Hay historias que merecen la pena ser contadas; la de Jane es, sin duda, una de ellas. De allí que sea motivo de albricias que no una sino ¡dos! películas estén en proceso de ser filmadas para contar su cuento: Ask For Jane, escrita y dirigida por la debutante Rachel Carey, producida por CarolineHirsch, estelarizada porCait Johnston, Alison Wright (TheAmericans), Sarah Ramos (Parenthood); y ThisIs Jane, basada en el libro non-fiction de Laura Kaplan TheStory of Jane: TheLegendaryUndergroundFeministAbortionService, de 1995. Para lxs desprevenidos, por cierto, vale aclarar que Jane es un qué antes que un quién: tal era el nombre del colectivo con base en Chicago que, aunque solo operó durante poco más de 4 años, se convirtió en leyenda para la historia reciente del feminismo norteamericano, además de en efectivo modelo de organización clandestina. Tan efectivo, de hecho, que entre 1969 y 1973, ayudó a que más de 11 mil mujeres pudieran abortar en forma accesible y segura en la mentada ciudad del norte…
En tiempos, dicho sea de paso, en los que el aborto era ilegal en Estados Unidos, con cantidad de docs oportunistas que –aprovechándose de la necesidad de muchas mujeres– les cobraban cifras desorbitantes o trabajaban en condiciones sanitarias francamente deplorables. Entonces, “Jane”: nom de guerre de este mítico grupocompuesto por estudiantes, artistas, amas de casa…Señoras y señoritas que llevaron adelante una labor especialmente destacable. Porque si bien inicialmente ofrecían asesoramiento, concertaban citas con médicos confiables,peleaban los precios y acompañaban a las muchachas, además de facilitarles material sobre sexualidad y salud reproductiva (por caso, el libro OurBodiesOurselves),eventualmente aprendieron ellas mismas a interrumpir embarazos.
Sucedió al enterarse de que uno de sus mejores doctores no era, en efecto, un doctor. “Si él puede hacerlo, ¿por qué no nosotras?”, consideraron entonces sus integrantes, y se interiorizaron exhaustivamente acerca decómo llevar adelante el procedimiento. Con tanto cuidado que, según declaró más tarde un obstetra encargado de hacer el seguimiento de algunas pacientes, ningún caso registró complicaciones ulteriores. Cabe decir, empero, que no todas las Jane (se calcula que la red estaba formada por más de 100 integrantes)practicaban los abortos: solo 4, 5, las más lanzadas y habilidosas. El resto iba alternando entre las más diversas tareas: desde sostener la mano de las mujeres mientras les explicaban pacientemente, paso a paso, qué estaba ocurriendo, hasta esterilizar el instrumental y lavar las sábanas; o bien, preparar café para los encuentros, cuidar a los niños de quienes los llevaban a sus citas.
Para preservar el anonimato individual y colectivo, todas eran Jane, y Ask for Jane devino código para el boca a boca. “¿Embarazada? ¿Preocupada? Llamá a Jane”, decían los sucintos avisos que ellas mismas se encargaban de publicar en periódicos underground locales…Su modo de acción: una máquina contestadora que recibía los pedidos, un ficheroque reunía las historias clínicas recabadas,dos “oficinas”. A una la llamaban “el Frente”, y era el sitio donde brindaban información y contención, donde –té y galletitas mediante– evacuaban cualquier duda, explicando a las presentes cómo sería el procedimiento, qué instrumental utilizarían, cómo se sentirían durante y después... Desde “el Frente” las llevaban luego, en auto, hasta “el Lugar”, donde efectivamente se realizaba el aborto. Ninguna de las dos locaciones era fija; las mudaban constantemente, alternando entre sus apartamentos y los de colaboradoras varias.
“Imaginen un grupo de mujeres que, en los 60s, sin formación profesional, saben perfectamente sobre anestesia local, dilatación, raspado, y realizan docenas de abortos a la semana, en secreto, poniendo en riesgo su propia libertad. Esa es la historia de Jane: una historia de mujeres tomando el control de sus propias vidas, enseñando a otras a hacer lo mismo”, anotabaun artículo de The New York Times de comienzo de año sobre el corajudo colectivo. Valiente porque, como ha explicado la activista HeatherBooth, una de sus integrantes fundacionales, “que tres personas siquiera discutieran sobre aborto en esos días era considerado conspiración para cometer asesinato premeditado”.
Ocurrió, de hecho, que en 1972, la policía allanó un departamento donde Jane operaba, ysiete de sus miembros fueron arrestadas; entre ellas, unamaestra de secundaria, varias amas de casa con niños pequeños, una estudiante universitaria. Mientras eran trasladadas a la comisaría, una sacó de su bolso una pila de tarjetas con losdatos de contacto de mujeres que habían pedido ayuda. Arrancó las esquinas con sus nombres y teléfonos, y se los tragó. Por fortuna, antes que su caso fuera a juicio, acaeció Roe Vs Wade, y el Tribunal Supremo de Estados Unidos decretó que la interrupción del embarazo era un derecho constitucional. Y los cargos contra las siete fueron desestimados. Habiéndose legalizado el aborto, empero, Jane se disolvió. Al cabo de unos meses, por cierto, lanzaron una fiesta donde todas las que habían participado del “Servicio”, como le decían, brindaron por una tarea bien hecha. Por desacralizar el rol paternalista de la medicina y desmitificar su práctica;por combatir el tabú del aborto; por devolver el control de sus cuerpos a tantísimas muchachas; por acompañar paciente y compasivamente, sin hacer preguntas ingratas; por ofrecer una solución de hecho, segura, accesible, para miles de mujeres que la necesitaban.