Pocas historias son tan proyectables a la sociedad argentina como la de Fito Páez. Desde sus primeros pasos musicales durante la dictadura, el músico supo entrelazar como pocos el derrotero personal y social del país en su obra artística, gracias a una sensibilidad que lo convirtió en uno de los más grandes compositores del rock local. Si Páez exorcizó y vomitó sus dolores y tragedias a través de sus canciones, buena parte de los argentinos encontró siempre a mano un tema del rosarino para acompañar sus estados de ánimo. Su música es parte de la banda de sonido de los últimas cuatro décadas del país. Y tal vez por eso es que retratar su vida es, en cierto modo, emprender un viaje hacia el pasado de todos. Esa simbiosis es la que vuelve a El amor después del amor, la biopic que el miércoles 26 Netflix sube a su catálogo, una serie de interés colectivo que trasciende a la figura del músico.
Realizada por Mandarina Contenidos, la serie propone un viaje introspectivo al universo de Páez, retratando sus momentos de felicidad pero sin edulcorar sus dolores, pérdidas, tragedias, fracasos y excesos. Con Juan Pablo Kolodziej como showrunner, El amor después del amor está basada en Infancia y juventud, el libro de memorias que Fito publicó el año pasado a través de editorial Planeta. De esos recuerdos se sirve la ficción para contar el mundo íntimo y público del musico rosarino. Y la cuidada producción hace de la resiliencia de Páez un disparador para pensar la sociedad argentina desde fines de los '70 hasta 1993, con aquel concierto en el estadio de Velez repleto del que se cumplen 30 años.
El amor después del amor cuenta la vida personal y profesional de Fito Páez, desde su infancia en Rosario hasta la consagración definitiva que le llegó con el disco de nombre homónimo a la serie, el más vendido de la historia del rock argentino. A lo largo de ocho episodios, la serie recrea ese camino hacia la popularidad del músico, en una trama que le hace honor a la obra del propio Fito, entrelazando su ascenso profesional -no exento de contratiempos- con sus pesares personales. La ausencia de su madre, su cercano pero tenso vínculo con su padre, la hermosa relación que entabló con su abuela y su tía abuela, el cruel asesinato de ambas, y los intensos e inspiradores amores con Fabiana Cantilo y Cecilia Roth.
Una de las líneas narrativas más fuertes de la serie tiene que ver con la relación entre Páez y Cantilo, quienes se conocieron cuando ambos -jovencitos- formaron parte de la banda de Charly García. El vínculo juvenil que duró años y marcó la vida de ambos. En la ficción, a Páez lo interpreta Ivos Hochman (Gaspar Offenhenden lo hace en su niñez), mientras que la actriz Micaela Riera se pone en la piel de Cantilo. “Son próceres del rock argentino. Es inmenso lo que han hecho y lo que significan para varias generaciones”, los define Hochman ante la consulta de Página/12. “Son iconos del país. Los veo siempre con la escarapela puesta. Si el rock argentino fuera una religión, ellos serían santos”, subraya Riera, con la venia de su compañero.
-¿Cómo fue interpretar a dos iconos de la cultura argentina, que además aún están vivos y activos, y a los que ustedes admiran?
Ivos Hochman: -Fue muy divertido. ¿Viste cuando ponés música al palo en tu casa, y te ponés a cantar y tocás con una guitarra o batería imaginaria? Bueno, para mí hacer esta serie fue eso durante los seis meses en que la rodamos, todos los días durante 12 horas. La serie nos permitió jugar a ser una estrella de rock. Fue una fiesta.
Micaela Riera: -Fue un gran desafío, porque no solo están vivos sino que están vigentes. Están presentes en su oficio y en la memoria de todos. Todos sabemos cómo hablan y cantan Fito y Fabi, sus movimientos… Fue un gran desafío hacer que el público deje de ver a los músicos para pasar a vernos a nosotros como si fuésemos un poco ellos. Nuestro ideal, nuestro sueño, es que tanto Fito como Fabi puedan verse un poquito en nosotros.
I.H.: -Fue un desafío muy grande porque son personajes públicos que están en el imaginario colectivo. Trabajamos mucho con todo lo que se conoce de ellos, pero a la vez nos propusimos no hacer una imitación. Siempre tuvimos la intención de no hacer una caricatura, de no ir a dibujar al personaje, sino hacer algo propio que pudiera dar lugar a las emociones que requería cada situación. Hubo un gran trabajo actoral que tuvo que ver con hacernos las preguntas correctas, sobre por qué se movían de tal manera o se comportaban de tal otra, en función de lo que les pasaba según se contaba en la historia.
-Nunca es sencillo atravesar el bronce de un ídolo, que además tuvo una vida muy pública. Pero mucho menos sencillo debe haber sido contar su intimidad.
