Las discusiones sobre la perspectiva de género y su incorporación a los organismos del Estado y la ampliación de los derechos de mujeres y diversidades en la Provincia de Buenos Aires alcanzó un alto nivel de institucionalidad en los últimos años. Con la creación del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual, la formación específica en la materia y el abordaje de la desigualdad en espacios de producción de conocimiento como son la ciencia y la tecnología, el camino recorrido es considerable; sin embargo, quedan pendientes desafíos muy importantes.

Buenos Aires 12 entrevistó a Nora Goren, miembro del Directorio de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC), investigadora y especialista en temas socio laborales, desigualdades y política pública.

Goren señala que para poder cerrar las brechas sexo-genéricas en ámbitos institucionales es central trabajar en el vínculo entre organismos porque es una problemática que no puede abordarse de manera aislada y menciona la importancia del trabajo articulado con el Ministerio de las Mujeres. También señala que “por primera vez hay una maquinaria de género en el más alto nivel del estado" y subraya que “al interior de las distintas unidades que componen el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires existe una propuesta de transversalización de la perspectiva” y un interés en aunar fuerzas para trabajar de manera conjunta. Hay dos estrategias que se destacan a la hora de llevar a cabo esta tarea: por un lado la implementación de Ley N° 15.134, conicida como “Ley Micaela”, una normativa que establece la capacitación obligatoria en la temática de género para todas las personas que trabajan en el Estado y tiene apunta a sensibilizar sobre el tema a los agentes estatales; por otra parte, el incentivo a la participación de las niñas en la ciencia, principalmente en espacios donde estén subrepresentadas.

La investigación de Goren propone una articulación entre trabajo, desigualdades sexo-genéricas, feminismos y sindicalismo. Actualmente se centra en un acompañamiento al “sello de igualdad” de la Provincia de Buenos Aires, impulsado por la cartera que encabeza Estela Díaz y que se propone trabajar en conjunto con sectores empresariales y sindicales para la profundización de políticas de género tanto en el sector privado como en las empresas públicas. En este proceso, los principales ejes de trabajo son el acceso al empleo, los mecanismos de ascenso, las política de cuidado, el cupos laboral travesti-trans, la prevención de la violencia laboral y la igualdad salarial.

La Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ) es el ámbito principal donde Goren desarrolla su investigación y a propósito del “sello de igualdad”, señala que “desde la Universidad, lo que aportamos fue construir un sistema que permita evaluar o diagnosticar las diferencias sexo-genéricas al interior de las instituciones, a partir de la construcción de un índice ponderado con recomendación para ir mejorándolas”. Por otro lado, agrega que esto se complementa con un estudio de las universidades radicadas en Provincia de Buenos Aires sobre los temas de investigación existentes para detectar las diferencias sexo-genéricas que se encuentran en las áreas temáticas y la composición equitativa de los equipos de trabajo.

¿Qué implica transversalizar?

A lo largo de la conversación, Goren le otorga una enorme importancia al verbo “transversalizar”, algo que desde un primer momento revela que su atención está puesta en el accionar concreto y que entiende lo político como la posibilidad de incidir efectivamente en la vida de los y las bonaerenses para modificar prácticas y costumbres cotidianas. Para ella, transversalizar es “poder mirar un tema-problema desde una óptica que conemple las desigualdades estructurales sexo-genéricas”. Esto tiene a su vez dos dimensiones paralelas. Por un lado, requiere identificar el punto de partida en que se encuentran unos y otros y, por otro, ver qué propuestas y acciones concretas deben llevarse a adelante para que, aún con esas desigualdades de base, sea posible alcanzar un mismo objetivo. “Transversalizar es que una política y una acción no diga ‘varones y mujeres', sino que contemple estas desigualdades estructurales y que las propuestas tiendan a modificarlas”, dice la investigadora. También señala que por ese motivo son importantes los cupos de participación paritaria aunque agregó que no son suficientes porque además es necesario modificar estereotipos y construir relaciones con modos no patriarcales.

