La existencia póstuma de Roberto Bolaño (1953-2003) desafía el parámetro de finitud, más allá de las suspicacias que despierta entre cultores de las teorías conspirativas o aquellos que sospechan de la insaciable voracidad del mercado editorial a la hora de exprimir al máximo los “restos escritos” de una de las voces más influyentes de la narrativa latinoamericana del siglo XX. Poco importa que el escritor chileno no haya autorizado la publicación de varios libros que salieron en la última década. Otros –albaceas, herederos y editores– deciden qué hacer con esos materiales. La “última voluntad” queda bajo el polémico dominio de la libre interpretación de las partes involucradas. Catorce años después de su muerte, se publicará la novena obra póstuma, Sepulcros de vaqueros (Alfaguara), integrada por tres extensos relatos o nouvelles hasta ahora inéditos en los que se distinguen algunos de los tópicos fundamentales de su obra: el Mal (así, con mayúscula), la violencia, la historia, la literatura y la búsqueda, entre otras cuestiones. En el volumen, que llegará a las librerías de España y los países de América latina el próximo 14 de septiembre, aparece el ubicuo Arturo Belano, uno de los protagonistas de Los detectives salvajes, novela con la que ganó el Premio Rómulo Gallegos en 1999.
Desde la muerte del escritor en 2003, han aparecido El gaucho insufrible, 2666, Entre paréntesis, El secreto del mal, La Universidad Desconocida, El Tercer Reich, Los sinsabores del verdadero policía y El espíritu de la ciencia-ficción. Con esta última novela, editada el año pasado y presentada a fines de noviembre en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), el sello Alfaguara inauguró la publicación de la totalidad de la obra de Bolaño –tarea que durante décadas estuvo en manos de Jorge Herralde y la editorial Anagrama–, que incluye 21 libros, entre poesía, ensayos, cuentos y novelas. “Creo que si Roberto estuviera vivo estaría publicando otras cosas que estaría escribiendo”, reconoció entonces Carolina López, albacea literaria del narrador chileno, con quien estuvo casada y tuvo dos hijos, Lautaro y Alexandra. Sepulcros de vaqueros –tres relatos escritos entre 1996 y 2001– comienza con la nouvelle titulada Patria, que está ambientada en el Chile de los años 70. Apelando a la dictadura de Augusto Pinochet como tema de fondo, al igual que en Nocturno de Chile, el autor de La literatura nazi en América narra una historia que combina el relato autobiográfico de Rigoberto Belano con la trama de suspense sobre la muerte de la artista Patricia Arancibia. En las páginas de esta nouvelle abundan las referencias a la historia, artículos periodísticos, cartas, obituarios, conferencias y la habitual ironía metaliteraria de Bolaño. “De Chile me fui a los 15 años. Me fui a México con mi familia, volví solo a los 20, porque quería integrarme al proceso de la Unidad Popular”, recordó el escritor en una entrevista en 1998, cuando regresó al país donde nació después de 25 años de ausencia.
En el segundo relato que da título al libro, Sepulcros de vaqueros, un joven poeta, nada menos que Arturo Belano, viaja de México a Chile para reunirse con la oposición, en un itinerario que lo llevará a cruzarse con un predicador, un ejecutivo y una impredecible cabaretera. En la tercera nouvelle, Comedia del horror en Francia, Diodoro Pilon tropezará con un misterioso grupo surrealista clandestino, que recluta nuevos miembros llamando a cabinas telefónicas de todo el mundo. “Hablar de las novelas y los cuentos de Roberto Bolaño como fragmentarios resulta parcial, puesto que cada fragmento depende de una unidad en constante movimiento, en un verdadero proceso de creación que es al mismo tiempo consolidación de un universo”, plantea Juan Antonio Masoliver Ródenas en el prólogo de la novena obra póstuma. “La imaginación desbordada, la intensidad de los sentimientos, la incisiva crítica, la febril actividad o los extraños personajes hacen de Sepulcros de vaqueros un libro enormemente atractivo y original”, agrega el crítico literario. Desde hace más de una década, López, la albacea literaria del escritor, trabaja en la organización del “Archivo Bolaño”, integrado por 14.374 páginas que permiten asomarse a las obsesiones del autor de Estrella distante. Hay un bloque de originales compuesto por 84 libretas de 6.500 páginas; carpetas con dossiers de 4.500 páginas, 700 hojas sueltas y 977 cartas que recibió entre 1977 y 2003. Los libros póstumos emergen de esta galaxia de papeles. Habría tres inéditos que podrían publicarse en los próximos años: La virgen de Barcelona (1979), Diorama (1984) y La paloma de Tobruck (1983).
¿Por qué hay tantos inéditos de Bolaño, al margen de que se sigan publicando o no en el futuro? López lo explicó, el año pasado, en Guadalajara. “Como todo el mundo sabe, Roberto decidió ser escritor en México, cuando tenía 17 años, y empezó a publicar en Barcelona, cuando tenía 43. Evidentemente, de los 17 a los 43 escribió mucho, y lo puedo documentar: hay muchísima obra escrita”.