I.H.: -Claro. Tuvimos algunas contradicciones. Por ejemplo, la serie de recitales en el Gran Rex en 1990. Después de ver la grabación de Crónica que está en YouTube, nos dimos cuenta de que teníamos que filmar tal cual, porque es increíble cómo lo recrearon, todos los equipos de arte, de vestuario, el cuerpo elástico de Fito, la coreografía, todo era increíble. Pero al mismo tiempo decíamos “no, es hermoso que empiece en el detrás de escena”. Porque se puede ver a Fito en ese momento, antes de salir a escena, en el que está nervioso y mira a los músicos. Entonces, tuvimos esa contradicción entre contar totalmente lo que está ahí y recrearlo todo, y regalar esos momentos íntimos que nadie vivió. Salvo ellos, claro. Eso es hermoso.
-Más allá de la vida de Páez, ¿qué cuenta El amor después del amor en su trama?
I.H.: -La serie es un tour de force sobre una época turbulenta. Es sobre cómo una persona rodeada de oscuridad, y hechos dolorosísimos y trágicos, pudo salir adelante a través de la música y rodénadose de cariño de gente muy luminosa. Creo que eso es lo que trasciende el cuento de Fito y pasa a ser algo universal: ¿qué pasa cuando a pesar de todo lo malo que sucede uno se pone en contacto real y humano con la gente? Fito canalizó su vida a través de su música. Todas sus canciones se vinculan con lo que a él le fue pasando. La obra de Fito una creación muy viva, muy visceral.
-De hecho, la música de Páez -tanto como la de Cantilo- acompañó las vidas de muchas personas. ¿Creen que a través de las cosas que le pasaron a Fito y de sus canciones cada espectador podrá hacer un revisionismo personal?
M.R.: -La serie toca como muchas fibras íntimas. Creo que a todos les va a llegar por un lado o por otro.
I.H: -Sí, yo el otro día vi el primer capítulo con mis padres, mis abuelos y mis tíos, y en la parte que se habla de la trova rosarina me encontré con que todos estaban cantando las canciones y se emocionaban. En ese sentido, la serie está plagada de apariciones de músicos, de bandas, de espacios, de lugares, de fiestas… Me parece que los que vivieron esa época, y los que no la vivieron pero recibieron los coletazos años después con los discos truchos, los discos en la calle, la música y las anécdotas y y los documentales, creo que van a vivir un poco lo que fue esa época. ¡Que es una locura! Como entrar a La Esquina del Sol y que esté Virus tocando, y que está Fede Moura y lo ves y decís "¡Es él!" O verla a Hilda (Lizarazu) sentada en la barra… o a Humberto Tortonesse, Batato Berea y (Alejandro) Urdapilleta en El Parakultural, es como bastante loco. Todo eso está en la serie.
M.R.: -También la serie toca bastante, sobre todo en el primer capítulo, el contexto político argentino, con la dictadura de fondo. Siento que de alguna forma u otra la gente va a entrar en la época a través de la serie.
I.H: -La serie va a tocar a la gente por lo que les sucedía a ellos mientras a Fito le pasaban todas sus cosas.
-¿Pudieron hablar con Páez y con Cantilo antes y después de filmar la serie? ¿Tuvieron algún intercambio?
M. R.: -Yo tuve un encuentro con ella antes de empezar a rodar. Fue un encuentro bastante largo, como de seis horas en su casa, donde le hice miles de preguntas porque la ficción se basa en la vida de Fito, no en la de Fabi. Como tenía que interpretarla a ella, necesitaba saber qué le pasaba a ella, que no está contado en la serie. Pero yo sí tenía que contarlo corporalmente. Le hice muchas preguntas de todo el mundo paralelo, que era el de ella en esos años, para poder interpretarla. Fue muy enriquecedor. Ella siempre se mostró muy abierta a que la interpretara de la forma que yo quería, pero brindándome toda la información que le pedía.
I.H.: -Tuve varios intercambios con Fito. Uno de los temas que más conversé con él fue sobre la forma de tocar el piano, del contacto con el instrumento, y acerca del origen de sus movimientos en el escenario. Me contó que mucho de eso surgió de sus primeros shows con Charly, que lo ponía de espaldas al público, y él entonces se revoleaba por los aires para llamar un poco la atención. También me mandó un audio cantando “Chega de saudade”, que la preparamos para la serie, aunque finalmente no quedó en el corte final.
-¿O sea que ellos estuvieron muy presentes a la hora de la composición?
I.H.: -Cuando filmamos en el Luna Park el plano secuencia de uno de sus shows, tanto Fito como Fabi vinieron a vernos. No nos avisaron para no ponernos nerviosos, pero al final se acercaron a saludarnos. Recuerdo que Fabio nos abrazó y nos dijo “Están iguales, ¡qué impresión, chicos! No los puedo ver”. Fue increíble. Y también tuvimos otro encuentro, tal vez el más personal, cuando Fito nos invitó a merendar a su casa, donde estuvimos un montón de tiempo charlando de la vida, de la música y de un montón de cosas. Lo gracioso fue que en un momento nos dijo que se tenía que ir porque tenía una reserva en un restaurante con la novia, pero que nos quedásemos en su casa todo el tiempo que quisiéramos.
