Nueve esculturas de nadadoras flotan en el aire iluminadas por la cúpula del Centro Cultural Borges. Renata se acomoda en un sillón que está cerca y empieza a contar: “es una vieja obsesión mía, hace muchísimo que las dibujo. Yo creo que tiene mucho que ver con algo femenino, con entrar y salir del agua, con zambullirse, con pelearla, con bracear”, dice Schussheim sobre las mujeres que nadan. Su nueva muestra, Fulguraciones, puede verse de miércoles a domingo de 14 a 20 en el Pabellón II y en la Plaza de las Artes del Borges (Viamonte 525).
La liviandad y luminosidad de las nadadoras, realizadas en 3D, da paso a un universo más íntimo al entrar a la Sala mayor del Pabellón II, donde se exhiben 22 fotografías blanco y negro que Renata encontró en Internet e intervino a mano. Son imágenes impresas en gran tamaño, en las que se ven personas disfrazadas de osos junto a niñas, niños o familias. Entre estos dos mundos, tres esculturas pequeñas hechas por la artista, pueden observarse junto a una pantalla gigante en la que se ve una ola a punto de romper. Tanto la banda sonora de la sala, como la del video, son de Damián Laplace, el hijo de Renata. En esa sala se exponen además unos cuadros de un libro que hizo la artista. “Ese libro que se llama Nada, es un librito que yo quería imprimir pero no pude, por la pandemia. Entonces dije, lo voy a hacer y lo hice en serigrafía. Hice 100 ejemplares bien artesanales y después conseguí una chica en La Plata que hacía cajas y me hizo como una cajita negra con cintitas, el libro se transformó en un objeto; tiene un poco que ver con lo que decíamos de zambullirte, salir, bracear y mantenerte a flote”, dice Renata a Las12.
Y también con que venimos del agua, ¿no?
--Sí, venimos del agua y es como muchos otros símbolos en mis trabajos que algunos los sé, otros no sé por qué aparecen, otros están en medio de las más increíbles penumbras y se repiten como obsesiones, como las coronas de flores en la cabeza, los gorros de nadadora, los animales con cabezas de pájaro o con cuerpos humanos.
¿Qué arte estás mirando y disfrutando ahora?
--Vi una muestra que me encantó hace muy poquito, de Nicola Constantino, con unas flores de cerámica y unos ramos maravillosos. Me estimula, siempre me gusta, había acá también algo de Marcos López que me gustó mucho. Me estimula el cine y en general, los libros.
¿Qué estás leyendo ahora?
--Estoy leyendo una colección, de la que me contrataron, así que voy a tener que escribir un libro. Estoy también con ese proyecto en el que voy a jugar gráficamente, es un libro de figurines porque tengo 53 años de trabajo con figurines.
¿Otro de tus mundos?
--En este momento acabo de terminar Tootsi que se estrenó y estoy con El Turco en Italia que es una ópera para el Colón que va a ir en septiembre y después con el ballet de Sueño de una noche de verano que se va a hacer con el Instituto del Colón, con chicos jóvenes, así que bueno, todo esto está sucediendo de una manera simultánea y voy a hacer una muestra muy grande también en Recoleta en septiembre, que tiene que ver con todos estos mundos del teatro, el rock y la plástica.
¿Cómo hacés para que te alcance el tiempo?
--No me alcanza, tengo esa horrible sensación y lucho para no sentirme así, porque me encantaría que el día tenga más horas, pero bueno, hay un momento en que digo hasta acá llegué y ya está. Son todos proyectos hermosos que me estimulan. Me encanta hacerlo como me encantó hacer esta muestra acá también, en el Borges, que tiene entrada libre y gratuita.
¿Y qué te gustaría hacer de lo que no hiciste nunca?
--Me gusta mucho la idea de hacer libros. Tengo muchas cosas que me encantaría editar y me gusta el objeto libro, o el cuaderno. Por ejemplo, todas las fotos que intervine acá estuvieron en algún cuaderno. Tengo cuadernos en blanco y empiezo a armarlos, lo que es maravilloso, pero no me permito arrancar hojas así me mande una macana, queda ahí. Entonces voy por el medio y después todo eso tiene un hilo conductor, por ejemplo, el último que hice que estuve muy enganchada, tenía una frase de un poema de Vinicius de Moraes pero esa frase recorre todo el libro y también juega como una grafía. Entonces hice collages que empezaban en una página y seguían en la otra: me gusta tratar el libro o el cuaderno como un objeto y hacer un ejemplar artesanal.
¿Qué pensás de la situación política de nuestro país y de nuestra región?
--Estamos en un momento muy complicado con la derecha que avanza, hay poca ilusión. Está difícil no sólo a nivel político sino también, ecológico. Hay desesperanza por el futuro. De alguna manera, tengo la suerte infinita de poder refugiarme en el quehacer artístico y de poder ser un conducto para decir algunas cosas de otra manera.
