Cuando el pasado lunes tomó estado público, el primer fixture de la Superliga despertó polémicas varias, centradas en la eliminación de la fecha de los clásicos, y en que éstos no tendrán revancha dentro de la temporada. El análisis de ventajas y desventajas para cada uno de los 28  equipos llegó hasta el cálculo de la cantidad de kilómetros que cada cual debería recorrer a lo largo del campeonato. También hubo cuestionamientos porque había equipos que jugarían tres fechas seguidas de local, y después afrontarían otros tantos como visitante. Se daban, asimismo, casos insólitos, como que Boca iría a Lanús por quinta vez consecutiva. Sin tanta repercusión, las críticas hicieron foco, además, en el parate que sobrevendría apenas iniciado el torneo, puesto que luego de la segunda fecha habría un parate de casi 15 días por la fecha FIFA, como por la extensión del receso de verano, que sería de un mes y medio, dado que la décimo tercera fecha se jugaría el 10 de diciembre y la décimo cuarta, el 28 de enero. Pero la Superliga recogió el guante, hizo trascender que lo publicado por casi todos los medios era, en realidad, un boceto de trabajo y que todavía debía recibir el visto bueno de las cadenas Fox y Turner, y de los organismos de seguridad. El papelón se completó con la confirmación de que el campeonato no comenzará el próximo 18 de agosto, como establecía el fixture nonato, sino una semana después, el 25, aparentemente por un pedido efectuado por los encargados de la televisación.

l Los clásicos. Aquel invento argentino de jugar en una fecha todos los clásico quedaría en el recuerdo. La Superliga los disemina a lo largo de la temporada futbolística, y establece que no habrá posibilidad de revancha dentro del mismo certamen. Según ese papel de trabajo que ahora deberá ratificar o rectificar la Superliga, River recibiría a Boca, pero visitará la Bombonera recién en la temporada 2018/2019. A propósito, la fecha del Superclásico fue uno de los motivos por los cuales habrá cambios en el bosquejo de fixture, ya que al ser programado no se contempló que el equipo de Marcelo Gallardo podría estar por jugar la final de la Copa Libertadores y si así sucediera, pediría la postergación a la que lo habilita el reglamento. Volviendo a los clásicos, Racing sería local de Independiente en el Cilindro y San Lorenzo de Huracán, y sigue la lista. Claro que para conformar a los grandes se previó que jugarán dos clásicos de local y dos de visitantes. Así, por ejemplo, River también recibirá a Racing, pero visitará a Independiente y San Lorenzo, mientras que Boca será local ante la Academia y el Rojo, y visitará a San Lorenzo.

l Los kilómetros. La cuestión de la cantidad de viajes que haría cada equipo al interior del país también fue motivo de polémica. En ese aspecto, el programa de partidos que quedó en suspenso marcaba paridad entre Racing e Independiente, que a lo largo del torneo recorrerían poco más de nueve mil kilómetros. Después estarían River y San Lorenzo, con algo más de ocho mil. Muy lejos quedaría Boca, que desandaría poco más de dos mil. 

l Los parates. El acierto más destacable del fixture era el respeto de las fechas FIFA, aunque la cuestión despertó algún comentario crítico, sobre todo porque el primer parate se daría demasiado rápido, apenas después de la primera fecha. Sin embargo, la Superliga le daba coherencia a aquello que pregonan desde la AFA, en el sentido de darle prioridad para que Jorge Sampaoli disponga al menos del tiempo de trabajo que reconoce la FIFA para citar a los jugadores, cada vez que hay un compromiso internacional. 

De todos modos, la postergación del comienzo del torneo como el papelón de dejar que trascienda un fixture para después descalificarlo aunque sea parcialmente demuestra que con Superliga, liga o como se la quiera llamar, todo es muy difícil de cambiar en el fútbol argentino, presa ideal de las mezquindades dirigenciales que lo han llevado a un estado de endeblez, que no se solucionará mágicamente por haber conseguido que un par de cadenas televisivas desembolsen una fortuna para su televisación, a expensas, claro, de que los hinchas argentinos también deban oblar mucho dinero para ver los partidos que durante nueve años recibió gratis gracias a Fútbol para Todos.