El ser humano tiende a antropomorfizar, es decir, atribuir capacidades humanas a animales, objetos inanimados o incluso fenómenos naturales. Es así que se multiplican las mascotas vestidas como niños, se cae en el animismo o se hacen ofrendas para congraciarse con la lluvia. El fenómeno se da con creciente frecuencia en la actualidad gracias a la Inteligencia Artificial (IA) que, justamente, hace tareas que siempre consideramos propias de lo humano, como dialogar o pintar.
Ya en 1964 Eliza, la tatarabuela de ChatGPT, era capaz de generar empatía a quienes recibían sus rudimentarias respuestas basadas en reformular las afirmaciones del interlocutor y devolverlas en forma de preguntas a la manera de un psicólogo. Los peligros actuales de antropomorfizar a la IA son significativos, como explica, por ejemplo, Emily Bender en su investigación "Loros estocásticos". La autora recuerda que la IA solo reformula con probabilidad estadística lo que ya fue creado por humanos y que sirvió para entrenarla.
Como explica el especialista Evgeny Morozov "lo que hoy llamamos inteligencia artificial no es ni artificial ni inteligente". Lo que hace la IA es tomar creaciones humanas, es decir, producto (ahora sí) de la inteligencia, para reciclarlas de manera verosímil. La única inteligencia que puede desplegar la máquina es, en definitiva, de origen humano. Pese a la publicidad y la sorpresa que efectivamente produce la mímica verosímil de estas máquinas, los trabajadores del mundo comienzan a comprender que la IA los despoja de uno de los saberes humanos que aún le son exclusivos.
Humanos, uníos
En el mundo del diseño y el dibujo es cada vez más frecuente pedirle a una IA del tipo de MidJourney o Dall-e que haga una pieza "nueva" a la manera de un artista determinado. Es posible subir una foto propia y pedirle un retrato con el estilo de Salvador Dalí. ¿Hay creatividad ahí? La obra no existía previamente pero sí los patrones que definen un estilo y que son propios del artista. Es por eso que numerosos diseñadores e ilustradores presentaron una demanda contra tres IA generadoras de imágenes desde texto por violación de derechos de autor: "No estamos litigando imagen por imagen, litigamos contra toda la tecnología que está detrás del sistema".
Por su parte, la Asociación de Escritores de América (WGA por su sigla en inglés) inició en estos días un paro contra los recortes de las productoras, sobre todo plataformas. Entre los reclamos incluyeron el pedido de una cláusula en los nuevos contratos que limite el uso de la IA. Más tarde dejaron clara su posición en WGAEast/status/1638643976109703168?s=20">Twitter: "Las empresas no pueden usar IA para debilitar los estándares laborales de los escritores".
El mismo problema se repite una y otra vez. Por ejemplo, la discográfica Universal pidió a las plataformas que bloqueen el acceso de IA a la música de sus artistas. Quieren evitar que se use para entrenar sistemas que luego podrán remplazarlos. A principios de este año el DJ David Guetta pidió a una IA que escribiera y cantara una canción como si fuera Eminem. Después del show aclaró que no la lanzaría comercialmente.
Sin embargo, más de uno se debe haber preguntado sobre la posibilidad de grabar un "nuevo" disco "de", por ejemplo, los Beatles, no solo inédito sino ni siquiera compuesto. De hecho, la primera canción de esa potencial obra ya está lista desde 2016. Reddit, el foro más grande del mundo con 57 millones de visitantes diarios, pedirá a las empresas que paguen si desean usar sus contenidos en el entrenamiento de alguna IA. Y los ejemplos podrían seguir.
Despojo
La novedad sobre los efectos de la IA se desdibujan desde una perspectiva histórica. Ya a fines del siglo XIX Frederick Taylor analizó cómo descomponer los saberes obreros en otros más simples y, de esa manera, contratar a empleados sin preparación, abundantes y baratos o remplazarlos por máquinas y sensores. La revolución digital de los últimos años también viene capturando inteligencia distribuida para entrenar a sus sistemas y ofrecer servicios: es lo que hace, por ejemplo, el buscador de Google, solo por citar un caso muy conocido.
En ese sentido la IA es otro paso en la desposesión de saberes de trabajadores para beneficio del capital. Para defenderse, estos deben enfrentar no solo a sus empleadores, sino también la fantasía de que la IA produce algo nuevo e independiente de lo que ellos mismos hicieron. Seguramente serán acusados de necios ya que, "como todos sabemos", la tecnología "es imparable". Pero la tecnología no crece ni se desarrolla en el vacío sino que son las fuerzas sociales las que moldean y determinan sus usos. El desafío para los trabajadores es lograr que la productividad de la IA se distribuya y mejore la calidad de vida general y no concentre sus beneficios en unos pocos, como viene ocurriendo.