¿Y con respecto a los ’60, creés que hay una mistificación del mundo artístico del Di Tella de toda esa época?
--No quiero ser una vieja chota que habla con el "ay, todo el tiempo pasado fue mejor". Creo que claramente hubo de todo: yo vi cosas maravillosas, pero vi unos bodrios que no te puedo explicar; lo que tenía de interesante era que se podía experimentar y dentro de esa experimentación había cosas que fueron fantásticas y cosas que no. Creo que sí fue una época especial porque pese a no tener Internet y todo eso, estábamos muy conectados con lo que pasaba en el mundo, con la música de los Beatles, todo el movimiento de los ‘60 y a mí me tocó vivir esa época y siempre digo qué suerte que lo viví porque fue, de alguna manera, una fiesta.
Pero también te gusta tu vida de hoy, ¿se podría decir que sos una amante de la vida?
--Disfruto con lo que hago y es como una situación muy privilegiada realmente, trato de darme máquina, como digo yo, ponerme la zanahoria, acá adelante y tenerla siempre cerca.
¿Qué te gustaría que el público se llevara de esta muestra?
--Creo que es de las cosas más extrañas que hice en mi vida. Es tan abierta como para que cada uno edite su propia película que es lo que más me interesa. A mí me encanta que alguien mire y diga ‘yo veo esto’, que no me pregunte lo que significa sino que pueda tener su propia película y que la edite y que sobre todo, se emocione. Eso es lo más importante, pararte delante de algo y sentir que te provoca alguna emoción.
¿Eso es lo revolucionario del arte?
--Si, y es algo que no tiene nada que ver con lo teórico, ni con lo mental, es algo físico, corporal. Lo divino es que cada uno lo interprete a su manera. Yo me pongo re contenta cuando voy paseando a mis perritas y me dicen algo lindo, paro y les digo ‘gracias, me cambió el día’. Es muy encantador y amoroso que la gente te devuelva lo que hiciste y que se acuerden. Yo tengo 73 años y empecé a exponer a los 16.
¿Qué es lo que más te gusta de Argentina?
--En el ’76 me fui a México un año, fue lo máximo que estuve fuera de Argentina. Me fui porque me había salido una posibilidad de exponer en diferentes lugares y porque todos mis amigos se habían ido exiliados. Víctor (Laplace), el papá de mi hijo, se tuvo que ir también. Pero después volví porque siento que mis raíces están acá. Lo que me encanta de Argentina es que nunca tenés tiempo de relajarte porque es un país tan increíblemente delirante, en lo bueno y en lo malo, que es como que si aflojás un poco te pegan una cachetada en la nuca y te tenes que espabilar. Una vez vino de visita una amiga y nos subimos a un taxi y yo me puse a charlar con el taxista y mi amiga me pregunta ‘¿conocés al señor?’. No, ni idea, le dije yo y no podía entender cómo podíamos mantener una conversación así con alguien que acababas de conocer. Argentina tiene algo muy estimulante también y muy creativo.
Renata Schussheim nació en Buenos Aires, el 17 de octubre de 1949. Desde 1966 expone en forma individual en las galerías de arte más importantes de Argentina y muchos de sus trabajos han sido exhibidos en Ciudad de México, Rio de Janeiro, Sao Paulo, París, Lille, Nápoles, Torino y Ginebra. Ilustra libros y realiza publicaciones en revistas de Buenos Aires y Nueva York. Ha sido invitada al Festival de Nantes donde presenta su instalación Homenaje a Carlos Gardel y al Festival de Teatro de Caracas con su exposición-performance “Confidencial”. Otros trabajos de similar estructura fueron Travesía, Nave y Epifanía expuestos en el Centro Cultural Recoleta y en el Museo Nacional de Bellas Artes. Colabora con Oscar Araiz en infinidad de espectáculos, entre los cuales adaptan y dirigen juntos Boquitas pintadas de Manuel Puig. Realiza y diseña shows para Charly García en varias oportunidades como Bicicleta, Piano Bar,¨Ferro y Líneas Paralelas en el Teatro Colón. Trabaja en colaboración con Jean Francois Casanovas y su grupo Caviar, además de Julio Bocca, Mitslav Rostropovich, Lluís Pascual, Sara Baras y para muchas de las óperas dirigidas por Emilio Sagi en España, Francia, Portugal y Rusia. Ha sido galardonada numerosas veces con los premios ACE, Hugo, Florencio Sánchez, Trinidad Guevara, Estrella de Mar, María Guerrero, Kónex de Platino y Premio Shakespeare otorgado por la Embajada Británica y Fundación Romeo.