación de darles los datos de dónde vivimos, colegios, todas las actividades, ni siquiera podríamos mudarnos sin autorización del progenitor de nuestrxs hijxs; no los condenan por los delitos que cometen, a un costo altísimo tenemos que seguir con los procesos judiciales y no se los condena. Aun en estos casos de violencia, se nos deja completamente expuestas y se obliga a nuestrxs hijxs a revincularse con el agresor y sus familiares, en actos de avasallamiento de derechos humanos fundamentales de nuestrxs hijxs”.
Hasta el cierre de esta edición, las hermanas de María no fueron notificadas de avances frente al pedido de justicia por el crimen y de protección contra la familia del femicida, que las hostigó y amenazó de muerte en reiteradas oportunidades antes del femicidio. “Nadie de la fiscalía que lleva el caso, que es la misma que consideró el primer intento de femicidio como 'lesiones leves', se comunicó para informarnos algún avance”, aseguró Rocío.
“Mi dolor por la muerte injusta de María es tan grande, al igual que mi ira por lo evitable de esa muerte si la Justicia hubiera hecho bien su trabajo, que no puedo entender cómo no moviliza a la mayoría de la gente. Al lado de nuestra convocatoria había otra por Luna Ortiz. Otra injusticia, cuya raíz fue una mal carátula como en el caso de mi hermana, que permitió que su femicida hoy ande libre. El femicidio de Luna fue hace cinco años. El de mi hermana hace un mes, lo que me causó una profunda desesperanza e impotencia al darme cuenta de que pasan los años y nos siguen haciendo lo mismo, la Justicia sigue siendo cómplice de los que nos matan. Mi hermana, absolutamente desamparada luchó en vida todo lo que pudo, y murió protegiendo a sus hijos y yo no entiendo cómo no es motivo suficiente para encender todo, parar el país, cómo todo lo que ella era, su vida, simplemente pasa a ser parte de las estadísticas, el número 57 en la lista de femicidios de este año. En lugar de una menos y de que las consecuencias de esto sean las correspondientes a una menos, solo pasa a ser una más. No quiero vivir en un mundo así, me niego a ser parte de esa mayoría insensible y por eso tengo que seguir, como pueda. No podemos permitir que se naturalice que nos maten de a una por día”, sentenció Rocío.
“Sabemos que, así como están las cosas, somos el blanco fácil para los agresores que denunciamos, por eso nos pusimos simbólicamente el tiro al blanco de pecheras. Pero es bueno saberse unidas y que también sepan que así vamos a estar, haciendo muralla, hasta estar a salvo. Están tomando decisiones políticas en este sentido de impunidad para los agresores, no es frase vacía repetir que el Estado es responsable, es a costa de nuestras vidas y la de nuestrxs hijxs. Si, aproximadamente, una muerte por femicidio directa o indirecta por día no les parece urgente, si el calvario judicial que atravesamos no les parece suficiente para hacer políticas reales que nos protejan, por lo menos, que tengan la incomodidad y que sepan que no van a contar con nuestro silencio", concluyó Denise.