Los libertarios como Javier Milei repiten constantemente que los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia e Islandia) no son socialistas y que eso es un invento de los “progresistas” para justificar la presión fiscal en Argentina. Es cierto que estos países no son socialistas. Pero, ¿por qué cada vez que un Estado interviene en la economía lo acusan de socialista? De acuerdo a su teoría, los nórdicos, que tienen un elevado gasto público y carga fiscal, serían socialistas.
Los libertarios basan su fundamentación en el Índice de libertad económica, ya que estos países se encuentran en el top 12 del ranking de la Fundación Heritage, a excepción de Islandia que está en el puesto número 19. Este índice evalúa en qué medida las instituciones y las políticas se ajustan al ideal del Estado limitado. Algunos de esos indicadores no tienen nada que ver con la “libertad económica”, por ejemplo, la efectividad judicial, la integridad del gobierno o el “tamaño del gobierno”.
Los países nórdicos ocupan puestos altos en este índice porque tienen puntajes elevados en seguridad, en nivel de educación y en existencia de infraestructuras. No casualmente, todos tópicos con buenos resultados a partir de la fuerte intervención estatal en cada uno de ellos. Pero si se analizan los indicadores que se relacionan en mayor medida con la “libertad económica”, como por ejemplo, la carga fiscal o el gasto público, se puede observar que puntúan mucho más bajo.
Modelo nórdico
Entonces, si bien los países nórdicos se encuentran entre los “países mayormente libres” del ranking, es porque tienen altos puntajes en algunos indicadores que son producto del Estado de Bienestar y de una distribución más equitativa de la renta. El modelo nórdico surgió como respuesta a la crisis de principios de la década de 1930, bajo el liderazgo de gobiernos socialdemócratas, pero comenzó a ganar fuerza durante la gran depresión económica y social que dejó la Segunda Guerra Mundial. Dicho modelo gira en torno a un gran Estado de bienestar que promueve la movilidad social y un sistema de negociación colectiva entre los sindicatos, empleadores y el Estado.
Los nórdicos llevan a cabo políticas eficientes de atención temprana, coberturas gratuitas y avanzadas en salud y educación, y apoyo a las cooperativas y las pequeñas y medianas empresas. Estas políticas se financian con una elevada presión fiscal progresiva, es decir que pagan más impuestos los que más tienen. Esto da como resultado un índice de desigualdad muy bajo (calculado por el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de ingresos que existe entre los ciudadanos de una población), alrededor de 0,25. Para dimensionar, el de América latina es el doble.
Además, estos países ocupan los primeros puestos del Índice Global de Movilidad Social del Foro Económico Mundial, que se mide a través de cinco determinantes de la movilidad social, que son salud, educación, acceso a la tecnología, oportunidades laborales, condiciones laborales y salarios justos, y finalmente, protección social e instituciones inclusivas.
Dinamarca encabeza la clasificación con una puntuación de 85,2, seguida de cerca por Finlandia (83,6), Noruega (83,6), Suecia (83,5) e Islandia (82,7). Esto quiere decir que a una persona que nace en una familia pobre en Dinamarca le llevaría dos generaciones alcanzar el ingreso medio, o tres en Suecia, Finlandia y Noruega. Mientras que, por ejemplo, en Francia necesitaría seis generaciones, o nueve si nació en Brasil o Sudáfrica.
También ocupan los primeros lugares de otros ranking mundiales relacionados con el desarrollo humano. Por ejemplo, la esperanza de vida es uno de los factores centrales para saber si una economía es exitosa o no, según el premio nobel Amartya Sen. Los nórdicos tienen un promedio de vida de 82,4 años según datos del Banco Mundial (2020). La esperanza de vida en China es 78 años y en Estados Unidos 77.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) diseñó el Índice de Desarrollo Humano para medir el progreso de los países por tres indicadores: una vida larga y saludable (esperanza de vida al nacer), el conocimiento (medido por años esperados de escolarización y promedio de años de escolarización) y un nivel de vida decente (calculado por el ingreso nacional bruto). Noruega ocupa el segundo puesto, Islandia el tercero, Dinamarca el sexto, Suecia el séptimo y Finlandia el onceavo.
También ocupan los primeros puestos del Índice de Felicidad de la ONU (2019-2021), que comprende 156 países. Entre los parámetros con los que se mide la felicidad se hallan los años de vida saludables, libertad para tomar decisiones vitales, confianza, generosidad, ausencia de corrupción, buenos servicios públicos, gobiernos representativos, capacidad para evitar conflictos, preservación del medio ambiente y grado de igualdad. Finlandia, Dinamarca e Islandia integran el top 3 de este ranking. Suecia y Noruega quedaron en el puesto 7 y 8 respectivamente.
Libertarios
Javier Milei afirma que son economías libres por cuestiones tales como que los nórdicos ocupan los primeros lugares en el ranking Doing Bussines del Banco Mundial. Sin embargo, este informe se dejó de hacer, según informó en 2021 el Grupo Banco Mundial, debido a que hubo varias denuncias internas sobre irregularidades en los datos de 2018 y 2020.
Otra de las justificaciones utilizadas es que no hay regulaciones en el mercado laboral. Si bien es cierto que no hay, por ejemplo, un Salario Mínimo ni indemnizaciones por despido, este mercado funciona en base a la negociación colectiva y las distancias de las remuneraciones entre la alta dirección y el resto de los empleados son de las más reducidas a nivel internacional, según informó el economista Bernardo Kliksberg.
Es interesante el caso de Suecia, que históricamente no era un país igualitario, como puede observarse en el gráfico. De hecho el 10 por ciento más rico concentró, desde 1810 hasta 1940, más del 80 por ciento de los ingresos. Esto se comenzó a revertir por medio de las políticas intervencionistas y se llegó a un porcentaje cercano al 55 por ciento, lo cual muestra cómo el modelo sueco del que tanto se habla es un modelo virtuoso.
Además, los libertarios aseguran que en estos países hay facilidad para abrir negocios, por ende son países libres. Según datos del Banco Mundial (2019), en Dinamarca y Noruega se tarda cuatro días en abrir un negocio, en Suecia ocho, en Islandia 12 y en Finlandia 13. Pero si tomamos este indicador, en países africanos como Togo, Ruanda, Burundi o Senegal se tarda tres, cuatro, cinco y seis días respectivamente. ¿Qué puestos ocupan estos países en el ranking de libertad económica que utilizan los libertarios? Senegal se encuentra en el puesto 103, Togo en el 118, Ruanda en el 137 y Burundi en el 170.
En definitiva, si bien los libertarios clasifican a los países nórdicos como “libres”, lo cierto es que el Estado interviene para redistribuir la riqueza a través del gasto público y la presión fiscal. Lo que llevó a los países nórdicos a un éxito económico y social rotundo fue claramente una intervención estatal bien marcada.
(*) Economista, miembro de FUNDUS