Se estima que en nuestro país, de cada 1.000 abusos sexuales en la infancia (ASI), sólo 100 llegan a ser denunciados. Y de estos sólo entre el 3 y el 1% llegan a obtener una condena favorable a la víctima(*). Si bien existen leyes, el Poder Judicial responde a viejos paradigmas ideológicos patriarcales que funcionan por acción y/u omisión, juzgando y resolviendo sin perspectiva de género y mucho menos de niñez. El resultado es una atroz revictimización de las infancias y una violencia institucional sobre madres protectoras y sobrevivientes que resulta brutal. Basta decir que el abuso sexual en la infancia es el delito más impune en el mundo.
Cuando las madres protectoras, u otres cuidadores en el mejor de los casos, se animan a denunciar, buscando proteger a las infancias vulneradas por sus propios progenitores, padrastros, tíos, abuelos, hermanos mayores o varones violentos que están cometiendo delitos sexuales contra les niñes (en el 74,2% de los casos, los agresores son del entorno cercano de la víctima) se encuentran ante una doctrina de la falsa denuncia, que descree desde el momento cero, para continuar con una investigación penal preparatoria en la que se parte de premisas negativas (le niñe miente o fue manipulade para ello) con la aplicación del falso Síndrome de Alienación Parental.
En el caso de les sobrevivientes adultes que deciden denunciar lo que vivieron en sus infancias y/o adolescencias, sucede algo similar. Si bien existe un amplio marco normativo constitucional que legitima la imprescriptibilidad de los delitos de ASI, las interpretaciones que suceden en los tribunales dictaminan una y otra vez que las causas están prescriptas.
¿Por qué hablamos de tortura y de secuestro institucional y judicial?
El punto extremo de esta ideología patriarcal presente en el sistema judicial y en los organismos estatales de cuidado hacia infancias y adolescencias (SENAF, Defensoría de NNyA) deriva en un sinfín de prácticas misóginas y adultocéntricas que culminan con la criminalización del cuidado, con el arrancamiento de les niñes de sus madres protectoras, para determinar la revinculación forzada de las infancias vulneradas con sus agresores. Se privilegia el vínculo paterno filial sobre el derecho de NNyA. Algunas de estas violencias han tomado estado público, después de que algunas madres protectoras se animaran a romper con bozales legales y el miedo inmenso de no recuperar a sus hijes, a merced de un aparato jurídico obstinado en vigilarlas. La multiplicación de estas prácticas a lo largo de nuestro territorio nos ha permitido entenderlas estructuralmente como tortura y secuestro por parte de las mismas instituciones estatales, que vulneran derechos humanos fundamentales.
¿Por qué la 5ta Mesa contra ASI se realizó en Córdoba?
Desde Akelarre impulsamos que la Mesa contra ASI, iniciada en el Congreso de la Nación por iniciativa de la diputada Mónica Macha, saliera de CABA en búsqueda de federalismo y descentralización de esta problemática. Específicamente, pedimos que se hiciera presente en Córdoba porque aquí existen los casos más extremos de tortura y secuestro por parte de las instituciones, el de Gilda Morales y el de Flavia Saganías.
Gilda es una madre protectora que hace 8 años se encuentra en contienda judicial para lograr la restitución de su hijo a su centro de vida, junto a su madre y hermanes. El hoy adolescente vive secuestrado institucional y judicialmente con su progenitor, quien se encuentra denunciado por 9 delitos gravísimos (entre ellos ASI) e imputado penalmente por 4 hechos de impedimento de contacto. Por más pruebas objetivas, relatos de NNyA, el sistema judicial se mantiene ejerciendo una ideología que concluye en el encubrimiento e impunidad hacia los abusadores.
Flavia está esperando respuesta a la Queja interpuesta ante la Corte Suprema de Justicia de nuestro país, tras haber sido condenada a 23 años de prisión, en un claro intento aleccionador hacia las madres protectoras en general, por advertir en redes sociales que el denunciado por abuso sexual hacia su hija estaba libre.
Los casos de Gilda y Flavia son aberrantes, y constituyen la punta de un iceberg que somete a sobrevivientes de abuso y madres protectoras a seguir los mandatos del silencio y la complicidad con el delito más impune del mundo.
La justicia patriarcal que se abroquela para defender sus privilegios, es cada vez más evidente en esta Córdoba de las iglesias, donde la tarde en la que preparábamos la Quinta Mesa Nacional contra el ASI, la policía valló la vereda.
El encuentro de madres y sobrevivientes, conjuntamente con profesionales, organizaciones feministas, sociales y de derechos humanos en esta Mesa, evidencia una enorme lucha previa, de genealogía feminista. Sabemos que existen leyes con perspectiva de género y de niñez, pero que los operadores judiciales eligen fallar en contra de las mismas, actuando de manera criminal. Denunciamos que el Estado y sus instituciones, que deberían velar por el bienestar de niñes, adolescentes, y sobrevivientes terminan siendo en muchos casos responsables de la tortura y el secuestro que viven nuestras infancias, por no hablar de la impunidad de los abusadores, que siguen acechándolas.
Como madres protectoras y sobrevivientes de abuso sexual a las infancias, manifestamos nuestro compromiso inquebrantable en esta lucha, que debe ser social, cultural y política.
Somos muralla de fuego rojo. No pasarán.
(*)Adultxs por los Derechos de la Infancia
*Equipo interdisciplinario que lucha contra el ASI y casos de violencia de género