El mercado configura subjetividades y cuerpos imponiendo metas que teologiza para las personas. Siendo el exitismo la mayor de las metas a realizar, dado que todos (según el neoliberalismo) podemos ser, hacer y gesticular el éxito, que depende y es responsabilidad exclusiva de cada uno. La sociedad, así, se convierte en un dechado de frustraciones y de envidias con competencias desreguladas, funcionales a las corporaciones económicas. La frustración se convierte en el odio diasporal de todos contra todos. Porque todos no podemos hacer todo y exitosamente. Es saludable socialmente recuperar que no todo nos va a salir muy bien, que existe el fracaso y la derrota. Está en el mapa de la vida. Lo que sí se debe garantizar en una sociedad armonizada es la intervención del Estado para asegurar la libertad social de las personas con equidad e igualdad social y ambiental. Porque somos distintamente iguales. Esta etapa del neomodernismo de cuerpos geometrizados por el mercado, abarca la total intimidad de nuestras relaciones. Nunca antes el dominio corporativo económico llegó a tanto sobre nuestros cuerpos, ello, a partir del control, autocontrol, explotación y autoexplotación que despliega el neoliberalismo de subjetividades seriales de mercado.

El formateo que padecemos es tan sutilmente profundo que se mimetiza en verbalidades, por ejemplo, cuando decimos en educación las palabras oferta, demanda y devolución. La devolución se establece en un contrato de compraventa o en un mutuo de préstamo de dinero. Y, oferta y demanda son los conceptos básicos de mercado. O, cuando muchas veces decimos en una conversación te ¿sirve?. El utilitarismo que exhibe el famoso “te sirve” responde más a relaciones mercantiles que a las relaciones amistosas. Pareciera que una pornografía verbal está mercantilizando en demasía nuestras vidas.

Los conceptos y las gestualidades son materias que construyen realidades. Nuestros sentidos se apropian y mimetizan en repeticiones verbales y actitudinales. La capacidad inmensa que tiene el mercado de guionarnos es enorme. Pero, ¿ podemos imputarle toda nuestra exogenia a la teología y geometrización de mercado? Creemos que no.

La exogenia como pauta de construcción de nuestra subjetividad a pura realidad mercantilizada no es la responsable solamente por estos lares del guión corporal y subjetivo que hemos señalado. También lo es la educación, que replica lo replicado y nos edifica en una monografía constante. Como sabemos, las monografías son un conjunto narrativo de datos, pero, necesitamos más tesis que hagan la emancipación de cuerpos. Y liberarnos de tanta adicción conductual que nos imponen los mercados autoritarios y totalitarios de las corporaciones económicas.

La enseñanza, muchas veces, se ha expandido en una saga de puras preexistencias, es decir, los procesos pedagógicos se generan por el pasado y no por la eyección al futuro. Veamos algunas de las consecuencias no solo a partir de la enseñanza sino también del culto adictivo al consumismo, es decir nos referimos al fenómeno sociológico de la procrastinación existencial y de agenda social que también ha logrado imponer el dominante económico. Este fenómeno expone la capacidad de someter al Estado a que se ocupe de los problemas secundarios de una sociedad y no de sus problemas esenciales: inflación, inseguridad, hambre, pobreza, desocupación, acceso al derecho humano al agua, y a los derechos humanos esenciales, etc. 

Asimismo podemos observar que en las praxis pedagógicas temas como el amor, el conocimiento de sí mismo, la deconstrucción de la violencia en todas sus configuraciones, la empatía, la estima, la autoestima, la solidaridad y el bienestar integral de las personas han quedado procrastinados, es decir secundarizados o bien ninguneados de los programas centrales educativos.

La contextualidad de lo que hemos planteado , señaliza la concatenación existente de muchos tópicos que aparecen desconectados, pero que tienen un nexo común: la teología de mercado en las geometrías de los cuerpos.

Le llamamos la teología de mercado en las geometrías de los cuerpos, porque las nuevas deidades para muchas personas son las mercancías y los bienes de consumo sumados a la tecnología y a la inteligencia artificial. 

En la actualidad, somos continuamente hablados por la mercancía vía propaganda comercial. Que terminan modelando (geometrizando) cuerpos y guionando actitudes. En el año 2017, según ONU, había 7.7 miles de millones de celulares, esto es más que la población de ese momento que era de 7,4 miles de millones de personas. Actualmente hay cerca de 8 mil millones en el planeta, si tomamos que cada persona mira su celular 4 veces por hora, que es muy poco, en 16 horas serían 64 inclinaciones multiplicado por la totalidad de usuarios nos daría 448 miles de millones de esfuerzo físico cervical por día. Es decir, con este ejemplo queda claro la geometrización de las personas por el mercado, su poder es inmenso y fagocita lo distinto, lo podemos ver en la ley de talles 27.521 en Argentina para las disidencias de tamaño de ropa, esta ley prácticamente no tiene impacto en el ámbito comercial ni social. Pareciera que el mercado terminó fagocitando a esta norma legal.

En la teología del mercado, los cuerpos es decir la mente, la subjetividad y el físico en un todo, se terminan adaptando al objeto. El planteo de Kant ha sido invertido. No es objeto para un sujeto, es el sujeto para un objeto. Nuestros cuerpos conviven con 48 billones de bacterias, 60 billones de virus y millones de hongos, somos una comunidad biológica unicorporal, que convivimos en un equilibrio. Para convivir con el mercado y las corporaciones económicas se puede lograr si el Estado protege a las personas. De no ser así, lo que habría de parte de la ciudadanía es rendición y sometimiento. Es el poder y la convicción política del Estado lo que permitiría poner límites al autoritarismo de mercado. Sin limitación a la corporación no puede haber ciudadanía en construcción

 

(*) Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales. Licenciado en Ciencias Sociales. Docente de la UNR