Odio a esos milongueros trajeados que se sientan en primera fila en la milonga y miran la pista y desde las “alturas” de su supuesta sapiencia, dan vuelta la cara cuando su mirada se cruza con la de una mujer dispuesta a bailar, ¡con aparente desprecio! Por suerte, ¡quedan pocos!
El tango, sabemos, lo dirige el hombre. El código machista y prejuicioso indica: si el baile sale bien, es porque el hombre baila bien. Si sale mal, ¡es culpa de la mujer! ¿A vos te parece?
Sin embargo, todxs sabemxs, el buen bailarín, se “luce” (y disfruta), haciendo lucir a su compañera. Como en el amor... ¿vio? El tango, como el amor, son “cosa de dos”.
*Autora, actriz, bailarina, cantante en Yendo del diván a la milonga. Funciones: sábados de julio y agosto a las 20.30 en La Vieja Guarida: Guardia Vieja 3777. CABA.