Paralelamente al despliegue del mercado mundial fue desarrollándose el sistema monetario internacional que puede conceptualizarse en cuatro períodos: el de Patrón Oro (1879-1913); la crisis y período de guerras mundiales (1914-1944); el Patrón Oro-Dólar (1945-1970); y finalmente el Patrón Dólar no convertible, en marcha desde 1971 luego de la ruptura del sistema anterior de manera unilateral por parte de Estados Unidos.
El dinero representa la riqueza en general. Al cumplir la función de medio de cambio, con éste puede obtenerse cualquier mercancía. En “La Teoría Estatal del Dinero”, obra que escribió el economista alemán Georg Knapp en 1924, se fundamenta que el dinero no cuenta con valor intrínseco como medio de pago, porque es establecido por medio de la ley que impone el Estado. Independientemente de otras consideraciones, su teorización se circunscribe al ámbito nacional. Knapp afirma: “Es limitada al territorio Estatal porque la ley no opera más allá de sus límites. La forma chartal nunca puede ser efectiva ‘internacionalmente’ debido a que los Estados son totalmente independientes”.
A diferencia del ámbito nacional, nunca ha existido un Estado Mundial. No obstante, las instituciones trasnacionales surgidas tras la implementación del acuerdo de Bretton Woods en 1945 como el FMI y la OMC, han custodiado la expansión y la supremacía del dinero local del Estado Nacional hegemónico, es decir, el Dólar Estadounidense.
De acuerdo al Banco de Pagos Internacionales, en el 88 por ciento de las transacciones internacionales interviene el dólar. Pero la novedad es que mientras el yuan intervenía en 2010 en el 0,9 por ciento de las transacciones, en 2020 lo hizo en el 7 por ciento. Según el FMI, las reservas internacionales están compuestas en un 56 por ciento por dólares, 18 por ciento euros y 3 por ciento yuanes mientras que sus productos representan 24, 17 y 18 por ciento del PIB mundial, respectivamente.
Límites y desdolarización
En un artículo publicado el 5 de febrero en el Financial Times, Nouriel Roubini deduce una tendencia desdolarizadora a partir de la pérdida de influencia de la economía estadounidense: “El dólar estadounidense ha sido la moneda de reserva mundial predominante desde el diseño del sistema de Bretton Woods después de la Segunda Guerra Mundial […]. Es un anacronismo que Estados Unidos, cuya participación en el Producto Interno Bruto global se ha reducido de la mitad al veinte por ciento desde la Segunda Guerra, todavía represente al menos dos tercios de todas las transacciones […] en un mundo que se dividirá cada vez más en dos esferas de influencia geopolítica: las que rodean a EE. UU. y China. Es probable que un régimen monetario bipolar, en lugar de multipolar, eventualmente reemplace el unipolar”.
En el informe del FMI “La fragmentación geoeconómica y el futuro del multilateralismo” de enero de 2023, el organismo analiza diversos aspectos de la fragmentación del mercado mundial en curso: “Los acontecimientos geopolíticos recientes han aumentado el riesgo de fragmentación en el sistema de pago internacional. Después de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, se prohibió a los principales bancos rusos utilizar SWIFT, limitando así su capacidad de realizar transacciones con el resto del mundo […] Rusia se vio obligada a confiar en su estándar de mensajería”, y sostiene que otros países pueden seguir su camino.
La obligatoriedad de potenciar espacios dinerarios diferenciados implica que la fragmentación impacte en otras funciones, como la de reserva de valor, y formas dinerarias, como el crédito. El FMI analiza que esto “podría dar lugar a cambios en las preferencias de los países sobre la composición monetaria de sus divisas y reservas" y agrega que "el congelamiento por parte de Estados Unidos y sus aliados de alrededor de 300 mil millones de dólares del gobierno ruso luego de la invasión a Ucrania puede influir en la gestión de reservas. La futura transformación del comercio, finanzas, y las cadenas de valor mundiales influirán en la demanda transaccional y facturación en diferentes monedas a la vez que pueden reducir la demanda de dólar estadounidense”, concluye el informe.
Las previsiones sobre esta tendencia deben incorporar la jerarquía, los encadenamientos y las distintas funciones de las diversas formas dinerarias. Simultáneamente, la tendencia dolarizadora continúa en Argentina, agravada por la deuda con el FMI tomada por el gobierno anterior, cuyo proyecto es la imposición del dólar como dinero de curso legal. Por esto, los holdings transnacionales locales y extranjeros más concentrados rechazaron la propuesta de Argentina y Brasil para comenzar un proceso hacia una moneda común, que podría tener un punto de apoyo en los abundantes recursos naturales si los administrara el Estado. La energía y el litio regionales serían vitales, recursos que Estados Unidos parecen considerar casi propios en algunos de sus informes oficiales.
* Economista UBA-UNDAV @Pablo_Ferrari77