Hace algunas semanas, un amigo músico me invitó a ver a los Winona Riders, que tocaban gratis en Niceto Bar. Media hora antes, ya estábamos en la fila o más bien en un tumulto de gente, sobre todo, adolescentes, que empezaba en la puerta cerrada del local y llegaba hasta la mitad de cuadra. El clima era de excitación, y a pesar de los vitoreos y las arengas, pasaron casi dos horas sin noticias. Cada ruidito que simulara una guitarra afinandose generaba expectativa. Cuando finalmente dieron puerta primó la ley de la selva. Como si adentro estuviesen Los Redondos, los que pudieron se abrieron paso a empujones y entraron en el bar, que no pudo contener ni a un quinto de la gente que esperó afuera a escuchar algo, a estar cerca. Muchos se treparon de las rejas, de los bancos alrededor, del semáforo, de otros. Cuando la banda comenzó a tocar, el agite de afuera fue un recital en sí mismo. Tanto, que algunos miembros de la banda se dieron vuelta a tocar hacia las rejas, como si su verdadero público fuesen aquellos que se habían quedado afuera de la fiesta.

Lo que vivimos es el clima habitual de cada recitales de Winona Riders, la banda de rock psicodélico que pisa fuerte en la escena (ya no tan) underground local, y bate récords impensados para una banda que se reunió por primera vez en 2018 y comenzó a presentarse en vivo en 2021. Con núcleo duro en el conurbano Oeste, "los Winona" tocan, tocan y tocan: profesan un respeto por la experiencia de la música en vivo y la conexión con un público fiel que agota cada fecha que les proponen. Tal fue el caso de su fecha en Niceto Club, el común denominador para bandas emergentes con capacidad de mil personas, que agotaron a cuatro días de anunciarlo. Y es que nadie se quiere perder la experiencia de un show de Winona, donde además de música el clima es como el del rock de antes, ya que se rompen guitarras, se fuma y se toma arriba del escenario, no se pide perdón, ni permiso, ni se da las gracias a un público que a su vez lo da todo: se cuelga de cualquier lado, se tira al escenario, poguea. El martes, fueron teloneros de una de sus bandas de referencia de la escena internacional: The Brian Jonestown Massacre. Todo esto sin haber sacado todavía su primer disco.

Los Winona me reciben en un PH en Villa Crespo convertido en la sala de ensayo de IndieFolks, la discográfica que los alberga. Tienen un aire de otro tiempo, con remeras de bandas, cortes con flequillo a lo 70s, pantalones sastreros y borceguíes. Ariel Mirabal Nigrelli (voz y guitarra), Ricardo Morales (guitarra y coros), Mauro Arenas (sintetizadores y teclado), Santiago Vidiri (bajo), Gabriel Torres Carabajal (percusión) y Francisco Cirillo (batería) conforman "La expresión más arrogante del momento", como reza su biografía de Instagram. Cuando les pregunto por la frase, Ariel me explica que trata de encarnar la máxima suprema de la banda: incomodar.

Ariel: se trata de picantear un poco al resto. Es todo muy amigable en la escena. Es todo muy gracias por venir, se vienen cositas. Hay algo de quedar bien con todos. Y la cara de nuestro proyecto es incomodar. Hay gente que le gusta, y gente a la que le molesta un montón. Creo que ninguna otra banda de la escena tiene tanto hate, y a su vez tanto apoyo.

--¿Pero qué les molesta?

Ariel: La postura de la banda.

Gabriel: Que seamos seis chabones.

Ricky: Que rompamos guitarras. Pero nosotros también queremos generar eso. Está bueno hacer calentar a la gente. El que se enoja, pierde.

Ariel: Y no hay nada peor que ser una banda "meh". Si sos una banda "meh", no generas nada. Es un buen síntoma tener hate. Significa que estás haciendo las cosas bien.

--En otras oportunidades contaron que Ricky y Ariel se conocieron en la escena local en San Martín. Mauro y Ricky se conocieron de pasear el perro en la misma plaza de Ramos. El debut de la banda fue en Tifón, un sitio emblemático de las bandas de esa zona. ¿Cómo era y qué rol cumplió la escena musical del Oeste en la existencia de Winona?

Ariel: Venimos de ahí. Nuestra primera fecha fue en Ramos, los primeros ensayos en Ramos, en Ituzaingó, en Haedo, Morón. Nos conocimos con nuestras bandas anteriores, que eran otro formato, otro estilo. Eventualmente murieron, porque cada uno tenía objetivos distintos, la mayoría no se tomaban las cosas en serio. Y nosotros sí.

