Durante esta semana a Sebastián Villa se le acoplaron dos escenarios distintos pero cada vez más enlazados: la cancha de fútbol y los tribunales. El martes pasado, la estrella colombiana e ídolo de Boca jugó el partido contra Deportivo Pereira por la Copa Libertadores y participó de las tres audiencias por el juicio en el que se lo acusa por el delito de lesiones leves agravadas por el vínculo y por mediar violencia de género y amenazas coactivas contra su ex pareja Daniela Cortés.
Las audiencias fueron en el Tribunal en lo Correccional N°2 de Lomas de Zamora, encabezado por la jueza Claudia Dávalos a quien luego de tres jornadas de testimonios y pruebas le tocará determinar si Sebastian Villa es culpable o no de los delitos de los que se le acusa. Los hechos ocurrieron en la casa que ambos habitaban en el barrio privado Saint Thomas de la localidad de Canning en abril de 2020. Daniela Cortés denunció que el jugador de fútbol la había golpeado y echado de la casa después de una discusión. Publicó en redes sociales fotos con moretones, el labio partido y realizó la denuncia judicial declarando que esa situación había sido repetida en los últimos dos años. En ese momento, Villa negó las denuncias de su ex pareja y para su cumpleaños escribió “El lobo siempre será malo si quien cuenta la historia es caperucita” en su cuenta de Instagram.
El caso tuvo mucha cola, entre dichos de dirigentes, el rol de las áreas de género dentro de los clubes y la pregunta que obtura todo ¿juega o no juega Villa? En agosto de 2020 el jugador fue separado del plantel xeneize “hasta que la justicia se expidiera”. Una vez que se abrieron las fronteras luego de la pandemia, Daniela Cortés regresó a Colombia a la espera del avance del proceso judicial que realizaba con el respaldo del estudio de Fernando Burlando. Entre idas y venidas, de a poquito Villa volvió a las canchas, hizo goles y el año pasado salió campeón con el equipo que lo llevó al estrellato.
El caso tiene algunas particularidades que dan pie para profundizar en un debate en torno a las lógicas de las masculinidades que pertenecen al universo del fútbol hiperprofesionalizado, un deporte que despierta pasiones desbordantes, la violencia por motivos de género y la enorme cantidad de dinero que mueve la industria deportiva. Es una combinación explosiva que deja algunas pistas sobre cómo se construyen las masculinidades viriles y exitosas. Sebastián Villa no es el modelo de futbolista millonario, familiero, canchero y amigote que nos presentaron los campeones mundiales. Él es extranjero en un país semillero y además como dijo la prensa colombiana “ha tenido algunos problemas personales”, sin embargo la mecánica del éxito y del dinero siguen aceitando el engranaje porque finalmente lo que importa es ganar, producir jugadores que vendan y que la pelota no se manche. Y si se mancha, no es un problema del fútbol.
¿El fútbol es otra cosa?
Juan Román Riquelme, actual vicepresidente y director deportivo del Club, expresó a propósito del caso de Sebastián Villa y a pocos días de ganar la copa del torneo local el año pasado que "es una tema muy sensible y que una vez que la Justicia se expida el club tomará las medidas correspondientes”. Otra de sus declaraciones con el triunfo recién salido del horno fue: “cuando hablamos de fútbol hablamos de fútbol, esto es otra cosa”. ¿El fútbol y la construcción de masculinidades aptas para reproducir violencias no deberían ser la misma cosa?
Desde el 2015 hasta acá, los clubes de fútbol fueron un territorio de disputa de los transfeminismos, en términos deportivos y políticos ya no se podía hacer cualquier cosa y eso fue traducido de diferentes maneras: los clubes comenzaron a tener áreas de género con sus respectivos protocolos, el fútbol femenino perfiló exigencias de profesionalización y la lucha para la erradicación de las violencias comenzó a impregnar un deporte que parecía intocable.
Los vericuetos siempre están y el purple washing también es un clásico: el 8 de marzo de este año, el plantel de Boca posó para la foto previa al partido con un cartel que decía: “más igualdad, más derechos”. En la foto por supuesto estaba la estrella de Boca.
Julia Hang viene siguiendo este tema muy de cerca, es Licenciada en sociología y Dra. en Cs Sociales de la UNLP, para ella los espacios de género son actores políticos muy importantes en el abordaje de las violencias, pero como actores políticos disputan poder al interior de los clubes y negocian con otros actores institucionales: “En muchos clubes se ha logrado implementar protocolos que han sido producto de negociaciones, no es que se llega a un protocolo y entonces se resuelven los problemas sino que es importante seguir trabajando sobre esos protocolos”, dice en diálogo con Las12. La pregunta que aparece es sobre el tinte de estas negociaciones y qué implican al momento que suceden casos como el de Sebastián Villa.
Los jugadores son un capital económico, si no juegan se desvalorizan. Si la rompen, meten goles y hacen ganar a sus equipos entonces las violencias o los abusos que puedan llegar a cometer quedan en un segundo plano o debajo de la alfombra. Como dice Riquelme: “es otra cosa”.
El Club Atlético Lanús es uno de los pocos clubes en nuestro país que tiene un protocolo en relación a las cuestiones de violencias que se activa por oficio. Esto quiere decir que frente a una situación de violencia no es necesario que haya una denuncia en el club. Maia Moreira, es de la Comisión Directiva del Club Atlético Lanús y presidenta del Dpto. de Género y Diversidad: “Cada protocolo es un mundo, en el caso de Lanús se activa tanto si existe una denuncia judicial o un caso de público conocimiento. La mayoría de los clubes acomodan esta situación y aprovechan estos grises respecto a la activación de los protocolos, esto tiene que ver con no accionar que es lo que les permite a ellos tener cierta comodidad. Cuando digo 'ellos' me refiero a los varones que dirigen y no así a las mujeres que estamos en las areas de género” explica.
Esta semana, Boca dio vuelta un partido muy importante para sus hinchas en la Bombonera porque hacía dos meses que no ganaba en su cancha. La presencia de Villa por ahora es indiscutible, en primer lugar porque todavía no hay un veredicto que sería la única razón por la que el club intervendría en el conflicto. En segundo lugar, porque aplicar una perspectiva de género en el fútbol masculino profesionalizado y monetarizado implica profundizar discusiones y debates en torno a la masculinidad que están muy lejos de posar con un cartel.