“Leer y releer una frase, una palabra, un rostro. Los rostros, sobre todo. Repasar, pesar bien lo que se callan”. Este fragmento de “Recursos”, un poema de Ida Vitale, la poeta uruguaya que en noviembre cumplirá cien años, podría ser una especie de consigna para intentar aproximarse a la 47° Feria Internacional del Libro de Buenos, que tiene como invitada de honor a la ciudad de Santiago de Chile. ¿Cómo leer y releer lo que sucede en un “lugar impropio”, en el predio de La Rural como señaló Martín Kohan en su discurso inaugural? Las caras sonríen, los ojos curiosean, las manos acarician páginas y tapas, los pies se mueven por los pabellones, azul, amarillo, verde... el color de la esperanza. En los primeros días de esta edición presentaron libros Hernán Díaz, el argentino que escribe en inglés y que ha cautivado a Barack Obama y Kate Winslet con su novela Fortuna (Anagrama); Martín Caparrós y Luis Gusmán; y conmovió al público el poeta chileno Raúl Zurita con la lectura de Canto a su amor desaparecido. Los expositores, editoriales, librerías, distribuidoras, coinciden en que arrancó “muy bien” de público la Feria, que se está vendiendo, a pesar de la inflación y la estampida del dólar blue, y anticiparon que los precios de los libros aumentarán a partir del 1° de mayo.
El murmullo de la felicidad
En el stand 1420 del Pabellón Amarillo, Ana Vilches, de Catapulta, una editorial especializada en literatura infantil y juvenil, cuenta que las ventas durante las jornadas profesionales de este año (los días martes, miércoles y el jueves, antes de la apertura al público de la Feria) fueron superiores al año pasado. Compraron muchos libreros extranjeros para quienes los libros argentinos resultan baratos. “En público, bien; en ventas también. Por momentos baja, por momentos un stand está más lleno que otro, pero en general veo muchos adolescentes, muchos jóvenes leyendo, y eso está buenísimo”. Para Vilches quizá el público bajó un poco en estos primeros días en comparación con la Feria del año pasado, que alcanzó el récord de 1.324.500 visitantes . “El año pasado veníamos de estar encerrados por la pandemia; entonces había que salir y entrar a la Feria”, resume la encargada de Catapulta, stand donde se puede conseguir todos los títulos de la colección Burundi de Pablo Bernasconi. Este fin de semana, especialmente el sábado a partir de las 20 horas, cuando el público empezó a entrar gratuitamente por La Noche de la Feria, los pabellones desbordaron con jóvenes y familias ávidas por hurgar en los stands de las editoriales, librerías y distribuidoras en busca del libro deseado. “Me gusta escuchar el ruido de la Feria; es un murmullo que brinda felicidad”, dice Vilches.
Desde Fondo de Cultura Económica, en el stand 1023 del Pabellón Verde, Carlos Salcedo confirma también que la Feria “arrancó muy bien, con mucha gente”. El encargado del stand de este grupo editorial asentado en México, con presencia en varios países latinoamericanos, sabe que todavía faltan muchos días hasta el lunes 15 de mayo, cuando concluirá esta edición, y habrá que ver si ese “flujo de gente” se podrá sostener y si eso se traducirá en más ventas, porque el contexto de incertidumbre por la inflación y la estampida del dólar blue no estimulan el consumo. “Tenemos el feriado del primero de mayo y esperamos que venga mucha gente; en principio promete ser una buena feria”, augura Salcedo. “A pesar de la crisis generalizada, se está vendiendo bien, por ahora”, subraya y anuncia que habrá un aumento del precio de los libros a partir del 1° de mayo. “¿La gente se queja del valor de los libros?”, pregunta Página/12. “Se queja bastante, sobre todo el público local, no tanto la gente que viene de los países vecinos con dólares. Para ellos los libros están baratos y pueden hacer buenas compras. Todavía es muy temprano, estamos en los primeros días, pero tengo la impresión de que va a ser una buena feria. La expectativa es muy alta; si esta feria fuera igual a la del año pasado, sería genial”, reconoce Salcedo.
Aumento de precios
Colas durante todo el día en el stand 820 del Pabellón Verde. Los libreros de otros países compraron muchos libros en Riverside Agency, distribuidora de sellos como Anagrama, Edhasa, Acantilado, Galaxia Gutenberg, Impedimenta y Libros del Asteroide, entre otras editoriales. “El libro argentino para los extranjeros está barato; para nosotros, no”, sintetiza Benjamín Angeloni. “La situación económica de esta semana fue bastante estresante por el aumento del dólar. Yo creo que los libreros extranjeros, sabiendo que los libros van a aumentar, compraron para tener stock y no pagarlos más caros. La Feria arrancó con los libros a un precio, pero en nuestro caso vamos a aumentar a partir del primero de mayo por la inflación. No sé cuánto, pero supongo que será entre un 7 a un 10 por ciento”, confirma el encargado del stand, aunque aclara que cada editorial decidirá si aumentarán los precios. Angeloni asegura que los primeros días se vendió más en comparación con el año pasado. “La verdad es que el impacto en ventas de las jornadas profesionales en la Feria del Libro viene creciendo. La feria siempre es una visita obligada para el ciudadano de Buenos Aires y creemos que, como el año pasado, nos van a acompañar”, confía el encargado de Riverside.
