Nos aproximamos a las elecciones presidenciales que serán decisivas, una vez más, para la vida de nuestro pueblo y para el futuro como colectivo nacional. En la elección porteña se elegirá Jefe de Gobierno, legisladores y comuneros mediante un sistema decidido por Larreta en función de sus especulaciones de conveniencia electoral, principalmente por la interna del PRO y de JxC, tan implacable como desprovista de toda propuesta programática, particularmente al pueblo porteño. Hasta aquí ni los candidatos del PRO ni los radicales, han presentado ningún debate de ideas acerca de la ciudad que tenemos, con sus complejidades y contradicciones de todo tipo. Un tema central a discutir es el modelo de gobierno macri-larretista imbricado con los negocios de capitalistas constructores, que parasitan el suelo porteño invadiendo los barrios y avenidas con sus monstruosos edificios. Mucho menos surge alguna disposición a proponer la discusión sobre el modelo de ciudad futura, o sea, el rumbo político cultural que debiéramos transitar para mejorar la vida del conjunto de los 3.120.000 habitantes de nuestra gran ciudad.
Resulta imprescindible sustraerse al falso dilema que nos presentan los grandes medios sobre las zancadillas, traiciones y descalificaciones de los políticos de la derecha, y sus controversias acerca de una eventual alianza o disputa con el ultra derechista Javier Milei. Las teatralidades para la gilada que subestiman a la sociedad sobre halcones y palomas están muy gastadas, ya que en realidad la única disputa ideológica pasa por quien se presenta como más conservador.
Se trata entonces de interpelar a nuestra ciudadanía confiando en su madurez y capacidad de discernimiento, con vistas a dejar atrás 15 años de gobiernos de derecha, pensando en crear una opción de verdadero progreso, humanista y solidaria, que entronque con el proyecto nacional, transformándose en una alternativa democrática y eficiente, tangible para el pueblo porteño. Es decir, ir hacia otro modelo de ciudad que tenga como centro la participación real de los vecinos en la cosa pública, contrapuesta al actual de un gobierno que es parte del dispositivo de negocios. El estado porteño ha mutado hasta transformarse en un agente empresario, que no solo privatiza tierra pública e inmuebles, sino que también lo hace con la educación y la salud. Su lógica de mercado se proyecta hacia todos los planos de la vida social, mutilando radicalmente el sentido de lo público. El paradigma conservador que se aplica en la ciudad ha sido el de transformar derechos sociales conquistados en décadas por el concepto de que todos deben ser bienes de mercado transables, opuesta a la idea de ciudadanía, como pueblo, con derechos y obligaciones. Para ese proyecto también es necesario negar todo lo que implique participación popular, especialmente la descentralización en comunas. El ideario auténticamente democrático es el contrario: convocar a la más amplia participación de los vecinos para que gestionen los problemas cotidianos, y el desarrollo de políticas públicas para resolver los dilemas actuales de nuestra ciudad. Para entender el proyecto de Larreta, Bullrich y Vidal hay que ir a su núcleo ideológico: individualismo y competencia, incluyendo la reivindicación del egoísmo como motor de la vida y la sociedad y la desigualdad como paradigma para lo cual resulta imprescindible desvalorizar el rol del estado democrático. Así las cosas, debiéramos preguntarnos: ¿El pueblo porteño valora la educación pública, la escuela, la universidad, las políticas para desarrollar ciencia y tecnología desde el estado; o simplemente se allana a la visión pro empresa del macrismo? Nuestra convicción es que la gran mayoría de la sociedad valora lo público por su sentido social y cultural, sustentada en principios éticos fundantes y porque ha influido y aportado a la formación y educación de muchas generaciones.
Ante el despliegue descontrolado promoviendo la construcción de edificios por todos los barrios debemos proponer la creación de centros cívicos que aglutinen a nuestra comunidad alrededor de proyectos que ofrezcan cultura, deporte, recreación, infraestructura para la niñez y los adultos mayores. ¿Acaso esta iniciativa no hubiera sido superadora para los playones ferroviarios que ocupan siete manzanas en Colegiales, en lugar de la consabida construcción de edificios que se está implementado? Se trata de generar un cambio verdadero en pos de una vida colectiva sustentada en la defensa común del medio ambiente y en valores culturales de carácter solidario y cooperativo. Lo que está en juego no es la definición acerca de uno u otro candidato sino de un sentido para nuestra ciudad y la vida de nuestra gente. La idea de respeto, solidaridad y fraternidad no es una cuestión enunciativa. Por el contrario, se trata de valores que sustentan proyectos de vida social colectiva, para una ciudad como nuestra Buenos Aires. Se trata de valores que impregnan al conjunto del cuerpo social. La idea de solidaridad implica integrar a nuestras diversidades culturales, sociales, religiosas, de género, lo cual nos enriquecerá favoreciendo conductas convivenciales, el verdadero camino contra todo tipo de violencias.
La cultura debe desplegarse amalgamada con los problemas sociales y económicos de nuestro pueblo porteño, incluyendo a los 850 mil pobres que habitan la ciudad, y a las graves diferencias de todo tipo ya cristalizadas por el gobierno de Larreta; entre nuestra gente que vive en la zona sur y la del norte, aunque también hay que atender a la franja de la clase media que en muchos casos está desbordada en términos económicos y sumida en la incertidumbre sobre su futuro. La cultura no puede ser un adorno para embellecer proyectos empresariales en determinadas zonas en la que se implantan “modernidades”, que no son otra cosa que remodelar barrios enteros para implantar negocios; eso sí, todo bien regado de un frívolo marketing.
O se continúa con una ciudad falsamente moderna para negociantes, o vamos hacia otra sustentada en lazos solidarios como parte de un proyecto colectivo.
* Secretario general del Partido Solidario y Director del Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”