M.R.: -Se fue y nos dijo “chau familia”. Fue hermoso.
I.H.: Nos quedamos sin saber qué hacer, parados alrededor de la mesa hasta que nos dimos cuenta que teníamos que tomar una decisión: o nos quedábamos o nos íbamos. ¡Y obviamente nos quedamos ahí!
M.R.: -Tocamos su piano, nos metimos a su oficina, le miramos todo...
I.H.: -Fue muy loco porque habíamos estado charlando durante horas con él, haciendo como si nada, y cuando se fue y nos dejó su aura, dejamos salir a los fans, viendo las fotos de Fito joven, con Mercedes (Sosa), Charly (García), el Flaco (Spinetta)… No lo podríamos creer.
M.R.: -Teníamos todos una sonrisa en la cara imposible de borrar.
-Se los escucha hablar y parece que, con estos papeles, cumplieron el sueño del pibe: jugaron a ser rockeros y además pudieron conocerlos.
M.R.: -Particularmente, cuando me di cuenta que iba a ser elegida -porque ya me di cuenta antes de que me lo dijeran-, después de un proceso de tres castings me acuerdo que había tenido conversaciones con amigos en las que les dije que no hay algo más grande que esto para mí. Estar en esta serie es mi sueño. O sea, amo el rock argentino, la amo a Fabi, me parece el mejor personaje del mundo, es Netflix, es una plataforma mundial, era como una locura y creo que todavía no termino de dimensionar lo que es. Por eso traté de disfrutar al 100% hacer este personaje. Creo que nunca voy a disfrutar algo tanto porque me toca muchas fibras por dentro. Realmente lo hace.
I.H.: -A mí me cambió la vida este proyecto. Recuerdo que un día le dije a una de mis maestras, Nora Moseinco, que sentía que podría no salir la serie y que igual me había cambiado la vida. Como que, en un primer plano, hacer esta experiencia, este trabajo, me cambió la vida en muchos aspectos. Hice mucho teatro pero nunca había actuado en cine. Me da vergüenza que me saquen fotos…Entonces, fue un desafío muy grande. Como dice Mica, va a tener mucha exposición y yo tengo muchos deseos. Estoy escribiendo dos series, una película y una novela. Me gustaría que algo de esto me posibilite seguir trabajando, seguir actuando también, pero me da ganas de ser director. Siempre quise ser director de cine. Me gustaría que un poco con lo que se generó se de un movimiento así. Más allá de eso, me gusta mucho todo lo que hago. También daba clases de teatro y era feliz dando clases de teatro en un colegio, para mí era una fiesta. Entonces, pase lo que pase, estoy contento.
-¿Temen que por la presencia cultural de Fito y de Fabi ustedes queden eternizados para toda su vida como los actores que les dieron vida en la serie?
M.R.: -Hablo por mí: yo soy la antítesis total de Fabi, porque soy una persona recontra tranquila, muy casera. Soy artista plástica, soy ceramista, tengo mi emprendimiento de cerámica. Me costó mucho entrar en Fabi. De hecho, una vez que entré me di cuenta que no podía salir hasta que terminara el rodaje, porque entrar y salir del personaje todos los días, me era un trabajo energético muy grande. De hecho, en el rodaje dejé por completo cerámica porque no podía concentrarme, no podía ponerme a levantar una pieza en el torno porque tenía la cabeza en cualquier lado. Y ese cualquier lado era nada más y nada menos que en la mente de Fabi.
I.H: -Es una pregunta que me la hago y no sé si no me da un poco de temor. Sé que quiero seguir haciendo cosas y no quedarme pegado al personaje. En efecto, en una respuesta un poco irónica y lúdica a esta pregunta, con un amigo estamos creando una obra que estrenamos el 10 de mayo en El Picadero y que empieza así: “El 26 de abril de 2023 estrené una serie en Netflix en la que encarnaba a un músico famoso del rock nacional argentino, llamémoslo “Tipo Fades”. Me preocupa quedar pegado al personaje 'Tipo Fades' y que, así como Daniel Radcliffe nunca dejó de ser Harry Potter, el tipo que hizo de Frodo nunca dejó de ser Frodo, no me gustaría que la gente me mire y vea siempre a 'Tipo Fades'”. A partir de esa introducción se va desarrollando la obra, que cuenta una historia de amor. Es una repuesta, obviamente, irónica y lúdica a eso que uno teme que suceda. Qué va a pasar con esto es una pregunta que está dando vueltas y que no sabemos cuál será su repuesta.