El escritor Martín Kohan dio el discurso de apertura de la 47a Feria Internacional del Libro en Buenos Aires, donde rescató la figura del lector como eje central de este evento anual. Y sostuvo: "La Feria del Libro ocurre en un lugar impropio" y en un tiempo transitorio, que "suple bostas y silbidos por libros y mesas redondas" o “implanta nombres de salas con un efecto rechinante”.
La tradicional Feria comenzó este jueves en el predio de la Rural, donde hay 500 stands vinculados al libro, la participación de 1500 expositores y 12 salas destinadas a actividades especiales.
El autor de ¿Hola? Un réquiem para el teléfono (Ediciones Godot, 2023), Me acuerdo (Ediciones Godot, 2020) y Ciencias Morales (Anagrama, 2007), entre los casi treinta títulos de su producción, fue el elegido por la Fundación El Libro para la apertura de este año. Después del precedente que dejó Guillermo Saccomanno, en 2022, para que se les pague honorarios a los escritores elegidos para dar el discurso de apertura.
"La Feria del Libro se colma de autores, editores, traductores, promotores, difusores; de visitantes o de paseantes, de compradores y vendedores, pero todas esas figuras reunidas y combinadas, distribuidas y en ese entrevero, no hacen, sino convocar otra figura que le da sentido a todo: el lector", destacó.
"La Feria del Libro ocurre en un lugar impropio"
Martín Kohan en su exposición también apuntó con ironía: "No es que no me gusten las grietas, pueden llegar a fascinarme, pero cuando no son entre explotadores y explotados a mi criterio pierden un poco la gracia".
El escritor también reparó en que "hay cosas que no se derraman" como "la riqueza, pues los ricos nunca se sacian"; y que "hay cosas que, en cambio, sí, por ejemplo, la frecuentación de los libros, la costumbre de leer, el gusto por la conversación literaria".
"Las conversaciones de por sí no tienen por qué ser plácidas, armoniosas, edulcoradas ni orientadas por un afán de consenso -dijo ante un auditorio colmado-. Las discusiones de tono subido, acaloradas como se dice, vehementes y hasta exasperadas, son formas de la conversación también”.
"Pienso en el vozarrón de David Viñas, pero también en las modulaciones suaves de Horacio González; pienso en la firmeza de la taxatividad de Beatriz Sarlo, pero también en la apelación al filo de la ironía de Tulio Halperín Donghi”, agregó.
"El ruido de fondo de la Feria les brinda a las conversaciones un marco adecuado", sostuvo. "No es sino en medio del vocerío general que los poetas miden versos o los liberan, que los dramaturgos montan o desmontan escenas, que los ensayistas ensayan, que los narradores traman ficciones con las que van a interpelar la verdad", describió.
"Ruido: la Feria es una feria, suenan voces de compra y venta, como suenan en todas las ferias", de “literatura y mercadito”, definió.
"Las cosas no cambian cuando nos cansamos, cuando cambiamos de tema; nos cansamos y las cosas siguen ahí, intactas, como si nada. La verdad nos fatiga a veces, pero no por eso deja de ser verdad. Esa verdad está en la Feria", finalizó.