Silvia País, de Colihue, en el stand 710 del Pabellón Azul, cuenta que los primeros días de la Feria siempre hay “menos” gente. La editorial, que tiene libros de sociología, historia, pensamiento contemporáneo y literatura infantil de autores como Horacio González, Norberto Galasso, Silvia Schujer y Adela Basch, entre otros, está adherida a dos descuentos tentadores en tiempos de salarios aplastados y bolsillos flacos: 30% de descuento con el Banco Nación y hasta 6 cuotas sin interés (con tope de reintegro de 2.500 pesos) y 30 % con el Banco Provincia y hasta 4 cuotas sin interés (con tope de reintegro de 2.000 pesos). Los libros más baratos de Colihue son los de la colección “Morochitos”, a 490 pesos, entre los que se destacan Canción para hacer la mazamorra, de Laura Devetach y Eleonora Arroyo; y Todo, todito, todo, de Laura Devetach y Julio Pagano. A la hora de buscar ofertas una opción es el stand 617 de la librería Dickens en el Pabellón Azul. Hay un combo con 3 libros a 4.000 mil pesos, con títulos como La disolución (Tusquets), de Diego Erlan; Bandidas: once historias de ciertas mujeres (Planeta), de Nahuel Gallota; Serrat en la Argentina (Planeta), de Tamara Smerling; Mi mundo privado (Tusquets), de Elvio Gandolfo; El hombre que duerme a mi lado (Tusquets), de Santiago Loza y Todo lo que necesitás saber sobre la guerra fría (Paidós), de Telma Luzzani, entre otros.
“Los libreros y distribuidores de los países limítrofes estaban muy contentos con la devaluación del dólar informal, así que compraron bastante”, ironiza Gabriel Waldhuter de la distribuidora Waldhuter, que tiene libros de editoriales de España como Páginas de Espuma, Minúscula, Capitán Swing y Alpha Decay, entre otras, y está ubicada en el stand 410 del Pabellón Azul. “Hay un lindo caudal de gente con ganas de comprar libros. En algunos casos se asustan de los precios, pero están las promos del Banco Provincia y el Banco Nación que ayudan bastante”. Algunos editores independientes vienen planteando la posibilidad de haya un dólar libro para incentivar la exportación del libro argentino. “Yo no lo veo mal, si es únicamente para la exportación; pero a los importadores no nos conviene”, advierte Waldhuter y señala que no están ingresando muchos libros importados. En su caso por una complicación añadida por el CEF (Capacidad Económica Financiera) que exige la AFIP. “La AFIP te da una cantidad de pesos para que luego puedas importar. Como nosotros estamos exentos de pagar IVA, nos dan el CEF una vez al año, entonces es muy pequeño el CEF que tenemos, a diferencia de los que son responsables inscriptos, que le renuevan el CEF todos los meses. A los exentos no nos renuevan porque la AFIP dice que no tiene forma de calcular mi capacidad económica financiera. Me quedé sin el CEF y no pude hacer la importación de novedades para la Feria. Estoy con el stock que tengo y una pequeña importación que era lo último que nos quedaba del CEF y que pudimos traer”, explica el distribuidor.
Waldhuter importa más libros de los que exporta. El distribuidor confirma también que los libros aumentarán a partir del primero de mayo, entre un 10 y un 15 por ciento. “Aunque el dólar oficial no aumentó y sigue a 230, cuando importás no pagás inmediatamente, entonces no sabemos, cuando tengamos que pagar, a qué precio estará el dólar informal. Tenemos que poner algo en el medio entre el valor oficial y el informal para evitar que sea todo pérdida”, comenta Waldhuter.
Uno de los vendedores del stand hace una recomendación especial de cinco títulos (tres de editoriales de España, dos de Argentina): Ars moriendi, de Michel Onfray, reflexiones irónicas del filósofo sobre todas las posibles caras del final de la vida, editada por la española Firmamento (7.690 pesos); Cien aspectos de la luna, de Tsukioka Yoshitoshi, uno de los artistas de xilografía del siglo XIX más reconocidos de Japón, publicado por la catalana San Soleil Ediciones (9.890 pesos); La curiosa librería, del artista y escultor Shinsuke Yoshitake, editado por Pastel de luna, una bellísima editorial madrileña de álbum ilustrado, (6.290 pesos), que es uno de los libros más vendidos en el stand; Diario de la dispersión, de Rosario Bléfari, publicado por la argentina Mansalva (4.280) y una pequeña joyita: Ya ni se acuerda de mí, del brasileño Luiz Ruffato, de la editorial cordobesa Portaculturas (2.100 pesos).
El grupo Octubre y el bichito de la lectura
Lo primero que impacta del Grupo Octubre, en el stand 705 del Pabellón Azul, es la escenografía con el balcón de la casa Rosada, que se exhibió en el parque temático “Perón volvió”. Para Carla Lorenzo, la encargada del stand, la feria arrancó “bastante bien” y enumera los platos fuertes editoriales para esta edición: El amor vence, de Marina Olmi, definido por Lorenzo como “la estrella de las novedades”; y Las cartas del capitán, de Hugo Soriani, “uno de los más esperados” por los lectores del diario que siguen las contratapas que tienen como protagonista principal al padre del director general de Página/12. Entre los más vendidos están los tomos de la colección Tapas que hacen historia, especialmente los dos tomos de Cristina, “No fue magia” (2011-2015) y “Jamás tomaría una decisión en contra del pueblo” (2007-2011). Otro libro que se vende muy bien, según Lorenzo, es Perón volvió, de María Seoane y Víctor Santa María. En el stand se desplegará una intensa programación con presentaciones de libros, debates y homenajes. Otro imperdible de la editorial es No voy a traicionar a Borges, de José Luis Rodríguez Zapatero. “Queremos que los libros circulen y que venga mucha gente. El discurso de Kohan en la inauguración apuntó al lector y me parece que tenemos que lograr que a los lectores les pique el bichito de la lectura con nuestros libros”, concluye la encargada del stand.