Una celebración de la diversidad. Ir al encuentro de una experiencia singular en la que nos dejamos atravesar al unísono por un verso. En el XVI Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires, que se realizará del viernes 28 al domingo 30 de abril en la sala Victoria Ocampo de la Feria Internacional del Libro, más de treinta poetas pondrá el cuerpo a la palabra en ese rito perdurable de reunirse alrededor de la poesía dicha en voz alta. La uruguaya y casi centenaria Ida Vitale (el 2 de noviembre cumplirá 100 años) participará de esta edición en la que también leerán poemas las chilenas Elvira Hernández, Carmen Berenguer y Rosabetty Muñoz, la española Blanca Llum Vidal, la peruana Tilsa Otta, la brasileña Marilia Garcia, la estadounidense Robin Myers, el portugués Pedro Eiras y la suiza Prisca Agustoni, entre otras.

La poeta, editora y docente Gabriela Franco, coordinadora del Festival, se refiere a los aspectos que hacen que la poesía dicha en voz alta produzca encantamiento. “Sin dudas, remite a ese canto primero que nos reunió alrededor del fuego”, plantea Franco sobre este modo de entrar a la poesía a través de uno de los atributos más sobresalientes: su música. “Hay una interpretación por parte del o la poeta. Hay un trabajo hacia lo sonoro. La voz puesta a vibrar en el aire con su timbre, su acento, su cadencia, su intensidad. Están en escena el lenguaje verbal, su materialidad sonora y los gestos corporales que los acompañan. Y todo eso no se da en soledad sino que ocurre en un contexto compartido; es una experiencia colectiva. Poetas y público presentes. Y eso genera una vivencia singular. El entorno incide en la percepción: un murmullo, una risa, un aplauso encendido, y en ocasiones, esa respiración contenida, ese silencio profundo y único que se genera alrededor del poema cuando nos sentimos tocados por él a un mismo tiempo”. La coordinadora del festival dice que la experiencia de la poesía dicha en voz alta es similar a la de otras artes performáticas como el teatro porque “asistimos colectivamente a un hecho estético único e irrepetible cada vez, y esa singularidad y esa convivencia le agregan un valor extra”.

La vivencia de la lectura de poesía en voz alta, en tiempos pospandémicos y de uso de pantallas muchas horas al día, se vuelve “particularmente novedosa” para Franco. “Los festivales y los ciclos de poesía funcionan como una antología poética de lo que se está escribiendo. Muchas veces descubrimos poetas y poéticas en estos ámbitos. También ocurre que descubrimos un poema que habíamos pasado por alto y que puesto en la voz de su autor o de su autora de pronto despliega toda su maravilla”, destaca la coordinadora del Festival en el que participarán también varios poetas argentinos como Graciela Cros, María Belén Aguirre, Natalia Litvinova, Rogelio Ramos Signes, Patricio Foglia, Alejandra Correa, Julián Axat, Sandro Barrella, Carlos J.Aldazábal, Liliana Ancalao y Tom Maver, entre otros. “En otras ocasiones -continúa Franco-, la lectura en voz alta nos permite terminar de descubrir el tono de los poemas de una autora conocida y a partir de entonces esa cadencia nos acompañará cada vez que volvamos a visitar su obra”.

Franco admira la obra de Ida Vitale, Premio Cervantes 2018. “Hay en sus poemas una búsqueda genuina: el deseo de llegar al otro, que es un modo de llegar a sí misma, pero sabiendo que la dificultad es parte necesaria del misterio. Eso hace que su poesía sea a la vez transparente y profunda, que sus poemas tengan gran precisión formal y también cierta blandura en el decir. Encuentro en su poesía un lirismo mesurado, un gesto humilde y laborioso para llegar a la mayor condensación”, explica la coordinadora del Festival y recuerda el poema “La palabra” en el que alude a este “minucioso” trabajo con el lenguaje: “Un breve error / las vuelve ornamentales. / Su indescriptible exactitud / nos borra”. “Los poemas de Ida son concisos, certeros y consiguen aunar lo que a primera vista parece impracticable: lo universal y lo personal, lo cotidiano y la sorpresa, la sensibilidad y el rigor. Dos de sus títulos parecen resumir esas proezas: Reducción del infinito y Procura de lo imposible”, ejemplifica la poeta, editora y docente. “En un reportaje, cuando le preguntan si cree en la inspiración, ella responde que prefiere el nombre ‘ganas’. En toda su poesía se respira ese deseo vital y la búsqueda incesante del asombro”, afirma Franco.

“Hay una celebración de la diversidad y esa actitud que se da en varios planos se refleja también en la escritura de poesía”, advierte la coordinadora del Festival y distingue este presente de la poesía argentina de otros momentos en los que hubo una poética dominante o enfrentamientos entre distintos grupos literarios. “Hoy no hay una imposición programática, sino que conviven distintas estéticas y distintas generaciones, y esa convivencia, lejos de generar disputas, contribuye a ampliar y enriquecer el diálogo. Hay también una mayor visibilidad de poéticas que eran menos tenidas en cuenta, como las que surgen de colectivos feministas o de disidencias sexuales”, analiza la poeta. Y comenta que esa atención ampliada va de la mano de una mirada más interesada en las producciones de todo el país y de la reivindicación de la obra de muchas poetas, como Estela Figueroa, Tamara Kamenszain, Irene Gruss, Susana Villalba, Mirta Rosenberg o Alicia Genovese. “Percibo menos encasillamientos, más libertad, una aproximación desprejuiciada a la hora de escribir poesía o de probar con otros géneros o experimentar con el cruce de otras artes, lo que produce una expansión riquísima de manifestaciones poéticas en distintos formatos y soportes”, concluye Franco.