Mishiadura bailable es una opereta de Manolo Longueira, que retrata la vida de un puñado de personajes marginales, que transitan cada día por la gran ciudad porteña. El espectáculo recrea la relación entre los embajadores del poder (empresarios con fortunas de origen incierto, policías, jueces) y esa humanidad vulnerable que llega en busca de oportunidades desde los suburbios a Once, el barrio popular de la estación terminal del Ferrocarril Oeste.
La obra se desarrolla en un tono de fiesta disparatada y bailantera. Aprovecha las posibilidades burlescas del género, a través de una relatora activa que teje una historia llena de humor, ritmo, acción y fantasía. El jefe de la venta callejera de la zona, devenido en ascendente comerciante, ve peligrar su negocio por el asedio de la malaria social y por la amenaza de la pérdida de su hija, quien decidió casarse con El Máquina, capo de los vendedores ambulantes y mendigos. Este es el nudo temático que desata las distintas peripecias.
La ética está ausente, las necesidades arman la legalidad y el objetivo es sobrevivir, sea como sea. Con sus lenguas afiladas, los personajes cuestionan el doble discurso del sistema social, la corrección política y la hipocresía de los mandantes.
“Sean todos bienvenidos a este paraíso de brillantina en donde el pecado de la lujuria es ley y la moral, una farsa. Exhumadas quedan las tristezas, en este sitio donde no hay juicio para quienes equivocaron el camino. Bailémosle juntos a esta miseria que suena, estridente, y nos reúne una vez más”, invita la conductora del show, una brillante Lucía Adúriz.
Los intérpretes copan la escena y le clavan la mirada al espectador. Es difícil permanecer ajeno frente al desfile de putas, delincuentes, manteros, cartoneros y mendigos envueltos aquí por la música tropical y en danza comunitaria y erótica, que ayuda a olvidar las penas.
La pobreza de unos y la transgresión de otros se retratan con un fondo de cumbias, cuartetos, tangos y ritmos latinoamericanos, en un paisaje multicolor y diverso que relega por un rato la miseria y el dolor. La celebración desbordada es la forma de resistencia a una estética rígida y a la falsa moral del establishment.
Teatro popular, barroso, de los sentidos, que perdona los pequeños delitos de los desposeídos, pero es consciente de que esa concesión no ocurre sin castigos en la vida real, donde los que menos tienen suelen pagar el costo de la plusvalía de los ricos.
“Cuando uno habla del Once, le brotan aromas a fritanga, filas de gente prensada en los infernales bondis, arrebatadores, mecheras, oportunistas, veredas atestadas de los que circulan para tomarse el tren al Oeste”, dice Longueira. Mishiadura Bailable es un homenaje al popular boliche del barrio El Fantástico Bailable y se apoya en lo que palpita y transcurre en esa zona del centro.
Arte de denuncia y de combate, donde la alegría también juega un papel fundamental. Mishiadura es una opereta popular que parte de La Ópera del Mendigo de John Gay, escrita en 1728 e incorpora elementos de la Ópera de dos centavos, de Bertold Brecht, de La ópera del Malandro, de Chico Buarque y de la obra poética de Wahington Cucurto, Discépolo y Camilo Blajaquis.
La puesta en escena tiene un tratamiento dinámico del espacio donde el único elemento fijo es el lugar que ocupa La Miserable Orquesta del Once mientras el resto de los elementos entran y salen con el propio movimiento de actores, que transforman el espacio según los requerimientos de la acción. Es más cercano al concepto de ámbito escénico que al de escenografía. Los mismos objetos usados de distinto modo sirven para ambientar un local de ropas, un galpón tomado o la cárcel de Devoto. El artificio está expuesto a la vista del público y otro factor de la puesta es la rotación de personajes y el cambio de uno a otro en un segundo o tercer plano de la acción, que sucede en simultáneo con la acción principal, provocando un efecto de distanciamiento.
Mishiadura bailable se puede ver los domingos a las 19 en Área 623, Pasco 623, Ciudad de Buenos Aires.