Gabriel: no eran bandas que te transmitían o te decían algo. Había algo muy de "hacer el aguante", de amigos. Se notaba como que faltaba algo, faltaba darle otro sabor a la escena.

Ricky: yo creo que había buenas bandas, sonaban bien. Pero lo que notábamos es que no había nada en serio. No había nadie que quisiera cachetear un poco las cosas. Estaban en su zona de confort: tocaban, la pasaban bien, pero nosotros teníamos otro tipo de ambición. De querer trascender con la música, no quedarse con lo que hay.

Francisco: en general, estaba medio saturada la escena en cuanto a sonidos. Vas a ver tres, cuatro bandas y todas suenan muy similar. Yo lo que siento no solamente desde el principio sino hoy en día, es que hay muchas bandas que son como una bocanada nueva, como aire fresco, aunque traigan cosas de antes.

Francisco no es del Oeste, es mendocino. Con Ricky tenían contacto por redes, y un día le escribió diciendo que estaban armando algo, y que estaban buscando "alguien que no sepa tocar la batería pero que tenga ganas". Hasta ahí, el nombre de la banda era Lou Weed. Empezaron a ensayar, programaron fechas. Habían empapelado toda la ciudad con carteles, hasta que les llegó un mensaje que decía que había otra banda con el mismo nombre. Necesitaban un nombre nuevo ya, no podían tocar con nombre de otros. Hasta que el papá de Ariel le dijo "¿sabés cuál es un buen nombre para una banda? Winona Riders". Hubo que usarlo.

Ariel: El nombre aportó algo al proyecto. Creo que fue la palabra Riders, que aporta a la estética y al concepto, pienso en una pandilla en motos. Encaja mejor con lo que hacemos.

--Winona parece una banda como de otro tiempo. No solamente desde el sonido y las referencias (Stooges, Spacemen 3, Velvet Underground, etc), sino la estética que tienen, el sonido, la relación con el público, sin mencionar el amplio registro audiovisual que tienen. ¿Cómo entienden esa búsqueda estética intencional de la banda?

Ariel: no es que nos pusimos de acuerdo en vestirnos así. Cada uno sabe, entiende qué queda bien para salir a tocar. Eventualmente es lo que usamos siempre. Sí le dimos bola a las fotos, de hecho hacíamos fotos analógicas de los ensayos en cuarentena.

Ricky: siempre le prestamos atención a la estética de las bandas que tenemos como referentes. Cómo registraban los shows, por ejemplo. Siempre fuimos conscientes de que teníamos que generar material. Sirve, así te das a conocer. ¿Por qué te tenes que quedar con lo simple? No queriamos quedarnos simplemente con salir a tocar, la ambición es sonido, pero también es un norte conceptual, es estética, es todo. El rock y la moda siempre fueron de la mano, pero en algún momento se perdió esa conexión. No es para dar nombres ni hablar mal de nadie, pero eso contribuye un poco a que se duerma la escena.

--Como muchos otros, me quedé afuera de su show gratis en Niceto Bar. Hay varios videos en Youtube de su público agitando y esperandolos afuera. Esa noche de Niceto tocaron para la gente que se había quedado esperando. ¿Por qué?

Ricky: creo que es de tener a todos en cuenta. Te gusta la música, a nosotros también. Cada uno tiene su banda favorita, y esa banda traspasó, conmovió. Nosotros lo que buscamos es cómo generar lo mismo que nos pasó a nosotros con otra banda. Creo que eso la gente al toque le saca la ficha, cuando es genuino. Y empieza a creer en algo.

Ariel: nosotros nos sorprendemos cada día. Creo que la razón por la que pasa eso es porque la gente se da cuenta que Winona va por otro lado, que no es el lado fácil, el lado convencional. Yo fui parte de esa gente, y lo sigo siendo. Y nosotros arrancamos porque no había nada que nos genere eso. Creo que es algo que la gente estaba esperando. Ellos está experimentando algo nuevo, nosotros estamos experimentando algo nuevo. Hay que seguir para ver qué pasa.

--Cuando estaba afuera esperando, uno de los pibes me dijo "es que vos no entendés, a estos pibes ni vale la pena escucharlos por Spotify. Lo único que importa es el vivo".

Ricky: la banda es eso. Es el en vivo. Después está la parte digital, que te permite avanzar, sacar discos y eso. Pero una banda vive del vivo, o al menos el rock necesita el feedback con el público. Es lo único que es real. Quizás un día se corta la luz y no queda nada. Las nuevas generaciones valoran mucho eso.

