La primera lucha feminista de Debra Zimmerman ocurrió cuando era una niña y pasaba frío esperando el colectivo para ir a la escuela. Como el resto de sus compañeras, tenía que usar pollera y medias cortas, por eso las piernas se le congelaban en los inviernos de Nueva York. Las medias largas eran para las señoras y los varones podían usar pantalones. Así que le pidió a una amiga de su madre que la acompañara a hablar con el director. Le dijo: “Queremos usar pantalones”. Y lo lograron. Debra dice que fue una niña feminista y hasta “una beba feminista”. Y agrega: “Mi mamá no fue a la Universidad, mi padre sí. A las mujeres nos juzgan por nuestra apariencia y los varones son juzgados por lo que hacen. A las chicas les dicen ‘sos muy bonita’ y a los varones ‘tenés mucha fuerza o sos muy inteligente’. Los valores de la sociedad son valores masculinos. Entonces simplemente se trata de que la vida no es justa”.
Debra pasó por Buenos Aires en el marco de la cuarta edición del Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires, Argentina (FIDBA), que concluyó el miércoles pasado. Es la directora de Women Make Movies (WMM) una asociación artística comprometida con el desarrollo de medios feministas que nació del deseo de querer que hubiera más mujeres haciendo películas. Una organización multicultural, multirracial y sin fines de lucro que facilita la producción, distribución y exhibición de películas independientes sobre mujeres, y hechas por mujeres. WMM existe desde 1972, cuando sus primeras integrantes buscaban subvertir una escasa y también incorrecta representación de las mujeres en la industria de los medios. Hoy, a través del Servicio de Distribución, internacionalmente reconocido, y de un Programa de Asistencia de Producción provee ayuda a productorxs de películas, con un énfasis especial en apoyar el trabajo de mujeres para que puedan empezarlos o concluirlos. “Somos como un paraguas que provee fondos”, grafica.
Nuestras imágenes
“A comienzos de los ’70 había muy pocas mujeres que tenían la capacidad de hacer películas. Entre 1940 y 1960, solo dos mujeres en todo Estados Unidos filmaban: Ida Lupino y Dorothy Arzner. Durante la segunda ola del feminismo las mujeres empezaron a decir ‘no queremos ser solamente amas de casa o secretarias, queremos hacer cosas, queremos crear nuestras propias imágenes’. WMM empezó como una producción colectiva que enseñaba a las mujeres a filmar películas juntas”, recuerda Debra.
Terminaban los ’70 y Debra participaba con una pasantía en WMM, donde se incorporó definitivamente en 1979. Había estudiado Comunicación en la Universidad de New Paltz, al norte de Nueva York. Allí tuvo “una maravillosa profesora feminista, una mujer cineasta y artista”, que fue su mentora y le dijo: “Si querés trabajar con mujeres que hacen películas tenés que ir a WMM”. Debra continúa: “En ese entonces, había dos mujeres que daban un taller en el cual no había muchas chicas. Entonces pensaron que debían hacer uno sólo para mujeres. Pusieron carteles en algunos negocios del barrio latino y con las mujeres que se anotaron ocuparon el sótano de una iglesia”. Hicieron cuarenta cortos y un largometraje sobre la salud de las mujeres que se llamó Sobre nuestros cuerpos, donde problematizaban temas como control de la natalidad, dar a luz sin cesárea, parir en la casa, “desde su propia perspectiva, no desde la de los profesionales varones”. “Muchos años atrás eran las parteras las que estaban a cargo de los nacimientos -señala Debra-, después vinieron los médicos y tomaron el control. Ese film fue muy radical y ganó un premio muy importante en un festival, pero ningún distribuidor lo quería distribuir porque decían que no había público para esa película”. Fueron ellas, entonces, quienes empezaron a distribuir la película, “con un gran éxito”. Con el arribo de los años ’80 tuvieron otro problema: “Otro gran problema -suma Debra-, como lo tenemos ahora, con el cambio de gobierno. Ronald Reagan asumió el poder y dijo ‘Ningún subsidio más para las mujeres’ “. Y en WMM se quedaron sin fondos. Perdieron los subsidios y Debra continuó trabajando como voluntaria hasta 1983, cuando asumió la dirección ejecutiva de la asociación. “Teníamos la distribución y la gente nos pagaba por lo que distribuíamos. Eso nos salvó. Distribuíamos a las universidades, bibliotecas, hospitales, museos, festivales, grupos de mujeres, cárceles, cualquier asociación que usara películas con fines educativos. En Estados Unidos el mercado educacional es muy grande. Y por esa razón pudimos tener éxito, por ese mercado. Y crecimos: diez películas, veinte películas, cincuenta, cien, doscientas películas. Distribuimos seiscientas películas hechas por mujeres en todo el mundo”. Hoy, WMM tiene una colección de más de 600 títulos que incluyen trabajos documentales, experimentales, de animación, dramáticos y multigénero producidos en su mayoría por mujeres de distintas culturas, y una colección que incluye una variedad de trabajos sobre y por lesbianas, mujeres mayores y mujeres con discapacidades.
