No aguanto más, no sé qué hacer con tu hijo, no para de llamarme.
–¿Vos sabés por qué está preso Maxi?
–Sí, me comentó que por un robo.
–No, Maxi mató a la ex novia. Estaba obsesionado con Dayana.
El diálogo entre las dos mujeres devastó a C., de 22 años, que mantuvo una relación con Maximilano Tesone, detenido y condenado a 23 años de prisión, en el penal de Coronda, a 116 kilómetros de la ciudad de Rosario, por el femicidio de Dayana Capacio, de 17 años, en mayo de 2012. La relación entre el femicida y C. comenzó vía Facebook y hasta los primeros días de esta semana, la joven seguía recibiendo amenazas en su celular. “Te voy a quemar la cara y el pelo con aceite hirviendo y fuego”, le prometió el lunes a la noche. A Dayana también la prendió fuego, después de apuñalarla, balearla y dejarla tirada en un bosque de eucaliptus a metros de la autopista Rosario-Buenos Aires. A menos de 24 horas del relato de C., se sumó la denuncia de otra víctima del hombre, que operaba desde su celda, donde contaba con teléfono y computadora por ser estudiante universitario de la carrera de previsión social. El martes por la tarde, la difusión de los casos hizo que la fiscal de la Unidad de Violencia de Género de Rosario, Raquel Almada, ordenara una requisa del pabellón. Se secuestraron tres celulares en el espacio que el detenido comparte con otros internos, aunque tiene su habitación privada.
En noviembre de 2015, C. perdió a un familiar cercano y su muro de Facebook estaba lleno de frases de condolencias de sus contactos. Maximiliano le escribió pasajes de la biblia y así comenzaron a charlar. “Conocía gente que yo también y meses después de que empezáramos a hablar me contó que estaba preso por un robo. En abril de 2016 lo fui a ver por primera vez con sus padres, a quienes yo ya había contactado. Después empecé a ir a verlo sola, cada 15 días. Cuando no iba, tenía que enviarle fotos porque él me pedía todo el tiempo que le mostrara cómo salía vestida, y hasta me hizo perder el trabajo como niñera, porque llamaba todo el tiempo.” Hace tres noches le mandó fotos íntimas de la joven a un sobrino de ésta, de apenas 12 años; solo para mostrarle que tiene el control.
El relato de C. habla de una obsesión. “Al principio era una relación normal, como a distancia, pero fue cada vez peor: tenía que estar constantemente pendiente del teléfono, estar diciéndole qué hacía, con quién estaba; me hacía quedar en línea mientras comía con mis hermanas, para escuchar de qué hablábamos; dejé de ver a mis amigas porque él no quería; me llamaba a la madrugada y yo lo tenía que atender a cualquier hora. Después se calmaba y me hacía sentir culpable y muchas veces yo le terminaba pidiendo perdón. Al tiempo me empezaba a controlar de vuelta y me decía que si yo no lo atendía iba a llamar a todo el mundo y como le mandé fotos íntimas porque él me las reclamaba, después las usaba para amenazarme. Incluso ahora tiene mi Facebook, le cambió la clave y pone fotos mías. Para mantenerme en contacto con él me tuve que comprar otra batería, porque si se me cortaba una llamada me mataba.”
Los mensajes que recibió C. son brutales. El lunes pasado le envió uno de los últimos. “Te voy a quemar la cara y el pelo con aceite hirviendo y fuego. Vos vas a vivir en familia sin salir de tu casa... eso de andar de puta lo vas a pagar carísimo... nunca cambiaste (…) Voy a cumplir. Y con tu familia también me la voy a agarrar. Ya vas a ver.”
Cansada de la persecución y hostigamiento, hace dos meses C. fue a la casa del acusado a pedirle a su madre que hablara con él porque no podía más. La mujer le preguntó si sabía por qué su hijo estaba preso. Abrió el Facebook, buscó el perfil de Hugo Capacio –el papá de la chica que mató Tesone– y le mostró las fotos de Dayana. “El la mató”, le dijo. “Yo no lo podía creer, salí llorando y corriendo de la casa y nunca más lo fui a ver aunque él me pidió una última visita. Sentí que corría peligro. Hasta el día de hoy no deja de amenazarme”, relató C., quien presentó dos denuncias en la Fiscal Regional, pero no hubo medidas sino hasta que dio a conocer su situación en los medios de comunicación.
El contacto de Tesone con C. comenzó casi al mismo tiempo que terminaba su relación con M., de 23 años. “Quizás a mí no me amenazaba tanto como ahora lo hace con ella porque tenía que usar el tiempo en controlarla, como lo hizo en su momento conmigo: había llamadas que duraban todo un día porque él no me dejaba colgar. Yo le decía, no puedo hacer tal cosa con el teléfono en la mano, pero él me decía: ‘tenés que poder’. Si escuchaba algo que no le gustaba o le daba celos, cortaba y empezaba a llamar a mi trabajo, a mi jefa”, relató la muchacha que sostuvo la relación con el violento durante casi todo 2015. A ella le dijo al mes de charlar por Facebook que estaba preso por un homicidio: inventó que fue por una pelea con otros muchachos en un boliche.
Al conocer el caso de C., M. no quiso quedarse callada. “Me empezó a convencer de que no vaya a bailar, que no vea a mis amigas y hasta que no comiera con mis hermanas y sus parejas, porque para él yo plumereaba con mis cuñados. No podía ni comprar anticonceptivos. El quería casarse conmigo para tener beneficios en la pena. Hasta me mandó hacer un tatuaje con su nombre”, relató. “En mi cumpleaños me pidió que lo pasara con él, pero yo le dije que solo hasta el mediodía, porque quería estar también con mi mamá y mis hermanas; pero cuando llegó la hora de irme, se empezó a hacer cortes y me dijo que se iba a matar.”
En 2012, Maximiliano Tesone tenía 21 años cuando mató a Dayana Capacio, de 17. La adolescente estuvo desaparecida tres días, en mayo de ese año, hasta que fue encontrada sin vida en un bosque de eucaliptos. En 2013, el femicida fue condenado a 23 años de prisión en juicio abreviado. Ahora se sabe que desde la cárcel de Coronda contactaba a jóvenes, las engañaba a través de frases seductoras y videos de canciones hechos por él mismo, con un órgano que tenía en el penal. Incluso, en el encierro conduce un programa de radio.
Tras el femicidio de su hija, Hugo conformó la ONG Sobrevivientes de Violencia de Género. Junto a otras organizaciones, como Ademur (Asociación de Mujeres Resilientes), que representa Fernanda Serna, víctima de violencia machista, acompañan a mujeres en el proceso de denuncia y empoderamiento, en la ciudad de Rosario y alrededores. A ellos acudió C., desesperada.
En el último año, tres mujeres fueron asesinadas por presos acusados de violencia de género, en penales del país. Los casos se dieron en Salta, Tucumán y Córdoba.
Desde la Fiscalía Regional de Rosario aseguraron que hay medidas en curso para peritar teléfonos celulares secuestrados el martes en el pabellón donde Tesone tiene una habitación para él solo, con televisor de 42 pulgadas, play station, heladera con freezer, computadora y demás elementos VIP.