En vínculo con sus propios temas de investigación, la socióloga cuenta la experiencia de un proyecto PICTO (Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica Orientados) del que forma parte y que lleva a cabo la UNPAZ, en conjunto con la Universidad Nacional de General Sarmiento y la Universidad Nacional del Litoral. “Están mirando las políticas y programas que se llevaron adelante entre sectores del trabajo –en industria 4.0, Ciencia y Tecnología y Economía Popular– buscando detectar cuáles de ellos lograron cerrar las brechas sexo-genéricas”, afirma. Este estudio analiza las experiencias en Nación, Provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Santa Cruz, los distritos que establecieron una políticas de género en el máximo nivel de institucionalidad, es decir, un ministerio. “Nos interesa ver bajo el supuesto de la presencia de una unidad en el máximo nivel de decisión, cuyo objetivo es la transversalización de la perspectiva de género, qué implica que dejen de ser políticas focalizadas y se incorpore esta mirada al interior de los programas. Esto se propone ver qué ha ocurrido en este discurrir en los otros ministerios buscando cerrar la brecha sexo-genérica en estos espacios laborales”, agrega Goren.


Participación paritaria y algo más

A la altura de la historia en la que nos encontramos en cuanto a ampliación de derechos de mujeres y diversidades es pertinente mencionar la importancia de llevar la temática de género un paso más allá del cupo. Reconociendo que la participación paritaria es central, ya que en la propia acción se van modificando prácticas, también es importante hacer hincapié en la transversalización de la perspectiva de género, a esto apunta Goren cuando dice: “No sólo se trata de la presencia de mujeres, sino también de que los proyectos transversalicen la perspectiva”, es decir, que la trabajen en un sentido amplio. A propósito del estado actual de la implementación efectiva, menciona que existen “distintos planos a tener en cuenta, por un lado las propias personas que son agentes estatales o insertas en los campos de investigación tienen más cercanía a la perspectiva de género, pero a su vez, hay que tener muy presente que todavía existe mucha distancia de conocerla y saber cómo se va implementando”. Y agrega sobre el proceso: “Es algo que se construye en el día a día”.

Ante la pregunta de cómo aborda la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires el desafío de implementar políticas de género al interior de un espacio institucional, Goren menciona que una de las principales metas que tiene la CIC es “transversalizar la perspectiva de género en la investigación, en la vinculación y en la innovación científica y tecnológica”. Además, una noción fundamental que menciona la investigadora en pos de alcanzar el objetivo es la de la “equidad” como criterio en la adjudicación de subsidios a personas y proyectos. Esto, en lo concreto, significa que durante el proceso de adjudicación “en la grilla de evaluación se suman algunos indicadores que permiten dar cuenta de la composición de equipos, de quiénes tienen una formación en género y, a partir de esto, se trata de nivelar las direcciones de proyectos en aquellas áreas donde se encuentran importantes desigualdades respecto a quiénes los dirigen”, agrega.

Por otro lado, la investigadora hace énfasis en la necesidad de pensar el aspecto disciplinar en las distintas áreas de la investigación científica y tecnológica para evaluar cómo funcionaría el trabajo con la perspectiva de género en cada caso específico. Sobre esto apunta que “transversalizar el género no es sumar el componente de género”. Esto implicaría pensar qué impacto tienen y cuáles son los alcances de las distintas acciones que llevan adelante las feminidades y masculinidades en las relaciones de poder. Sobre el trabajo que lleva a cabo la CIC, señala además el interés en profundizar las políticas que se implementan, fundamentalmente identificando cuáles son las áreas de la investigación en las que se presentan más desigualdades en materia de género y la importancia de reforzar algunos aspectos que apunten a promover la transversalización de la perspectiva en los proyectos. “Poner hasta ejemplos, no solo cupos”, concluye.

Las desigualdades sexo-genéricas se dan en todos los espacios, pero aquellos vinculados a los ingresos económicos constituyen “huesos duros de roer”, en palabras de Goren. “Eso lo vemos expresado en las brechas salariales que implica que feminidades y masculinidades no realizamos los mismos trabajos, no estamos en los mismos puestos ni tampoco ocupamos los mismos lugares en la escala jerárquica”, agrega. No obstante, señala que “en materia de números duros, sabemos que eso lleva mucho más tiempo en ser transformado, por lo cual, la presencia de una institucionalidad estatal es algo central para continuar con este trayecto y construir espacios laborales y económicos más equitativos”.

Saldar la deuda con las desigualdades de género es un proceso que lleva tiempo y, según Goren, uno tiene que pensar la política de manera más reticular. Es decir, acciones en distintos lugares y espacios para concebir una política de redes en la cual los distintos organismos se articulan unos con otros y trabajan de manera conjunta.