Gauchos en las inmediaciones de un paraje solitario, para que sus fantasías cobren vuelo. Puede decirse así, aun cuando no sea un comentario suficiente sobre la propuesta de Un Fausto Queer, la obra que Carlos Chiappero y David Gastelú –idea, dirección y actuación– estrenan en el CEC (Paseo de las Artes y el río). La segunda de sus dos únicas funciones –la primera fue ayer– es esta noche a las 21.30.

Inspirada libremente en el poema gauchesco Fausto: Impresiones del gaucho Anastasio el Pollo en la representación de esta Ópera, de Estanislao del Campo, Un Fausto Queer encierra varias consideraciones, entre ellas, la de ser la primera colaboración creativa entre Gastelú y Chiappero. “Con Carlos nos conocemos hace muchos años, casi 20 te diría, pero no habíamos trabajado nunca juntos; excepto en algunos formatos más híbridos o itinerantes, nunca desde un material encarado entre los dos, que además nos llevara tanto tiempo como ocurrió con Fausto”, comenta David Gastelú a Rosario/12.

-¿Cómo fue ese proceso de trabajo, habida cuenta de la raíz literaria?

-El poema gauchesco fue el punto de partida, pero a partir de allí y de nuestros propios intereses empezamos a armar nuestra propia hipótesis, de la que surgió este material. En su poema, Estanislao del Campo básicamente desliza una crítica social, a partir del encuentro entre dos gauchos, Pollo y Laguna, en donde uno le cuenta al otro sobre la primera vez que vio una ópera, en el Teatro Colón. Esa ópera es Fausto, de Goethe. El poema desarrolla una visión de diferencia de clase, a partir de un gaucho que entra al Colón, con el meollo puesto en esa diferencia, en esa tal vez ingenuidad del gaucho, por haber creído todo lo que pasa en la ópera como si fuese cierto. Nosotros hacemos nuestra propia lectura, y en lo que hacemos foco es en el encuentro entre Pollo y Laguna, en la inmensidad de la pampa, en esa llanura sórdida. Utilizamos el relato de la ópera de Goethe solamente como una excusa, para que así como en aquel caso, también aquí, en nuestra puesta, el diablo meta la cola y termine liberando una zona de fantasías y deseos reprimidos entre los gauchos, en el medio de la nada.

-Seguramente, esto les permitió una apertura lúdica.

-Sí, eso está. Y es lo que surge al poner un poco en jaque esta idea del hombre patriarcal, a partir de la figura del gaucho y de los valores “puros”. ¿Qué pasa cuando se cae un poco esa coraza y quedan dos hombres solos, en el medio de la nada? En la puesta en escena que elegimos montar, se desata una hibridación de lenguajes, entran las danzas urbanas, con compañeres performers de Casa Mostricia, una de las casa del movimiento Kiki Ballroom de Rosario. En el mundo patriarcal gauchesco, hibridizado con las danzas urbanas, aparece un fuerte acento, puesto en lo que queremos contar, y que tiene que ver con reivindicar de alguna manera nuestras disidencias.

-En esta hibridación de lenguajes seguramente tuvo que ver lo suyo Matías Martínez, quien participa en la dramaturgia.

-Totalmente. En un principio, cuando esto era un cúmulo de ideas desordenadas, con una fuerte intención de armar una obra de teatro a partir de este material, trabajamos con Matías para ordenarlo, y a ello se sumó parte de su estética. Él nos dio ciertos carriles por los cuales transitamos para llegar a esta puesta en escena.

-Por otro lado, vale también pensar en la figura del gaucho, a quien por lo general siempre se lo ha hablado pero pocas veces se le dio voz.

-Justamente, desde el poema mismo se presenta a don Pollo, quien lleva adelante el relato como un ingenuo, ante una realidad que está en contrapunto con la suya, hasta tal punto que se cree realmente todo lo que ve en esa ópera, como si Fausto realmente le vendiera su alma al diablo. Se lo plantea como un gaucho crédulo, si se quiere, y en nuestra versión nos alejamos un poquito de eso, para contar otra situación, que puede ser también la que les pasa tanto a estos dos gauchos así como a otras dos personas, cualesquiera sean.

-¿Cómo fue el trabajo creativo con Chiappero?

-Fue un proceso de trabajo que costó bastante, nos llevó un poco más de dos años. Con Carlos somos los autores pero también los directores, sumado también a la tarea de Natalia Camuso, nuestra asistente, quien nos aporta y organiza desde su mirada. Otro tanto desde el equipo técnico. Pero básicamente, todo surge desde Carlos y yo; fuimos ordenando y a veces desordenando las ideas, para llevarlas a tener la forma que queríamos.

Un Fausto Queer cuenta con actuaciones de David Gastelú y Carlos Chiappero; las participaciones de las y los bailarines Laly Krupp, Leonardo Tabares y Casandra Martinez; diseño lumínico de Federico De Battista; asesoramiento en vestuario de Ramiro Sorrequieta; escenografía de La Tramoya; realización audiovisual y fotos de Guillermo Erijimovich; voz en off de Guillermo Peñalves; diseño gráfico de Diego Stocco; colaboración dramatúrgica de Matías Martínez; y asistencia de dirección de Natalia Camuso. Producción general de La tramoya y Compañía Du Cul Du Monde.