“Las salamancas del monte encienden las fraguas de su hechicería, y el hombre halla el camino de su consuelo, la puerta de su dicha, el rincón donde su soledad se convierte en esperanza”, escribió Atahualpa Yupanqui en El canto del viento (1965), en un capítulo dedicado a Santiago del Estero, “La comarca embrujada”. En el monte se esconde un misterio que enciende el corazón del pueblo santiagueño. Por eso, en su segundo film documental, Salidos de la Salamanca (2023), la directora Josefina Zavalía Abalos se sumerge en los rincones de Salavina para intentar encontrar el tesoro mejor guardado de Santiago del Estero: el origen de la chacarera. Desde un enfoque filosófico, histórico, poético y místico, la autora construye un agradable relato audiovisual que intenta “develar el aquelarre musical entre indios y esclavos africanos” que da origen a la chacarera y lo hace a través de testimonios, material de archivo inédito y bellísimos registros del monte santiagueño y sus habitantes.

La película se exhibió por primera vez en febrero en el Festival Internacional de Cine de Punta del Este y ahora fue seleccionada para estrenarse en Argentina dentro del marco del Bafici, en la sección música, fuera de competencia. Serán tres únicas funciones en Buenos Aires, y luego continuará en recorrido por distintos festivales dentro y fuera del país. Se exhibirá el sábado 22 de abril a las 20.30 en Multiplex (Lavalle 780), el domingo 23 a las 16.30 en Arthaus (Bartolomé Mitre 434) y el lunes 24 a las 15.40 en Museo del Cine (Agustín R. Caffarena 51). “El proyecto de esta película surgió casi en paralelo al rodaje de Abalos, una historia de 5 hermanos, allá por 2010. Nació con un viaje de investigación a Salavina, el pueblo donde, dicen, nació la chacarera”, le cuenta a Página/12 Zavalía Abalos. “Ese viaje trajo muchísima inspiración, me encontré con músicos anónimos, parientes de grandes linajes musicales de principios de siglo XX, como Los Hermanos Díaz y Sixto Palavecino, con paisajes profundos, creencias, historias fabulosas y paraísos perdidos”.

Josefina Zavalía Abalos.

A partir de ese viaje, la autora comenzó una investigación sobre uno de los mitos más arraigados de Santiago del Estero: La Salamanca. Luego, en 2020, atravesada por la pandemia y viviendo en La Quebrada de Humahuaca, ordenó sus archivos y notas para darle forma al guión. Fue una investigación de más de diez años y tres de producción. “En este ensayo audiovisual, en el que conjugo distintos elementos, testimonios, entrevistas y material de archivo, me encontré en principio con un material que había filmado y que había perdido, con tesoros como archivo inédito de Don Andrés Chazarreta e Isabel Aretz, y así fui componiendo en montaje esta idea de relacionar la Salamanca con la chacarera, intentando exponer poéticamente mi subjetividad respecto del tema”, explica. “En el camino me encontré con el misterio. El misterio del monte y de una música atravesada por la historia mestiza de América latina”.

El relato de la película también combina un enfoque histórico con una perspectiva que aborda los mitos y las leyendas en torno al origen de la chacarera, y la figura mística y espiritual de la Salamanca. “Creo que no se puede hablar de chacarera si no tenemos en cuenta lo místico y lo espiritual”, resalta Zavalía Abalos. “La energía que despliega la experiencia de la chacarera en Santiago del Estero se asemeja a un rito festivo, una catarsis. Esas polvaredas de tierra, los cuerpos danzantes, la música como mantra que se repite y se repite me trae visiones del aquelarre, de brujos y brujas, de hechizos, de animales que acechan, de conexión con el inframundo. Todo ese pensamiento despojado del enfoque histórico se me volvía trunco. Porque creo que todavía hay muchas preguntas con respecto a nuestra historia”, sostiene. “En Santiago del Estero, primera provincia fundada en 1553, hubo una civilización exquisita y sofisticada llamada el Imperio de las Llanuras, hubo diversos pueblos originarios, hubo Inquisición, juicios a mujeres acusadas de salamanqueras y una población afro del cincuenta por ciento. El gran desafío, quizá, para mí como realizadora, era no perder de vista la conexión entre estos dos enfoque. Fue todo un proceso muy largo de meses de montaje para buscar ese punto de equilibrio, hasta dónde abrir ventanas sin perder el foco”.

-¿Era importante contar con testimonios tanto de teóricos (sociólogos, historiadores) como de artistas y "personas de a pie" que viven de cerca el mundo de la chacarera?

-Era esencial, ante todo, pensar la chacarera como un “multiverso”, no sólo como una música o una danza, sino como un hecho folklórico social vivo, que manifiesta una cosmovisión, una manera de estar en el mundo, pero que también esa música transmite una tradición que se sostiene en el tiempo y que tiene que ver con nuestra historia. Si buscamos el origen de la chacarera necesitamos viajar hacia atrás en el tiempo hasta llegar a los años de la Conquista e Invasión española, en el que se produce el proceso de mestización de las culturas originarias. Por eso me resultó interesante entramar en el relato de la película el testimonio de especialistas que abrieran la reflexión y sobrevolar este punto de conexión: chacarera-Salamanca. Creo que hay dos miradas que sintetizan estos universos. Peteco Carabajal da una imagen visual absolutamente poética cuando habla de los patios o las casas, la transmisión oral, la familia, el árbol que cobija con su sombra y protege del calor mientras uno canta, toca baila y cuenta historias. Y por el otro, Víctor Simón, que propone un viaje más anclado en lo etnomusical hasta llegar a los ritmos afros del Perú.

-¿La intención de la película es documentar, aportar conocimiento y colaborar a la difusión de este género musical y fenómeno cultural?

-La intención principal de la película es traer a la pantalla texturas, colores, visiones, sonidos, símbolos, testimonios de una región cultural de nuestro país -un lugar de no muy fácil acceso- de una manera más sensorial. Y a partir de esta emocionalidad acceder como puente a lo que aporta la película en términos históricos, sociológicos o de conocimiento. Creo que es la primera película documental sobre el género de la chacarera, que no la abarca en su totalidad, claramente, porque elegí abordarla desde este punto de vista que venimos hablando. Pero sí, me parece que este género musical es muy potente para seguir difundiéndolo y aportando conocimiento. De alguna forma, siento que hay una continuidad a través de mis trabajos a la obra que empezaron mis abuelos, Los Hermanos Abalos, en los años '40, con esta idea de “hacer docencia” o como decía Vitillo, “argentinizar al habitante argentino”.