Este homenaje a la doctora Mabel Colalongo es más que merecido, aunque lamentamos que haya transcurrido tanto tiempo antes de que pudiera concretarse. Es que, a veces, esperamos que sean otros quienes den el puntapié inicial, sin darnos cuenta de que nosotros mismos podemos hacerlo. Es lo que nos sucedió a Carlos Novillo y a mí respecto de esta iniciativa para Mabel. Y cuando decidimos impulsarlo, en poco más de un mes ya teníamos todo resuelto.

Dijeron que teníamos 10 minutos para hablar de Mabel. Una semana sería poco. Hablar de Mabel es hablar de la defensa de los derechos humanos y de los juicios de lesa humanidad. Hablar de Mabel es hablar del Derecho: “Yo elegí el Derecho, no por el poder sino por la Justicia”; nos decía.

La vida de Mabel siempre giró alrededor del Derecho Penal.

Apenas se recibió de abogada, fue convocada por el fiscal Julio Strassera para incorporarse a la Comisión que debía investigar los crímenes de lesa humanidad cometidos por las Juntas Militares, la Causa Trece. 

 Al terminar la Causa Trece, se dicta le Ley de Obediencia Debida. Mabel renuncia a la Comisión de Strassera porque “ya no quedaba nada por hacer”. “Era imperdonable. esa ley perdonaba las muertes y la tortura. Era una ley inconstitucional”, decía y reafirmaba:  “Cómo explicar a las víctimas que todo había sido en vano, que se perdonaba a los genocidas?”.

Luego de la Causa Trece, Mabel participó en la Causa 44, del Circuito Camps. También intervino en la Causa Malvinas.

Fue asesora jurídica del recién conformado Equipo Argentino de Antropología Forense.

En 1992, fue convocada por Naciones Unidas para integrar la Comisión de la Verdad que investigó los crímenes de lesa humanidad cometidos por el Ejército salvadoreño. Allí pudo entrevistar a la única sobreviviente de la Masacre del Mozote. El Mozote era una aldea que fue arrasada y masacrada por el Ejército de El Salvador.

Mabel entrevistó a Rufina Amaya. Nos contaba que se estremecía escuchando el terrible relato de lo que había presenciado la única sobreviviente de El Mozote.

En el año 2008, la Procuraduría de la Nación la envía a Rosario a hacerse cargo de la Unidad de Derechos Humanos, Narcotráfico y Trata de Personas, sobre todo por su experiencia en causas de delitos de lesa humanidad.

Se hace cargo de la Causa Díaz Bessone y luego de la Causa Guerrieri (I); ésta última condenó los cinco imputados a cadena perpetua, primer caso en el país. Siguió luego con la Causa Casado.

Mabel humanizó la Justicia. Su fiscalía era de puertas abiertas. Cualquier persona podía ir para consultar, testimoniar, y hasta para tomar unos mates. La gente decía, “No parece una fiscal" pensando en la figura inalcanzable de un juez o un fiscal.

Por ese entonces, Mabel comenzó a investigar qué había pasado en el cordón industrial durante el terrorismo de Estado, haciendo un trabajo antropológico y etnográfico. Visitó a familiares, amigos y vecinos de las víctimas que habían sido invisibilizadas hasta ese momento. Así fue construyendo la Causa de los Trabajadores.

Sin este involucramiento de Mabel, sin los testimonios que recogió, sobre todo de Luis Lapissonde, único sobreviviente, no hubiésemos conocido el accionar del terrorismo de Estado en el Cordón Industrial, ni nos hubiésemos enterado de la existencia de un centro clandestino que funcionó en el Batallón de Arsenales de Fray Luis Beltrán.

Mabel ponía el cuerpo y toda su energía en sus investigaciones, se enfrentó al poder, a la corpo judicial, que no la perdonó. Así fue apartada de la fiscalía y obligada a tomar licencia por enfermedad. Cuando volvió a trabajar, en 2014, fue a Tribunales Federales de la calle Entre Ríos al 700. Allí se hizo cargo de la investigación de la desaparición y homicidio de Franco Casco. Demostró que había sido asesinado por la policía. Hizo allanar la comisaría séptima, por primera vez en Rosario. Demostró que Franco Casco había sido torturado y muerto por la policía de ese lugar y que no se había ahogado en el río, como quisieron hacer creer. Pidió una segunda autopsia, realizada por un forense de Buenos Aires.

Con todas esas experincias, en 2015, Mabel fue convocada desde la Procuraduría de la Nación para hacerse cargo de la unidad de derechos humanos a nivel nacional.

Mabel fascinaba con sus relatos, sobre todo a los jóvenes. En sus narraciones, lo afectivo siempre estaba presente y nos daba cuenta de la vida tan rica en experiencias de esta mujer increíble.

Bueno, para terminar, me voy a permitir leer un párrafo de un escrito de Juan Pablo Fasano, historiador, que en su juventud fue discípulo de Mabel en el estudio jurídico de Moreno Ocampo. 

Este texto fue publicado cuando Fasano se entera de que Mabel había fallecido, el 27 de enero de 2016, poco después del inicio del gobierno de Mauricio Macri. 

“Conocí poco más que esto de Mabel y pasé años sin saber nada de ella. Y aun así, saber que Mabel ya no está es una pena enorme. No puedo dejar de pensar en lo simbólico de que se fuera justo cuando esa justicia por la que trabajó entonces y hasta recién parece ser puesta en entredicho (una vez más). Yo no sé qué se la llevó. Leí, en varias notas de estos días, que estaba enferma. También leí las cosas que estuvo haciendo en estos años que perdimos contacto.

La conocí lo suficiente como para saber que Mabel padecía una de esas intensidades que hacen mella en el cuerpo.

Hoy, mientras la recuerdo, elijo creer que está, tintineante y vestida de marinerita mirando con sus ojos enormes a otras Almas Justas que la ven y piensan: 'Ahí llegó la Loca del Juicio’. Y sonríen. 

*Este texto fue escrito por Ana María Medina para el acto de declaración de ciudadana distinguida a Mabel Colalongo, realizado el viernes pasado en el Concejo municipal. Incluye un agradecimiento a la concejal Julia Irigoitía y a sus colaboradoras Camila y Cintia, por patrocinar esta iniciativa.