Desde Madrid

Ni siquiera el elegante traje negro elimina la tentación de salirse de todo protocolo y gritarle "como abogado, ¿qué me recomienda?", recordatorio de uno de sus papeles más salvajes, el Dr. Gonzo de Pánico y locura en Las Vegas. Pero Benicio del Toro, claro, es mucho más que aquel hermoso delirio de Terry Gilliam. Su ya extensa filmografía, y su significado como figura latina de peso en Hollywood, llevaron a la decisión de distinguirlo con el Premio de Honor Platino 2023, una estatuilla que recibirá este sábado pero que propició un disfrutable encuentro con la prensa en la mañana del viernes en el Hotel Intercontinental. 

"Mi familia no estaba muy contenta de que siguiera la carrera de actor, les parecía una elección rara... ahora es un poco distinto", comenzó, arrancando risas del auditorio. Puesto a explicar por qué entre sus múltiples intereses artísticos todo se decantó a la interpretación, Del Toro señaló que "no toco instrumentos, no canto... pintar es solitario, escribir es solitario, y en mi juventud yo no era muy solitario. La actuación era un recreo, estaba todo el mundo involucrado, hablando; tenías que ensayar con actores, actrices, y le fui cogiendo el gusto a la actuación, pero también... yo pensaba que uno nacía con eso, pero la actuación es como todas las artes, puedes mejorar, y tiene una lógica, no es al azar."

Para el actor, en el desarrollo de su carrera tuvieron mucho que ver "los enormes talentos de directores, productores, escritores con los que pude trabajar. Uno va siendo un poco como Bob Esponja, absorbiendo y aprendiendo. Me interesan otras cosas como producir, tal vez dirigir... llevo diciéndolo hace tiempo, pero es que la actuación me sigue tirando."  Entre esos talentos, dedicó palabras a Oliver Stone, con quien trabajó en Salvajes (2012) y quien le sirvió como enseñanza para abrirse camino. "Es uno de esos directores que a muchos en Hollywood nos hace sentir valientes, que hace un cine muy valiente, político. Alguien que yo admiraba mucho, y que cuando trabajé con él acabé admirándolo más. Pensaba cómo había hecho películas como JFK o Pelotón y se mantenía dentro del sistema de Hollywood, que navegaba eso, y creía que era muy fácil para él. Y cuando leí su autobiografía... ¡no fue nada fácil!", cerró entre risas.

El contexto, por supuesto, daba para un análisis sobre la representación de lo latino en la gran industria. Tras elogiar la escena audiovisual de México, Argentina, Brasil "y Chile, que está haciendo cosas muy interesantes", Del Toro apuntó a su propio rol para quebrar ciertos lugares comunes. "Yo empiezo mi carrera y me piden que me cambie el nombre, entre otras cosas. En Hollywood la mayoría de las historias no está diseñada para las minorías, pero tenía amigos latinos que me preguntaban si no me molestaba que me encasillaran como latino, porque usualmente no hay buenos papeles para los latinos. En algún momento, no sé cómo porque no lo planeé así, tuve la oportunidad de estudiar actuación y lo tomé en serio, y decidí que si iba a interpretar estereotipos lo iba a hacer buscando la humanidad y la complejidad del personaje. Y pude trabajar con directores, escritores y productores que me escuchaban... o los convencí de alguna manera tipo Bela Lugosi (risas). Tuve esa oportunidad de buscarle el ángulo, y allí hay una responsabilidad también, porque entonces te involucras más, y por ahí hay un camino para sin ser director o escritor meterse allí y buscar un espacio."