La fachada de la Fundación Louis Vuitton en París (Francia), sede de un museo de arte, fue cubierta de pintura este lunes, en el marco de una manifestación de la organización ambientalista Extinction Rebellion, mientras que otro grupo ecologista roció el Ministerio de Justicia, ubicado en la plaza Vendôme.
En un vídeo publicado en Twitter por el periodista independiente Clement Lanot, se ve un grupo de activistas rociando con pintura naranja y rosa el museo privado, que este lunes está cerrado.
Los activistas de Extinction Rebellion vandalizaron las fachadas de cristal usando "extintores" y "bombas de pintura" fabricadas con "pequeños globos", explicó un portavoz de la organización.
El grupo dijo que con esta operación busca criticar al grupo de LVMH, al que pertenece Louis Vuitton, ya que lo acusa de "optimización fiscal", una práctica para pagar menos impuestos.
"En este contexto social en el que hay franceses que renuncian a una comida al día por la inflación, la salud de los grandes grupos es indecente", justificó el portavoz de los ambientalistas.
El vocero añadió que "las reivindicaciones salariales y sociales de los sindicatos" cuentan con todo su apoyo, en referencia a la manifestación del 1 de mayo este lunes en París por el Día Internacional de los Trabajadores.
La Fundación Louis Vuitton es uno de los museos más concurridos de París y actualmente exhibe la exposición "Basquiat x Warhol, a cuatro manos".
Por su parte el grupo ecologista Dernière Rénovation (Última Renovación) lanzó pintura en la fachada del Ministerio de Justicia en la Plaza Vendôme, informó esta organización en un comunicado.
En esta plaza, que es conocida por sus joyerías de lujo, está el hotel Ritz, que fue blanco de los globos con pintura lanzados por los activistas.
Protestas en Francia contra la reforma de las pensiones
Cientos de miles de personas marcharon este lunes 1º de mayo en Francia para expresar su oposición a la medida que eleva la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años. Aprobada por decreto, la reforma previsional es rechazada por 7 de cada 10 franceses. Los sindicatos lo consideran una amenaza para los derechos de los trabajadores.
"Tenemos cifras de movilización que son históricas para un primero de mayo, es una señal sobre la cuestión social, no sobre la cuestión política como en 2002. Es una señal de que el resentimiento y la cólera no disminuyen", señaló Laurent Berger, Secretario General de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT).