En un nuevo paso del camino trazado por el papa Francisco hacia una mayor y más equitativa participación en la Iglesia Católica, Jorge Bergoglio decidió ampliar significativamente la presencia de hombres laicos y mujeres laicas en el próximo sínodo, una suerte de asamblea eclesiástica antes solamente reservada para los obispos. El anuncio en tal sentido fue realizado en el Vaticano a través de la Secretaría General del Sínodo, actuando como voceros los cardenales Mario Grech y Jean-Claude Hollerich. Está previsto que el sínodo se realice en dos etapas, la primera de ellas del 4 al 29 de octubre próximo y la segunda en fecha aún no prevista en el 2024.
El papa Jorge Bergoglio sumó "otros 70 miembros no obispos, que representan a otros fieles del Pueblo de Dios (sacerdotes, personas consagradas, diáconos, fieles laicos) y que proceden de las Iglesias locales" dijeron los voceros vaticanos. A lo anterior se agrega el pedido a las conferencias regionales encargadas de sugerir nombres para "que el 50% sean mujeres y que se valore también la presencia de jóvenes". Tal como ya lo había adelantado Francisco en una entrevista periodística todos las y los participantes del sínodo tendrán voz y voto en las decisiones. Si bien la determinación implica un cambio importante respecto de lo acontecido hasta el momento, los obispos seguirán siendo las tres cuartas partes de la asamblea sinodal.
El sínodo es una instancia participativa prevista por la constitución de la Iglesia Católica y, siendo un órgano consultivo, tiene facultades para proponer al Papa líneas programáticas para el rumbo de la institución. Se puede afirmar que Francisco, que en su condición de pontífice siempre tiene reservada la última decisión, ha desarrollado una estrategia destinada a que los cambios que impulsa en la Iglesia provengan de las comunidades de la base eclesial. Es, según opinan analistas eclesiásticos, un recurso político para quitarle peso a quienes se oponen a la renovación.
El sínodo es un ámbito que Francisco decidió potenciar para ampliar la participación, integrando tanto a clérigos como a laicos. Pero al margen de las instancias conclusivas del sínodo que se celebrarán en Roma, el Papa impulsó también una movilización general de la Iglesia –que se inició en 2021- promoviendo espacios sinodales en las diócesis, en los países y en las regiones de todo el mundo. De allí surgen recomendaciones que serán llevadas a la asamblea que se realizará en el Vaticano y en la que, entre otros temas, se espera que debata sobre reformas al gobierno de la Iglesia, al ministerio consagrado (sacerdocio ministerial) y otras cuestiones relevantes como el papel de la mujer y la participación de la comunidad LGTBQ. Estos y otros asuntos han sido incorporados en la agenda a pedido de las asambleas eclesiásticas realizadas en todo el mundo.
Otra modificación en las normas sinodales establece que la representación de “los institutos de vida consagradas” (congregaciones religiosas) antes prevista para diez varones religiosos, a partir de ahora estará integrada "por cinco religiosas y cinco religiosos", elegidos por las superioras y los superiores generales de las congregaciones y, unos y otras, tendrán derecho a voto.
El Papa se reserva la potestad de seleccionar a los nuevos setenta participantes del sínodo de una lista de 140 personas que le será provista por siete reuniones internacionales de conferencias episcopales y por la Asamblea de Patriarcas de las Iglesias Orientales Católicas. Según lo ha solicitado el Secretariado General del Sínodo a las conferencias episcopales, a la hora de seleccionar candidatas y candidatos se pide que se pondere "no sólo su cultura general y prudencia, sino también sus conocimientos, tanto teóricos como prácticos, así como su participación en diversas capacidades en el proceso sinodal".
Por otra parte, el 21 de abril último, el Vaticano informó oficialmente que pondrá en marcha procesos de formación de los obispos de todo el mundo contra la pederastia. Francisco había creado en 2014 la Comisión Pontificia para la Protección de Menores. Ahora el cardenal estadounidense Sean O’Malley, responsable de dicha comisión, explicó que la iniciativa contempla “que los nuevos obispos puedan escuchar de primera mano el testimonio dramático de las víctimas y los efectos que tiene ese terrible crimen sobre sus vidas”. Francisco había pedido expresamente a la Comisión "salir a trabajar con los obispos de todo el mundo para que se capaciten y logren así acompañar y trabajar con las víctimas".