Fue uno de los fake news más absurdos jamás creados, de esos que son obviamente imposibles, de los que son creídos porque hay ganas de creérselos. Pero tuvo una larga vida que arrancó con la demolición ilegal de una escalera interna en la Casa Rosada por orden de Mauricio Macri, siguió con la absoluta certeza de que alguien se había robado la escalera demolida y terminó afirmando una de alquilar balcones, que la ladrona era la ex presidente de la Comisión Nacional de Monumentos, Teresa de Anchorena. De toda la cadena, lo único que es cierto es que se demolió la escalera. Ahora se sabe que la obra fue un desarme minucioso bajo supervisión de una especialista en patrimonio y cada pieza fue numerada, catalogada, fotografiada y enviada al depósito que el Ejecutivo tiene en la isla Demarchi.
La historia
A fines de 2019, con el cambio de gobierno, se pudo confirmar lo que era una versión firme, que el macrismo en funciones se había cargado una de las escaleras de la Rosada. La pieza era enorme, como se hacía en esa época una escalera de planta baja a un muy alto segundo piso, con dos descansos. Tenía estructura de metal interna, ladrillos, alzadas y peldaños de mármol, y unas lindas barandas ornamentales de metal con pasamanos de madera dura. Sin la protección del secretismo oficial, los ex-funcionarios no pudieron explicar por qué destruyeron la pieza y, siendo macristas, le echaron la culpa a otro. Y mintieron.
Lo que dijeron fue que la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Sitios Históricos les había dado permiso para demoler adentro de un edificio que es la misma definición de patrimonio histórico. El bolazo era insostenible, ya que el 17 y el 25 de octubre de 2016 las arquitectas Andrea Morello, Mariana Quiroga y María Turull inspeccionaron la Casa Rosada, enviadas por la Comisión que en ese momento presidía Anchorena. La Administración de Servicios Generales de la Presidencia de la Nación, que se encarga de la Casa Rosada, había pedido asesoramiento para intervenciones que planeaban hacer en el subsuelo, el primer y segundo piso, y la terraza del edificio. Como lo de monumento histórico es una figura legal, pedir un parecer de la Comisión antes de meter mano a los edificios es de rigor. Las inspecciones resultaron en un informe de 25 páginas presentado por las arquitectas y aprobado por la Comisión.
Lejos de permitir que se demoliera la escalera que se terminó demoliendo, el informe recomendaba despejar agregados que, pese a las sucesivas restauraciones de la Casa, siguen ahogando muchos ámbitos. La terraza, por ejemplo, está cribada de antenas, cabinas, cableríos y cajas de todo tipo, por no hablar de tallercitos y otros agregados. Por todo el interior se sigue apreciando la irrefrenable tendencia estatal al “sucucheo”, la constante subdivisión de ambientes, casi siempre por divisiones con paneles. Y la Casa Rosada es un gran muestrario de intervenciones torpes hechas con materiales improcedentes. El informe es una larga lista de estos pegotes que se recomendaba retirar.
Y al final, en la página 25 que resume las conclusiones, dice que se recomienda conservar la escalera y “los componentes ornamentales, carpinterías, herrajes, solados, molduras de yeso, escalones de mármol, barandillas de herrería, luminarias, acabados superficiales, etc, que la caracterizan”. Como se ve, la lista es exageradamente detallada, una precaución normal para que luego no digan que como no estaban mencionados los peldaños de mármol, por ejemplo, entendieron que sí podían sacarlos.
Pero la escalera fue demolida lo mismo, contrariando las indicaciones por escrito y clarísimas de lo que es la autoridad de alzada del tema. Una ilegalidad más, y van...
El robo
Ahí quedó la cosa, incluyendo una denuncia contra el ex presidente Macri que nunca prosperó, hasta el año pasado. En julio se vencía el mandato de Anchorena al frente de la Comisión, que ahora preside Mónica Capano, y en julio comenzó a circular en redes la fake news: la escalera había sido robada y la que se la llevó fue Anchorena. En foros diversos se llegó hasta al ridículo de afirmar que se la había llevado a su casa y, cuando alguien dudaba sobre cómo hacés para llevarte varias toneladas de mármoles frágiles, barandas, maderas y perfiles de hierro, se explicaba que "los ingleses se robaron templos enteros, la tecnología existe..." Un debate terminó agriamente discutiendo si Anchorena tenía los recursos del Museo Británico y no andaría además robando pagodas.
Pero como suele ocurrir, la realidad resultó más aburrida que las teorías conspiranoicas. Tomada la decisión delictuosa de demoler la escalera, se hizo el trabajo como corresponde. La empresa que recibió el contrato se llama Conorvial SA y, como su nombre lo indica, se dedica más bien a obras viales, de infraestructura y de gran tamaño que a desarmar escaleras patrimoniales. La contratista recibió un minucioso estudio de la pieza, firmado por la arquitecta Valeria Reboiras, especialista en conservación patrimonial con una larga experiencia en obras de este tipo.
En rigor, la obra era más amplia que la escalera y más convencionalmente "fierrera", lo que explica el contrato. Reboiras, llegada la segunda etapa que incluye a la pobre escalera, le avisó a Conorvial que "durante el desarme de la escalera se realizará un seguimiento de las tareas de desmonte para documentar las características constructivas estructurales de las mismas". Es una manera más que cortés de avisar que te van a estar vigilando de cerca, no sea cosa que pase lo que pasó con los mármoles de la Recoleta, destrozados a mazasos por algún bestia.
En este caso, el informe fue ingresado al sistema oficial de documentos digitales, las herrerías se identificaron con unos precintos azules numerados y los mármoles fueron retirados, no rotos a martillazos. Las piezas fueron puestas sobre pallets separadas por palitos que amortiguan el movimiento, ya que un golpe en la horizontal casi seguramente rompe una laja de mármol. Conorvial entregó decenas de remitos de los paquetes de las piezas, identificando al transportista que se las iba llevando. Parte de los materiales rescatados fue al depósito que la Casa Rosada tiene en Villa Martelli y parte al de la isla Demarchi. Esta semana comenzó una segunda mudanza, ya que parece que el depósito en Martelli se deja de usar y todo el material se junta en la isla boquense.
Y así se cayó una fake news fogoneada, parece mentira, hasta por un crítico de arte capaz de escribir papers teóricos.