Hay cosas que pasan entre varones, que se dicen entre varones, que florecen entre varones regadas por guiños y codazos, por la confianza que da la fraternidad, sobre todo en tiempos en que los muchachos se sienten amenazados, expropiados del derecho a alabar culos a viva voz en la calle, o de poner cara de tujes a la hora de cambiar un pañal con caca. Nostálgicos de tiempos más gloriosos, cuando están entre ellos se dan algunos permisos, al menos se permiten sospechar de esa marea que los tiene cercados y así aparecen desde celebridades cuasi adolescentes quejándose porque qué tiene de malo toquetear a una chica borracha hasta el desmayo hasta señores bien entrados en la edad madura haciendo chascarrillos sobre #NiUnaMenos, riéndose porque una que pesa más de 50 kilos viste calzas o escupiendo palabras como “loca”, “histérica” o “incogible” como razones únicas para tomar las calles. Esteban Bullrich no es de esos, pero la cofradía lo tienta. El analista de sistemas, especializado después en administración de empresas y devenido ministro de Educación –vaya a saber por qué magia– en dos distritos para ser ahora pre candidato a senador, es un señor elegante, padre de cinco, tan devoto como para pedir que vuelva la educación religiosa a las escuelas. De ningún modo va a hablar con palabras soeces. Pero, sí, se siente en confianza entre muchachos y ahí, como una verdurita pegada al diente, aparece la veta machista, bien visible. Le pasó en ese programa de fm blue que empezó con el desafío de nombrar al más “fiestero” entre los funcionarios macristas y terminó con la patinada de su defensa del aborto selectivo, porque cuando “hay una nena adentro, también es Ni Una Menos porque la están matando” ¿No era una respuesta ganadora? Uy, no, se olvidó de defender a los fetitos. Cosas que pasan cuando antes que la razón se pone en juego la misoginia y el dogma. Es que ya que hay cosas que se dicen entre varones, muchachos, lo mejor es hacerlo cuando no tienen un micrófono delante. #AbortoLegal #NiUnaMenos