Ariel: siempre nos acordamos de que había gente cuando arrancamos que nos decían "si quieren hacer esto, si quieren tocar en un festival, necesitan tener un disco". Y no fue así. Es algo que se está escribiendo, no hay otro modelo a seguir. 

Eso fue algo difícil a lograr con el disco nuevo: generar lo mismo que se genera en vivo. Éramos conscientes pero no sabíamos cómo hacerlo. Pero quedó tremendo y estamos muy conformes. Se siente la energía del vivo, pero mejor. Va a ser una sorpresa.

Ricky: nos terminamos dando cuenta de que no íbamos a poder captar el vivo, que teníamos que ir por otro lado. Si querés escuchar el vivo, vení. En estudio tenemos que tratar de mostrar lo que no vas a ver, algo distinto.

"Esto es lo que obtenes cuando te cansas de lo que ya obtuviste", el primer álbum de los Winona Riders, estará disponible en plataformas digitales a partir del 28 de abril.

--Hablemos de la fecha con The Brian Jonestown Massacre, que entiendo que siempre fue la referencia inmediata para su búsqueda. ¿Qué se siente tocar para tus ídolos? ¿Se está cerrando un ciclo para los Winona Riders?

Ariel: La noche con "concebimos a Winona" estábamos viendo un recital de Brian Jonestown. El primer tema que hicimos se llama Anton, sobre Anton Newcombe que es el líder de la banda. Tal vez no se cierra un ciclo, pero sí un capítulo. Yo siento que me va a agarrar como una depresión después de la fecha. Creo que es un arma de doble filo. Hay que saber surfear la ola rápido, porque sino te perdés. Todavía estamos empezando. Lo que pasa que dimos un primer paso con borcegos, dejando una grieta.

Ricky: todavía no sentimos que la pegamos. Si bien somos conscientes de que esto está pasando y está buenísimo, ¿es real hasta qué punto? Hoy por hoy, todo es muy rápido. Quizás nos agarra la loca y dejamos de tocar por tres meses, y va a haber gente que se va a acordar de nosotros, pero va a haber una banda nueva. La gente va a seguir, va a querer salir el finde y si Winona no está, lo va a llenar con algo. Creo que lo difícil ahora es mantenerse, construir.

--¿No les da miedo esto de la fecha de caducidad, que venga una banda nueva?

Ariel: son las leyes del juego. La idea nunca fue estar vigentes todo el tiempo. Hicimos lo que nos gustaba y la gente esperaba eso, y funcionó. No vamos a hacer cualquier costa para estar siempre en la cresta de la ola. Si va bien, bueno, pero si no va bien no vamos a vendernos.

Fran: no hay que ser conformista. En algún punto la gente sabe que estamos haciendo lo que queremos. Lo importante es afianzar al público. Tenemos que mostrarles lo que tenemos, y también lo que estamos buscando. Ya hoy en el ensayo pasaron cosas que antes no habían pasado. Eso nos mantiene la llama viva.

Ricky: es proponerles: soy esto. ¿Te copa o no? Es como sintetizar una nueva droga, probala y fijate si te gusta. Va a haber efectos secundarios. Nadie sabe lo que quiere, ¿por qué hacer lo que la gente quiere?

--En mayo tienen planeada una gira grande (diez fechas) por varias localidades del conurbano. Todos los viernes y sábados, algunos domingos y jueves. Tienen fechas en zona Sur, zona Norte, zona Oeste. ¿Cómo es la gira, por qué la hacen?

Ricky: Es el espíritu de la banda de querer tocar el todos lados. Va a ser loco que en San Miguel, un pibe de 19 años diga che mirá esta banda, le abrió a la Brian y ahora está tocando acá por mil pesos. Ahí es donde se vuelve genuino el concepto, y toma un valor real, porque es lo que hace mover a la gente. Creo que tiene que ver con esa búsqueda constante de no querer quedarte con lo fácil.

Ariel: hace un par de años, había una banda que a mi me gustaba mucho. Me acuerdo que les escribí por Facebook y les puse "che, para cuándo una fecha en el Oeste" y me dijeron "algún día", como si fuese no sé, La Rioja. Y se sentía medio así, como que estaba en La Rioja. Para mi es hermoso que puedan seguir diciendo "yo vi a Winona en un barcito en Burzaco".

Los planes a futuro de los Winona parecen tener que ver con tocar en todos lados. Están planeando una fecha grande en capital en junio, y hay planes de federalizarse al resto del país.