Los gobiernos populares que gobernaron o gobiernan en Sudamérica desde comienzos del siglo XXI le deben mucho a Fidel Castro. Los gobiernos y los líderes: Fidel no dejó de dar consejos realistas y constructivos a ninguno. Ayudó a la integración regional y a que los distintos procesos nacionales fueran acompañándose y, en lo posible, acompasándose en un mismo ritmo. Su último viaje al exterior, todavía como presidente de Cuba, fue justamente a Córdoba, en 2006, para una cumbre del Mercosur.
Luiz Inácio Lula da Silva tiene una historia. Cuando ya era presidente del sindicato metalúrgico y había fundado el Partido de los Trabajadores, en 1980, en el momento de decidir si emprendía o no la carrera electoral se vio con Fidel en Cuba. ¿Estaba bien ser candidato a diputado estadual de San Pablo o la transformación de Brasil requería mucho más? Fidel le dijo que fuera candidato porque la diputación sería una base más de la construcción política alrededor de los gremios y del PT. Lula terminaría siendo presidente el 1° de enero de 2003. Bajo su gobierno y el de Dilma Rousseff Brasil, además, se convirtió en el principal inversor privado en Cuba y la clave de la expansión portuaria en el complejo de Mariel.
Evo Morales cuenta que antes de Hugo Chávez, Lula y Néstor Kirchner solo estaba Fidel. Dice que con él conversaba sobre la organización de los cocaleros y la política boliviana. Sobre los Estados Unidos. Y también sobre la política. “Néstor, Hugo y Lula eran hermanos mayores”, dice. “Fidel era todavía más, pero por suerte vinieron ellos.”
En 2005, cuando estaba por realizarse la cumbre de Mar del Plata que debía discutir si se formaba o no un Area de Libre Comercio de las Américas, Fidel organizó reuniones logísticas en La Habana. Hebe Bonafini viajó con Luis D’Elía. Hebe suele relatar que fue Castro quien le dijo que confiara en Néstor Kirchner.
Antes, en la transición democrática, Raúl Alfonsín sacó la conclusión de que el despliegue guerrillero del Frente Patriótico Manuel Rodríguez en Chile terminaría fortaleciendo a los militares chilenos y, de modo indirecto, a los militares argentinos porque les daba una excusa de presupuesto y poder. Tras una reunión con Fidel en La Habana, la actividad del FP Manuel Rodríguez se atenuó hasta hacerse inexistente en términos operativos. Fue en 1986. Dos años después el gobierno de Alfonsín dispuso el uso de fondos reservados para financiar al comando del No en el plebiscito que convocó Augusto Pinochet. El dictador fue derrotado y muy pronto terminó la tiranía.
En los últimos años, incluso ya retirado de la primera línea y con Raúl Castro como presidente de Cuba y primer secretario del Partido Comunista, Fidel utilizó cada encuentro con dirigentes extranjeros, incluida Cristina Fernández de Kirchner, que lo vio durante la visita del Papa Francisco en 2015, para subrayar la importancia de la integración a nivel de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe, la Unasur y el Mercosur.
Con Chávez actuó directamente como un maestro cara a cara. Hasta fue el encargado de comunicarle a Chávez lo que habían descubierto los médicos cubanos. Tenía cáncer. El presidente venezolano llamó a Fidel de todas las maneras imaginables. Una es la más llamativa: “padre nuestro”.