Uno de los principales mitos que difunde la corriente liberal libertaria, y que es parte de la plataforma electoral de Javier Milei para las elecciones 2023, es que la presión tributaria argentina es una de las más elevadas del mundo, lo cual impide el desarrollo económico en el país. Según la Subsecretaria de Ingresos Públicos, la presión fiscal en Argentina es de 29,1 por ciento, por debajo del promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que es 34,1 por ciento.
Presión fiscal en Argentina
Incluso, Argentina se encuentra lejos de los países con mayor presión fiscal, que son Dinamarca (46,9 por ciento), Francia (45,1 por ciento), Austria (43,5 por ciento), Italia (43,3 por ciento) y Finlandia (43 por ciento).
Si bien es cierto que la presión fiscal argentina es superior al promedio de América Latina, a nivel internacional se encuentra en el puesto 37, muy por debajo de los países más desarrollados, según la OCDE. Aunque la presión fiscal nacional es superior a la de Estados Unidos, hay una diferencia cualitativa en sus fuentes de recaudación: mientras la Argentina más que triplica a Estados Unidos en sus ingresos por los impuestos a bienes y servicios (indirectos y regresivos), Estados Unidos más que duplica sus ingresos por gravar ingresos y ganancias (directos y progresivos).
Impuestos en Argentina y en el mundo
Dinamarca casi sextuplica a la Argentina por el peso de sus impuestos a los ingresos y ganancias, mientras que Canadá y Nueva Zelanda, más que lo triplican. En todos estos casos, la recaudación por consumo es inferior a la Argentina, con el caso notable de Canadá, que es menor a la mitad.
Esto quiere decir que Estados Unidos, que es la economía con el PBI más grande del mundo, en lugar de tener una carga tributaria volcada a los impuestos indirectos y regresivos, los cuales premiarían la acumulación de capital, como sucede en Argentina, presenta una recaudación mayor con impuestos progresivos, aquellos que gravan con un peso mayor a los que más capacidad económica tienen o, en otras palabras, alivian a los que poseen un menor ingreso. La realidad contradice a la ideología libertaria.
Además de afirmar que la presión tributaria es elevada, también aseguran que eso impide la inversión y el desarrollo económico. En ese sentido, la corriente liberal-libertaria sostiene que no es posible tener un negocio rentable en la Argentina. Pero por las premisas de equilibrio de mercado (que ellos mismos abrazan), si no fuera posible obtener rentabilidad en Argentina, tampoco habría negocios. Es sencillo, nadie va a invertir en forma constante en donde pierde dinero. Esto se puede observar analizando las grandes rentabilidades que logran en el sector formal las empresas.
Rentabilidad de las empresas en Argentina
La tasa impositiva sobre las ganancias a las sociedades, entendida como la tasa global de impuesto a sociedades más tasa efectiva sobre dividendos, en Argentina es del 32,3 por ciento, menor que el promedio de la OCDE, del 41,1 por ciento. También es inferior a la de China (40 por ciento) y Estados Unidos (48,4 por ciento).
Por otro lado, si se toma como referencia de inversión a la formación bruta de capital fijo, se puede observar que hay periodos, como del 2004 al 2008, donde hay un fuerte aumento de ambas, o bien, del 2009 al 2011, donde aumenta la inversión y la presión tiene un leve aumento. También ocurre a la inversa en otros años. Esto indica que no hay una correlación entre ambos índices, por ende no es cierto que a menos presión tributaria haya más inversiones, tal como sostienen los detractores de la intervención estatal.
Tampoco es cierto que la cantidad de impuestos tenga mayor relevancia, ya que, si bien el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) afirma que hay 165 tributos, distribuidos entre Nación, provincias y municipios, lo cierto es que el 91 por ciento de la recaudación consolidada argentina se concentra en 12 tributos: IVA, Ingresos Brutos, Contribuciones a la Seguridad Social, Ganancias Personales, Ganancias Sociedades, Derechos de Exportación, Aportes a la Seguridad Social, Créditos y Débitos en cuenta corriente, Combustibles, TISH municipal, Derechos de Importación y Bienes Personales.
Los países con menos impuestos del mundo: ¿el modelo de Milei?
Poco se dice de los países que menos presión impositiva tienen, por ende que se acercan más al ideal libertario de no “robar mediante impuestos”. El podio lo componen Nigeria, República Democrática del Congo y Guinea Ecuatorial. ¿Por qué será que los libertarios no los mencionan como países modelos?
Retenciones
Por otro lado, es interesante destacar que no todos los impuestos tienen los mismos objetivos. Los derechos de exportación, conocidos como “retenciones”, cumplen no solo el rol de recaudar sino que logran bajar los precios internos de ciertos bienes. Si el precio internacional del trigo está a un determinado valor en dólares y para exportarlo se le aplica un impuesto, el mismo será vendido localmente a un precio similar al internacional descontado el impuesto. Al ser un bien con incidencia directa en el gasto de los trabajadores, va a repercutir en los precios de los llamados “bienes-salarios”.
La propuesta de Javier Milei en este sentido es eliminar las retenciones y devaluar drásticamente el tipo de cambio oficial, por lo que los precios de estos bienes en el mercado interno se elevarían radicalmente, aumentando la pobreza y destruyendo, aún más, el salario real.
Evasión fiscal en Argentina
Vale destacar el factor de la evasión fiscal, que es un tema de relevancia en el mundo, ya que hay paraísos fiscales donde se radican empresas para pagar menos impuestos. Es decir que en vez de tributar por las ventas que se producen en cada país, las grandes empresas radican su sede en paraísos fiscales para ahorrarse miles de millones en impuestos.
En Argentina, la evasión se sitúa aproximadamente en el 35 por ciento. Si ese importe bajara, las prestaciones del Estado para con la sociedad serían mejores o bien se podría aliviar la carga tributaria actual. En vez de acompañar la lucha contra la evasión, los libertarios llaman “héroes” a quienes evaden. Si se lleva al extremo la rebelión fiscal que los libertarios incentivan, la sociedad tendría peores servicios de parte del Estado: menos docentes, menos policías, menos médicos y menos rutas. O bien quienes pagan impuestos tendrían una presión fiscal cada vez mayor.
* Economista, miembro de Fundus