La quinta audiencia del juicio por el crimen de Lucas González estuvo protagonizada por el forense que realizó la autopsia del cuerpo del chico de 17 años asesinado por agentes de la Policía de la Ciudad. El médico confirmó que dos balas impactaron en la cabeza de Lucas: una en la frente, la que le causó la muerte, y otra que surcó su mejilla. Además, ratificó que encontró una quemadura en su mano derecha. La acusación considera que fue infligida con un cigarrillo por alguno de los agentes imputados, y el forense aseguró que la quemadura es compatible con ese tipo de elemento. También declaró una agente de la Federal que participó del levantamiento de pruebas y sostuvo que notó "desesperación" en la Policía porteña. Peritos odoríferos, en tanto, ratificaron que la prueba de olores dio positivo para tres agentes en relación al arma de juguete que apareció en el auto de los chicos. Son el principal Héctor Cuevas, uno de los 11 imputados por encubrimiento, y las oficiales Lorena Miño y Micaela Fariña, para las que la Justicia dictó la falta de mérito en la etapa de instrucción.
Tres heridas
Alejandro Rullan Corna ingresó a la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal N°25 pasadas las 10.15 de la mañana del martes. Cargaba un maletín en su mano derecha, en el que guardaba el informe de la autopsia. Se presentó como "forense de la Morgue Judicial de la Nación" y dijo tener una experiencia de más de 30 años en la disciplina. Sobre la autopsia, precisó que encontró tres heridas en el cuerpo de Lucas tras la balacera imputada a los agentes de brigada Gabriel Isassi, Fabián López y Juan José Nieva. Se señaló la frente, por encima del ojo derecho, cuando el fiscal Guillermo de la Fuente le preguntó si podía indicar en su cuerpo por dónde ingresó la bala mortal.
"La trayectoria fue de adelante hacia atrás, de derecha a izquierda y de arriba hacia abajo", añadió. La bala continuó su trayectoria hasta la "región mastoidea izquierda" sin orificio de salida. Consultado por la segunda herida, el médico la definió como un "surco" en la mejilla derecha de Lucas, debajo de la herida mortal. "Se produce por el pasaje del proyectil, pero no ha penetrado", explicó Rullan Corna, quien aseguró que, en ese caso, "no se puede determinar la trayectoria porque es un surco en el que prevalece la quemadura". Lo único que pudo precisar en este sentido fue que la bala también vino desde el lado derecho y que "sin dudas" fue producida por un proyectil diferente.
Rullan Corna habló luego de la que definió como "herida tres": "Una lesión circular compatible con una quemadura en una data cercana a la muerte", explicó. Dijo que el tamaño de la lesión era de un centímetro de diámetro, "compatible con un elemento circular de aproximadamente entre 0,5 y un centímetro de diámetro". "¿Puede ser de un cigarrillo?", le preguntó entonces el abogado de la querella, Gregorio Dalbón. "Por la forma circular y el diámetro, es compatible con un cigarrillo", confirmó el médico, aunque aclaró que no puede afirmar con exactitud qué elemento la causó.
El forense también indicó que Lucas estaba vivo cuando sufrió esa herida, y ante la consulta de la querella estimó que no pudo haber sido infligida por algún elemento sanitario o propio de la guardia del Hospital Penna, en el que el chico fue atendido en primera instancia. Durante la declaración del médico, el juez Hugo Navarro formuló la primera pregunta que realiza desde que comenzó el juicio: "¿Es posible que un proyectil de una bala haya ocasionado esa lesión?", consultó. "Considero que no, si hubiera sido un proyectil hubiera causado otro aspecto contusivo en el borde de la herida. El proyectil se caracteriza por causar siempre un halo de contusión y esto tenía un reborde de quemadura", respondió el forense.
"Desesperación"
Tras un cuarto intermedio en horas del mediodía, las partes volvieron a ingresar a la sala de Paraguay al 1500 para escuchar el testimonio de Claudia Moreira, subinspectora de la Policía Federal que al momento del crimen era jefa de servicio en la División Intervenciones Judiciales de esa fuerza. La mañana del 17 de noviembre de 2021, contó la subinspectora, fue ella la que recibió a través del 911 el pedido de intervención del comando de la Policía de la Ciudad por "un hecho de enfrentamiento armado con una brigada". "Eso informó el comando", aseguró Moreira, que ubicó el llamado entre las 10 y las 10 30 de la mañana. La balacera policial, en tanto, está datada por la Justicia entre las 9 30 y las 9 40.
Bajo las órdenes del subcomisario Pablo Andrés Blanco, que ya declaró en el juicio, Moreira llegó en horas del mediodía a Alvarado y Perdriel, la esquina de Barracas en que Julián y Joaquín, los amigos de Lucas, ya estaban detenidos, y en la que la acusación asegura que se planificó y concretó la trama de encubrimiento con arma de juguete incluida. La subinspectora ratificó que recién a las 16 horas de ese día pudieron tomar intervención efectiva del hecho y que "en todo momento" vio "muchísimo personal policial". Cuando se le pidió que estime un número aproximado de agentes, habló de "alrededor de 150 personas de la Policía de la Ciudad".
También advirtió que agentes de la fuerza porteña, "tanto de civil como uniformados", buscaban "constantemente" subir al móvil de la División, una Trafic preparada con escritorios en la que se realizan las actas del procedimiento. "Querían saber cosas, pero nosotros somos una fuerza neutra, no podemos dar informaciones. Se les solicitó en todo momento que se mantuvieran abajo", recordó la mujer, y precisó que, por ejemplo, consultaban por el estado de salud de Lucas: "Preguntaban qué dijo la doctora o qué determinó", sostuvo Moreira, encargada de dirigirse al Hospital Penna para informarse sobre la situación.
En ese momento, Dalbón le consultó si sintió que los agentes porteños "se querían meter en su investigación". "Una lo toma así, porque a mí no me gusta que se metan en mi procedimiento", contestó. "¿Notó desesperación?", repreguntó el abogado. "Sí", confirmó ella, aunque afirmó no saber cuál era el origen de esa desesperación.
Los últimos testigos de este martes fueron el principal Pedro Tiberio y el ayudante Fernando Lobo, ambos pertenecientes al Gabinete de Odorología de la División Búsqueda de Evidencias de la Federal. Tiberio explicó cómo se realizó el peritaje de comparación de olores, del que participaron dos perros llamados Theo y Ares, y aseguró que, en estos casos, tienen "un 90 por ciento de efectividad".
Luego ratificó lo que ya se había volcado en la etapa de instrucción: que las muestras de Cuevas, Miño y Fariña fueron las únicas que dieron positivo cuando se las comparó con las extraídas del arma de juguete secuestrada en la Suran de los chicos. De los tres, Cuevas es el único que se encuentra enfrentando el juicio. En enero de 2022, el juez de instrucción Martín del Viso dictó la falta de mérito para Miño y Fariña, decisión que fue apelada sin éxito tanto por la querella como por el fiscal de instrucción, Leonel Gómez Barbella.
La próxima jornada del juicio será el martes 2 de mayo y el debate continuará durante todo el mes con una audiencia por semana. Las restantes jornadas estarán distribuidas entre los meses de junio y julio, mes en el que está previsto el final del proceso. Según el cronograma establecido hasta el momento, la audiencia final se llevará a cabo el jueves 13 de julio.