En la última semana de abril, los precios de los alimentos y bebidas, pero también de otros artículos que son parte del consumo de las familias, tuvieron un rebote producto de la corrida cambiaria que alimentó una vez más la incertidumbre en especial en los comercios chicos.
Desde la Federación de Almaceneros de la provincia de Buenos Aires (FABA) advirtieron a PáginaI12 que recibieron listas con “un 9 por ciento de aumento en la primera semana del mes y otro 10 por ciento en la última semana”. Así, el impacto de la corrida cambiaria de fines de abril se sentirá con fuerza en la inflación de mayo, que viene además cargada con subas en regulados (tarifas, transporte, prepagas, colegios).
Desde el sector de súper e hipermercados señalaron que las empresas alimentarias no están cumpliendo con el abastecimiento, previsiblemente porque privilegian a otros canales de comercialización en donde pueden remarcar por arriba de la pauta del 3,2 por ciento mensual sugerida en Precios Justos.
Desde FABA indicaron que en la última semana de abril los precios en los mayoristas sufrieron un aumento promedio del 12 por ciento, similar a lo ocurrido en otras corridas cambiarias como la última registrada en julio de 2022 tras la renuncia del entonces ministro Martín Guzmán. “Ante la incertidumbre que genera la suba del dólar se producen remarcaciones preventivas para asegurarse poder reponer la mercadería, pero si luego el precio del dólar baja los restantes precios no vuelven al nivel anterior”, denuncia Fernando Savore, presidente de FABA.
El 80 por ciento del consumo doméstico se realiza en comercios de cercanía (almacenes, pequeños comercios de barrio y supermercados chinos) como los nucleados en FABA, que a su vez en un 80 por ciento compran la mercadería a mayoristas y distribuidoras a donde no llega el programa de Precios Justos. Entonces el comercial pyme queda atrapado en medio de conductas defensivas y sin herramientas estatales que permitan regular los aumentos.
Respecto al consumo de carne, la venta en carnicerías da cuenta del 70 por ciento, según IPCVA. La semana pasada se produjo una fuerte remarcación que, de acuerdo al Sindicato Obrero de frigoríficos, Empleados de la Carne y Afines (Sofeca), provocó una caída en el consumo de carne vacuna en comercios de entre un 40 y 50 por ciento. El secretario general del Sofeca, Alfredo Bruno, manifestó su preocupación por el riesgo a perder fuentes de trabajo dado que “hay muchas carnicerías chicas que cerraron porque no pueden costear la luz, el alquiler y los empleados”.
Bruno sostuvo que “el aumento es por la suba del dólar, que no tiene nada que ver con el consumo interno” y lo vinculó con la conducta de “un grupo concentrado de no más de 15 empresas, nacionales y multinacionales, que ellos no quieren que las media reses vayan a la carnicería, la quieren trocear en estas empresas”, de ese modo controlan más el precio y dañan el empleo en carnicerías. De acuerdo al relevamiento de precios del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO) actualizado al lunes 24 de abril, la carne subió en promedio 11,2 por ciento durante abril.
Desde FABA detallaron que en algunos casos como los lácteos, donde la entrega se hace directamente en los comercios, los aumentos fueron mayores. La concentración en las grandes empresas alimentarias es señalada como un problema para el sector: “en el caso de un comercio de cercanía la presencia de Arcor puede explicar el 30 por ciento del total exhibido (enlatados, galletitas) y en el caso de un kiosco explica más del 50 por ciento, entonces si Arcor ajusta los precios el comercio pyme subirá todos sus precios de venta para asegurar la reposición”.
La dispersión de precios con súper e hipermercados es creciente: un aceite se consigue a 430 pesos por precios justos pero en almacenes no baja de 840 pesos. Desde la Asociación de Supermercados Unidos (ASU) denunciaron que el problema no son los precios de los casi 2000 artículos en Precios Justos, sino los faltantes de los restantes productos que tienen las marcas que participan del programa que muchas veces no se entregan porque los proveedores prefieren desviar la mercadería hacia los comercios chicos en donde pueden saltear la pauta de aumento del 3,2 por ciento mensual.
En los súper e hipermercados las entregas son a cuentagotas o directamente hay desabastecimiento en marcas específicas: “el producto no falta pero sí la marca y eso genera insatisfacción en el cliente porque busca consumir determinado producto que en góndola no lo va a encontrar porque no hay variedad”, expusieron desde ASU, la asociación que nuclea a Coto, Cencosud, Carrefour y Chango Más, entre otros.
Por otro lado observan que “no se llega a completar las cuatro o cinco filas de un mismo producto en góndola” debido a que el stockeo de mercadería también se va reduciendo. Apuntaron a las grandes marcas como Molinos, Arcor y Saputo (la reciente líder en lácteos) que retrasan el abastecimiento, “lo cual se puede comprobar sencillamente en las diferencias entre los remitos y las órdenes de compra que envían los supermercados”.
Los super e hipermercados poseen un Sistema de Alertas Tempranas por el cual informan a la Secretaría de Comercio en tiempo real sobre los faltantes de sus proveedores, esa información permite a la secretaría establecer multas como las impuestas la semana pasada a a Danone y Coca-Cola por aplicar remarcaciones del orden del 32,5 por ciento mensual, bastante superiores a las toleradas por Precios Justos.
El relevamiento semanal de precios del CESO, actualizado a comienzos de la segunda semana de corrida cambiaria, mostró que en productos secos como la yerba y el arroz se registraron aumentos semanales de entre 9 y 13,3 por ciento. Desde ASU agregaron que hubieron subas puntuales autorizadas por la Secretaría de Comercio por aumento del precio regulado de la yerba canchada y por el efecto de la sequía sobre la cosecha de arroz. Como la canchada subió 52 por ciento a comienzos de abril, y otros aumentos se repetirán en mayo y julio según el Instituto Nacional de la Yerba Mate, ese ajuste provocó una suba en las góndolas del orden del 15 por ciento en promedio. En el período acumulado entre enero y marzo de este año la yerba mate había aumentado un 17 por ciento, según Indec.
Otro aumento regulado fue el del arroz que se asocia a la pérdida ocasionada por la sequía. La Secretaría de Comercio autorizó un incremento del 9 por ciento durante abril, mientras que las arroceras (Adecoagro y Molinos) pedían un 45 por ciento, informaron fuentes del sector. El cereal aumentó 32 por ciento acumulado en el primer trimestre del año, según Indec.
Otras subas puntuales se registraron en el caso de los lácteos, la firma Mastellone cumple con el acuerdo de Precios Justos pero las otras retacean y sólo entregan algunas marcas de productos determinados, como se mencionó. Un dato de color: el viernes pasado el noticiero de Canal 9 mostró el precio del supermercado de Coto para el maní japonés que el 23 de abril era de 253,75 pesos y apenas tres días después había pasado a valer 467,77 pesos, es decir un aumento del 84 por ciento. El maní japonés se hace con harina enriquecida, azúcar, sal y aceite vegetal, algunos de estos ingredientes se exportan y pudieron aprovechar la suba del dólar blue para impulsar un alza especulativa en los precios domésticos.
Hay claros ganadores y perdedores en esta pulseada ya que una vez estabilizado el precio de la divisa los precios no retroceden. La semana pasada, el ministro de Economía, Sergio Massa, mantuvo reuniones con representantes sindicales y empresarios buscando reforzar el compromiso de estos sectores en medio de la corrida y previendo anticipar conductas ante un escenario que posiblemente se repita.