No hay vueltas. No cierra. Los dólares que entran por exportaciones y otras fuentes no alcanzan para pagar las importaciones, los compromisos financieros públicos y privados, la remisión de utilidades y regalías de empresas extranjeras, el turismo y más.

Esto es así hace muchos años, con breves períodos de interrupción en los que se estaba saliendo de una crisis provocada justamente por este problema, se importaba poco, las empresas y la comunidad toda estaban en la lona y por lo tanto la inercia exportadora del campo, la minería primaria y otros pocos rubros, alcanzaban para conseguir una sensación de calma.

Razones

Hace 60 años, Argentina producía localmente casi todo lo que consumía y por eso era uno de los dos países que menos importaba con respecto a su PBI, junto con Estados Unidos. El país comenzó a recibir inversiones extranjeras muy singulares, ya que se aplicaron a comprar empresas nacionales en funcionamiento o a desplazar a éstas, atendiendo el mercado interno. 

Este proceso tuvo variaciones de intensidad, pero lo concreto es que actualmente el capital extranjero hegemoniza rotundamente la producción de bienes y servicios destinados al mercado interno, llegando incluso hasta la venta de café, taxis o un reparto de comida en bicicleta. 

Eso debería ser interpretado en el imaginario colectivo como una enorme aspiradora de divisas para enviar las utilidades al exterior, sea en forma directa o usando el dólar contado con liqui, los autopréstamos, la sobrefacturación de insumos y todo subterfugio que se quiera imaginar.

Esa es la razón original de la inestabilidad cambiaria, a la que inmediatamente se suma una cadena obvia: si faltan divisas, se toma deuda, eso hace que falten más divisas, por el pago de intereses y capital, crecen los mercados negros, las operaciones tipo sálvese quien pueda y entonces la lógica financiera pasa a dominar el escenario. 

Las empresas líderes generando inflación y el Estado acompañando ese problema y agravándolo con medidas equivocadas, son conductas límite que muestran el grave deterioro del tejido social y político. Al lado, toda la ciudadanía sumada como zombies a ese caos, haciendo cada uno lo que puede.

También el capital extranjero controla buena parte de las exportaciones. Aquí el análisis es diferente. Quienes tienen saldo positivo en su balanza de pagos privada, sean extranjeros o nacionales, se convierten en posibles auxilios para la escasez general del país. De allí a ser chantajistas hay un solo paso y es seguro que estarán en primera fila reclamando las devaluaciones como solución, cuando en realidad las exportaciones primarias no se incrementan por una devaluación, sino que sólo aumentan los ingresos de quienes las realizan.

Resumiendo, la falta de divisas es estructural, no es cuestión de una noche de verano o de una mala cosecha. La conclusión primaria es que la solución no es pedir más préstamos sino cambiar estructuras y/o conductas públicas y privadas.

Recomendaciones

* Declarar la emergencia cambiaria permanente y explicar con precisión sus orígenes.

* En la emergencia, las empresas externas deberán capitalizar todos los préstamos privados externos vigentes con empresas del mismo grupo y podrán reemplazarlos por deuda en pesos indexada por la paridad cambiaria.

* Toda empresa de capital extranjero deberá formular un plan de balanza de pagos positivo, a cumplir en forma progresiva en 3 años, al cabo de los cuales no podrá girar divisas netas al exterior por ningún concepto.

* Se deben habilitar líneas de ahorro personal privado indexadas por la paridad cambiaria para quienes vendan dólares billetes a los bancos. El valor de compra, por un plazo muy acotado, debería ser el de la paridad marginal. Esta medida debe ser acompañada de un blanqueo general.

* Una vez puesta en funcionamiento la medida anterior, se debe considerar ilegal la tenencia de divisas por encima de cierta suma y se debe castigar penalmente el comercio de las mismas.

* El capital de YPF, de empresas petroleras, mineras, exportadoras agropecuarias y actividades claramente rentables y generadoras de divisas, debe abrirse en una proporción a analizar caso por caso a la inversión minorista privada nacional. Eso no puede ser imperativo, pero puede ser estimulado con tratamientos impositivos adecuados.

* Se debe recuperar un mercado de fácil acceso de cédulas hipotecarias como forma de ahorro.

Largo plazo

Todo lo anterior debe estar inscripto en una concepción de país para todos y todas, en donde la lógica del sálvese quien pueda desaparezca lo más rápido posible. Para llegar a tal escenario, es condición necesaria gobernar el presente.

Por lo tanto, más allá de la explicación histórica y estructural es imperativo controlar la enorme inflación vigente y comenzar una progresiva recuperación de los ingresos populares. Sin esto, todo lo anterior es pura expresión de deseos.

Un mínimo realismo político no permite esperar a que ciertos cambios estructurales del perfil productivo argentino generen las mejoras macro e induzcan los necesarios cambios del estado de ánimo general. Hay que apelar a decisiones que sean válidas aquí y ahora, aunque provengan más del análisis político que del económico.

Se encuentra la punta del ovillo si se entiende que hasta las conductas empresariales de liderar la dinámica de la inflación o el chantaje de los dólares especiales no surgen de almas malévolas, sino que tienen su origen en la percepción de que no se marcha hacia una salida ordenada y que las deficiencias son profundas. En tal caso, quien puede se salva y hasta gana, o cree que gana. Como el pasajero de primera del Titanic, que sube al bote con baúles, valijas y sus mascotas.

Para pasar de que algunos ganen a que nadie pierda, hay que parar la inflación y recomponer salarios. Y lo primero a conseguir es que quienes se benefician con este caos dejen de hacerlo. 

Es necesario congelar los precios de los principales productos de las empresas líderes de sectores sensibles para la alimentación, la vestimenta y productos conexos, hasta que la inflación se haya reducido por debajo del 2 por ciento mensual.

Correlativo con eso, congelar las tarifas de servicios públicos, de medicina prepaga, la tasa de variación de la paridad cambiaria y reducir sustancialmente las tasas de interés bancarias, dentro de un conjunto de decisiones financieras compatibles con ese objetivo.

Esas dos acciones sumadas a las 7 líneas de trabajo antes enunciadas, permitirían pensar en serio y de manera sostenida en el día después. En ese futuro cercano y sustentable, hay tres metas económicas a lograr:

* Creciente autonomía productiva en la producción de bienes y servicios dirigidos al mercado interno. Progresiva argentinización de procesos de tecnología accesible y fuerte impulso a la innovación tecnológica que recupere espacios productivos cedidos al capital multinacional.

* Desarrollo con capacidad de decisión nacional en las industrias de producción de bienes exportables, en que el mercado mundial nos puede recibir con cierta comodidad, que por suerte son varias y podrán garantizar, si el manejo es el adecuado, que la balanza de pagos sea permanentemente positiva en el país.

* Atención de todas las necesidades comunitarias no cuidadas o mal procesadas por la economía de mercado, a través de emprendimientos de producción social, esto es, unidades de producción de bienes y servicios con metas sociales, donde se necesita la reproducción del capital, pero el lucro y especialmente el beneficio a expensas de otros segmentos de las cadenas de valor, no es ni puede ser un objetivo.

Por encima de todo lo anterior, aferrarse a la meta de garantizar trabajo para todos y todas, un mejor vivir digno y una paz duradera. No es imposible.

* Instituto para la Producción Popular