Debra dice que el tema ha sido desde siempre la violencia hacia las mujeres. Hizo una película que se llama Why women stay (1980), “la pregunta que todos solían hacer sobre las mujeres víctimas de violencia que se quedaban en sus hogares”, subraya. “Y también nos ocupan temas como violaciones, derechos reproductivos, aborto, todavía tenemos las mismas luchas y vamos hacia atrás, no vamos hacia adelante. Tenemos un nuevo film que se llama Derecho de nacimiento, sobre todas las leyes que controlan el modo en el que las mujeres paren. Hay muchos casos en los que los cuerpos de las mujeres son atacados. Tenemos un film de Costa Rica sobre mujeres a las que no se les permite la fertilización in vitro, porque es contra la ley. Y films de mujeres africanas sobre mutilación genital femenina.”
¿Cuál es la potencia de WMM?
-Mi sobrina crece viendo en la pantalla mujeres fuertes. Cuando vio Talentos ocultos dijo ‘quiero trabajar en la NASA’. Para mí es muy importante que las mujeres se vean a sí mismas en la pantalla como figuras centrales, no como la madre, la novia, la hermana o la amiga sino como la heroína. Si no podés verlo no podés serlo. Cada año tenemos una colección distinta que hace foco en una región. El año pasado lo pusimos en Centroamérica. Queremos que la gente de Estados Unidos vea cómo es la vida real de las mujeres en todo el mundo para que tengan una mejor comprensión de esos países. En ese sentido, también queremos levantar las voces de las mujeres que no aparecen en televisión. No vemos muchos films sobre lesbianas hechos por lesbianas, o sobre mujeres discapacitadas. ¿Cuántas mujeres discapacitadas vemos en la pantalla? Una de las cosas más importantes que ha ocurrido en Estados Unidos es que las actrices se han convertido en productoras. Y no creo que este sea un buen momento para las mujeres, en todo caso sí para el activismo feminista. La primera gran marcha después de que Trump resultó electo presidente fue la Marcha de las Mujeres. Una resistencia cultural impresionante. Trump es bueno para el movimiento de mujeres porque nos hace enojar y ponernos más activas. Creo que aquí en Argentina las mujeres son más activas que en Estados Unidos, basta pensar en Ni Una Menos.
En Buenos Aires, Debra formó parte del jurado del Fidba en la Competencia Panorama Argentino. “Es muy interesante porque hay muchas películas de mujeres, más que en otros festivales. Son películas muy personales, sobre familia, relaciones, las encontré muy fuertes.” Hubo una película de la Competencia Work in Progress que a Debra la impactó especialmente. El título es Silvia, y pertenece a la directora María Silvia Esteve, ganadora de esa sección. El film es sobre su madre. Un proyecto en el cual la hija de Silvia busca reconstruir la figura de su madre a través de horas de filmaciones en VHS. “La negación a hablar sobre lo que pasó, las interrupciones forzosas, las conversaciones que se presumen triviales y las divergencias que surgen para reconstruir la memoria de Silvia y poder entenderla”, plantea la sinopsis de este trabajo que impactó a Debra. “Creo que las mujeres tienen una manera diferente de contar historias y por eso WMM es tan importante. Contamos historias a través de las cosas pequeñas y cotidianas de la vida y llegamos a grandes ideas sobre lo que es importante, no desde acciones sino desde la comprensión. Es maravilloso ver a tantas mujeres mostrarnos el mundo del modo en que lo ven. Mi vida entera estuvo relacionada con WMM. Por eso, creo que el trabajo de las mujeres presenta visiones sociales, políticas y estéticas que no están disponibles en los medios ‘mainstream’, que reflejan una comprensión de sus experiencias, que revelan la complejidad, la diversidad de la vida y de las visiones artísticas. Y creo que podemos comprometernos para inspirar acciones y desafiar las perspectivas reinantes.” ~