En una semana marcada por la suba del dólar paralelo, el Banco Central decidió elevar la tasa de política monetaria (Leliq a 28 días) en 300 puntos básicos y pasarla de 78 a 81 por ciento anual. Eso equivale a una tasa efectiva anual (TEA) del 118 por ciento mientras la mensual efectiva se ubicara en 6,75 por ciento, con una inflación en torno a 105,5 por ciento anual y 7 por ciento mensual en abril de acuerdo a consultoras. Página12 consultó a los economistas Florencia Médici, Martín Vauthier y Pedro Gaite que valoraron la señal que brindó la entidad monetaria buscando desalentar la dolarización en pequeños ahorristas, pero advirtieron sobre potenciales y paradójicos riesgos inflacionarios y sobre las restricciones del Fondo.

“Era una decisión esperable después del dato de inflación del viernes pasado. Lo que quiere el Banco Central es dar una señal de que no va a quedar tan atrasada la tasa. No esperábamos que la subiera a niveles requeridos para tener una tasa real positiva con una inflación mensual del 7 por ciento, pero busca dar una señal como vino haciendo en este último tiempo cada vez que hubo un mal dato de inflación” señala Martín Vauthier, de Anker Latinoamérica. Está claro que el objetivo no es cambiar las decisiones de inversión de los agentes, pero al menos no acelerar la dolarización de los ahorros.

“El principal objetivo del aumento de tasas es desincentivar el ahorro en dólares: evitar que la gente saque el dinero de los plazos fijos y los convierta en divisas estadounidenses. Hoy el problema central que tiene Argentina es la escasez de dólares por varias causas, entre ellas el pago al FMI y la caída de exportaciones por la sequía. Lo que se busca es aliviar esa situación”, sostiene Florencia Médici, profesora de la Universidad Nacional de Moreno e investigadora de Conicet. 

Ahora bien, ¿esta medida alcanza o es poco? “El problema es que esa necesidad de dólares genera fuertes expectativas de devaluación, máxime en un año electoral, entonces es difícil pensar que sólo subiendo la tasa de interés los argentinos dejarán de comprar dólares. No obstante eso no significa que no sea necesario ajustar la tasa.” Y aclara: “Estamos en un contexto de fuertes expectativas de devaluación por eso solo con la tasa no alcanza y el gobierno centra sus esfuerzos en reforzar las reservas internacionales del Banco Central.”

Riesgos inflacionarios

Para Pedro Gaite, de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), difícilmente la suba de tasa sea suficiente “dado el aumento tan fuerte de la inflación en marzo y las dificultades para frenar la inercia que ponen un piso alto en los próximos meses”. Pero además sostiene que “un aumento mayor implica mayor pago de intereses en el futuro con lo cual obliga a aumentar el stock de deuda o aumentar la emisión, y además tiene impactos negativos sobre el nivel de actividad, en un año que ya va a ser muy complejo por la sequía y la falta de dolares”. Entonces, cree que es “un aumento que se ubica en un punto intermedio, con la expectativa de que la inflación se desacelere y permita que estas tasas sean positivas en términos reales”.

En tanto Vauthier subraya que, de todas maneras, “la utilidad de la tasa de interés como herramienta para anesteciar la inflación hoy prácticamente no existe. De hecho, se da la particularidad de que los instrumentos que tiene el BCRA para hacer política monetaria (que son las Leliqs y los Pases) son inflacionarios porque subir la tasa implica una mayor carga en intereses de esos pasivos y el Banco Central tiene que emitir para pagarlos y luego volver a esterilizar esa emisión con nuevas Leliqs y Pases. Entonces es otra variable que se agrega a una carrera en la nominalidad que ya viene acelerada”.

El acuerdo con el FMI aprieta

“En el marco del acuerdo con el Fondo, el Banco Central se había comprometido a mantener una tasa de interés real positiva pero ante la aceleración de la inflación en marzo y abril, subir la tasa de interés a un nivel que la haga positiva contra la inflación tendría un impacto muy fuerte sobre el balance del Banco Central, en términos de mayor emisión monetaria por intereses, por ejemplo, que al volver a esterilizarse con Leliqs y con Pases termina aumentando los pasivos en pesos del Banco Central y deteriorando el balance” aclara Vauthier.

En tanto para Gaite, “el acuerdo con el FMI se tornó muy restrictivo en este escenario. Ya no alcanza con la modificación de las metas del programa o el otorgamiento de waivers por incumplimiento. Este año hay pagos netos al organismo por casi 5.000 millones de dólares. La caída de exportaciones por la sequía será superior a los 20.000 millones a lo largo del año, mientras que el FMI tiene un escenario de pérdida en torno a los 7.000 millones. Por eso las negociaciones con el organismo deberían no solo incluir la modificacion de las metas sino algún tipo de ajuste en los pagos netos al organismo o fondos frescos. Hay que pasar este año que esta marcado por la peor sequía de la historia argentina”.