Lector de mi electocardiograma, lectora de mi neurona de turno, lectoro de mi hemoglobina corpuscular media:
Es con ustedes, deudores de mi deuda, simpáticos de mi sistema nervioso autónomo, enzimas de mis procesos bioquímicos diversos. A ustedes, as y os confieso que acabo de pasar una semana extendida plena de oxímorons y contradicciones, aunque sean lo mismo. Porque en pocos días vi cómo bajaba, el presidente, de la reelección, y cómo subía el dólar ilegal. Y cómo mucha muchedumbre, valga la redundancia, se preocupaba más por la segunda noticia que por la primera.
Podría usted decirme, y le daría yo la razón, que la primera de las dos noticias, la renuncia de Alberto –el “tachame la doble”, “las uvas estaban verdes y los dólares no les cuento”, el "me vooooy, como se han ido tantos...”–, era una noticia vieja antes de tiempo; y que él tenía tantas posibilidades de ser reelecto como las que tengo yo de hacerle un gol de penal al Dibu Martínez. Es cierto.
También podría usted decirme que, después de estos cuatro años, ni su tía Eulalia, que desde 1951 ha votado candidatos peronistas aun cuando estuvieron proscriptos, iba a votarlo. Aunque no faltaron los optimistas que fogoneaban la candidatura de Alberto a presidente de Bangla Desh, aprovechando la euforia mundialista, pero bueno, esta es una nota de humor, o sea, seria.
Según la tribuna y parte de la platea, fue un buen gesto, un alivio, una descompresión, una decisión que hizo que el movimiento nacional y popular mirase para otro lado a la hora de pensar candidaturas. Y ese otro lado, ya lo sé, ya lo sabe, ya lo sabemos, es el lado en donde está ella.
Más allá de todo y de nada, era una noticia importante. Sin embargo, pocos días más tarde, la ilegalidad hecha costumbre y naturalizada tomó por asalto la primera plana de medios enfermónicos y no tanto: el dólar clandestino, también llamado blue, había subido más de lo que bajó la imagen de Alberto, y llegó a cotizar por encima de un yacaré, un verde nuestro, “un quinientos”, como dicen por ahí.
Y, como se trata de un billete extranjero, y acá a los extranjeros los cuidamos, muchos precios se ofrecieron a acompañarlo en la escalada alcista: “No vamos a dejarlo solo al dólar”, decían empresarios, comerciantes y operadores diversos, entre remarcada y remarcada.
Y ahí sí, queridos compatriotas, conciudadanos y compañeres de bolsillo vacío, que la guerra contra la inflación produjo uno de los bombardeos con los que nos tiene atribulados: los morrones, el pan, la pizza, las sesiones de psicoanálisis, los cien gramos de queso en almíbar, las tuercas y todo lo que usted agregue a esta penosa lista, se elevó rumbo al infierno económico. Rara paradoja, que “se eleven hacia el infierno”; en todo caso, se trata de una “licencia poética sin goce de sueldo”.
Y dé usted por sentado que cuando el dólar ilegal baje –porque los que compraron para que subiera venderán para “hacer la diferencia”–, los precios no lo van a acompañar en el descenso. “Ya es grande, que se las arregle solo”, dirán los formadores y deformadores de nuestro padecer cotidiano.
Finalmente, una noticia fuera de contexto: se celebra hoy, 29 de abril, el Día del Animal. No tengo claro el porqué de tal conmemoración: no sé si se trata de una batalla en la que los mamíferos derrotaron a los batracios, o del recuerdo del primer loro que dijo: “Síganme, no los voy a defraudar”, o del día en que por primera vez un ser humano le dijo a un perro: "A partir de hoy, sos mi mejor amigo, te guste o no te guste”. No lo sé. Pero, en cualquier caso, los argentinos “humanizamos” a los animales, pero también “animalizamos a los humanos”. A los futbolistas, por ejemplo. Vean, si no, esta lista: Anguila Gutiérrez, Araña Julián Álvarez, Araña Amuchástegui, Bambi Flores, Bichi Borghi, Bichi Fuertes, Búfalo Funes, Burrito Ortega, Chancha Mazzoni, Chancha Rinaldi, Chanchi Estévez, Chiva Di Meola, Chivo Pavón, Conejo Saviola, Conejo Tarantini, Fiera Maxi Rodríguez, Galgo Dezotti, Gata Fernández, Gato Sessa, Gorrión López, Laucha Luchetti, Lobo Cardona, Lobo Fisher, Mono Burgos, Mono Claut, Mono Más, Mono Navarro Montoya, Oveja Telch, Pájaro Caniggia, Palomo Usuriaga, Pato Abondanzieri, Pato Fillol, Pato Pastoriza, Piojo López, Polilla Da Silva, Pulga Messi, Puma Morete, Ratón Ayala, Tero Di Carlo, Tigre Gareca, Toro Acuña, Lautaro Toro Martínez, Toro Morales, y tantos otros.
Y si hablamos de políticos argentinos, desde “el Peludo” para acá, recordamos a “la Tortuga”, "el Bisonte", y, por supuesto, “el Pingüino" y "la Yegua".
Dejemos aquí por hoy. Sugiero acompañar esta columna con el video “Ande con cuidado, que el mundo está complicado” de RS+ (Rudy-Sanz).