Científicos del Instituto de Biología de Organismos Marinos (IBIOMAR-Conicet) analizan las causas de la desaparición de mejillines en las playas de Puerto Madryn. Aunque es parecido a un mejillón, se trata de una especie distinta. Hasta hace poco tiempo cubrían aproximadamente el 90 por ciento de la superficie que habitaban, pero en la actualidad es casi imposible encontrarlos. El aumento en la temperatura del aire y del agua del mar, el impacto del turismo, la contaminación y las devastaciones que provocan especies invasoras --como el cangrejo verde, que se alimenta de estos animales-- son algunas de las causas que explican este fenómeno.
Cuando baja la marea, se asoma un mundo muy diverso de organismos marinos en las playas que están cubiertas de rocas. Hace algunos años era muy común ver mejillines por todos lados. Sin embargo, la situación actual es otra. “Hace una década comenzamos a estudiar los mejillines y observábamos el impacto que tenía el turismo en esta comunidad mediante el pisoteo humano y el tránsito de vehículos, una actividad que disminuye drásticamente la cobertura”, recuerda María Mendez, investigadora del IBIOMAR.
En el verano de 2019 sucedió una mortandad masiva de mejillines, incluso en lugares donde la gente no pisaba. Además, su cantidad siguió menguando durante la pandemia, cuando el turismo no estaba permitido y los vehículos no circulaban. “Ahí fue evidente que, además del pisoteo, algo estaba sucediendo”, destaca Mendez.
A la intemperie
Así, un equipo de especialistas comenzó a evaluar cuestiones ambientales relacionadas al cambio climático y observó un aumento de la temperatura del aire y del agua durante los últimos diez años. La cantidad de días de mucho calor es cada vez más frecuente en la región y los mejillines quedan cubiertos y descubiertos por el mar cada seis horas, según suba o baje el agua. Cuando están a la intemperie, cierran sus válvulas para protegerse y reducir cualquier tipo de interacción. No obstante, el aire caliente eleva su temperatura interna y no tienen manera de regularla.
Según indica el equipo científico, no hay otros registros previos de mortandades tan grandes de estos animales en el mundo. “Durante 2017 se registró una máxima histórica en la temperatura del aire de 44.7 grados y al año siguiente comenzó a disminuir la población de mejillines”, resalta Mendez.
“Analizamos registros históricos y observamos que llegaron a estar expuestos a temperaturas de más de 40 grados, cuando lo normal es que no excedan los 35 en el aire. Además estuvieron expuestos a 24 grados de temperatura del agua, cuando raramente supera los 20”, describe Juan Pablo Livore, integrante de la investigación.
Termómetros en la costa
Durante 2022 los científicos colocaron termómetros en la costa para medir de manera continua la temperatura del agua y del aire en el verano. Lo que harán los investigadores es replicar esas subas en el laboratorio para poder observar los efectos que ocasionan sobre los mejillines.
Sin embargo, es imposible señalar una única razón que explique su mortandad. “Otro factor que incide en la baja de la cobertura es la llegada a estas playas en 2015 del cangrejo verde europeo, una especie invasora que es muy depredadora y se alimenta de mejillines”, asegura Mendez.
Además, la científica destaca que otro motivo para comprender el fenómeno es el aumento de la contaminación en relación al incremento del tráfico marítimo en el Golfo Nuevo, ubicado al noreste de Chubut. Además de los experimentos, estudiarán el acuario y la cantidad de mejillines que consume el cangrejo verde para poder conocer su incidencia en las mortandades registradas.
Filtradores y purificadores
Estos animales cumplen un rol importante dentro de las cadenas tróficas. Son las presas de muchos animales, principalmente aves y otros invertebrados. Además, al ser organismos filtradores, colaboran en la purificación del agua.
“Son especies formadoras de hábitat. Lo que hacen es generar un ambiente con condiciones menos difíciles para que otras especies puedan vivir dentro de ese entramado que ellos forman. Cuando cubrían entre un 90 y 100 por ciento del sustrato, habitaban un montón de especies asociadas por debajo y entre los mejillines”, afirma Livore.