En 1973, tres años antes de que el país entrara en su época más oscura, el Ministerio de Educación de la Nación ideó una experiencia pedagógica para informar y conocer las inquietudes de los chicos y chicas de sexto y séptimo grado de las escuelas primarias de todo el país. El resultado de la experiencia de convirtió en un periódico construido por y para las infancias, que se llamó El diario de los chicos, basado en preguntas y testimonios de maestros y estudiantes de todos los rincones del país.
El primer número planteaba en sus objetivos: "se publican muchos diarios para que los grandes estén informados: traen noticias de lo que pasa en el país y en el resto del mundo. Y los chicos los ven, oyen pedacitos de las conversaciones (...) Preguntan mucho y les cuesta entender, porque las cosas que pasan en el mundo son muchas. A veces son complicadas. Y como todos piensan que son cosas de grandes, nadie se ocupa de decírselas a los chicos". El diario de los chicos, de 12 páginas y tamaño tabloide, alcanzó a publicar cinco números, el última editado en agosto de 1974.
A cincuenta años de ese proyecto, Daniel Badenes y Lucía Abbattista, profesores e investigadores de la Universidad de Quilmes, reúnen el archivo de ese proyecto en el libro "El Diario de los Chicos, una experiencia revolucionaria de comunicación en 1973", que se presentó ayer en la Feria del Libro bajo el sello de la editorial universitaria de la UNQ. Quienes participaron del diario (maestros y estudiantes de todo el país, desde un pueblito de Chubut hasta la otra punta de Santiago del Estero y el Chaco) habían sobrevivido, en ciertos casos debiendo exiliarse, en otros alejándose del espacio público. Ayer participaron de la presentación del libro junto a sus co-autores.
El proyecto, que comenzó en 2013, fue por etapas, al igual que su relación. Además de coautores, Daniel y Lucía son pareja. "Cuando le propusimos a Alejandro Kaufman el libro, hace muchos años ya, todavía no teníamos hijos y cuando lo terminamos, nuestros hijos empezaban a hacer esas preguntas que Marta Dujovne, creadora del proyecto, recordaba como las motivadoras de su inquietud por generar un producto así", afirma Daniel.
"Más allá de que él estudió periodismo y yo estudié historia, compartimos la Maestría en Historia y Memoria de la Universidad de La Plata. A raíz de eso, teníamos discusiones recurrentes acerca de las memorias sobre esas experiencias previas a la última dictadura, que habían quedado truncas, en parte por la última dictadura, en parte también por la intervención de la derecha peronista, y que nos llamaba la atención, porque se construyó una especie de tradición de intervenciones populares en el Estado", afirma Lucía.
Era el 2005 o 2006 (no están seguros) cuando esos temas empezaron a copar completamente las conversaciones entre estos jóvenes académicos, que veían en estos posibilidades de iluminar las intervenciones del presente.
"Cuando supimos del diario, supimos también de otros proyectos del Departamento de Comunicaciones sociales del Ministerio de Educación de la Nación que eran inhallables, que no estaban en el ministerio, no parecían estar en ningún otro lugar disponibles, no sabíamos cuántos se habían concretado", afirma Daniel.
Pasaron seis o siete años hasta que dieron con la que fue directora del Diario de los Chicos, Marta Dujovne, que poseía un archivo personal, donde atesoraba todos los materiales: además del diario, discos, historietas, y otros proyectos pedagógicos del Ministerio de Educación de los 70s. Así comenzó una investigación que desembocaría en este libro que presentaron ayer, donde Dujovne, ese primer germen de pistas, estuvo presente.
"En un momento vimos cómo en El diario de los chicos había una historia que merecía ser contada como libro, en sí misma, y comenzamos nuestra propia búsqueda, ya no solamente los contactos que nos facilitaba Marta. De hecho, llegamos muy lejos y comenzamos a generar reencuentros: por ejemplo, entre ella y Raúl Gagliardi, que había sido un biólogo, asesor disciplinar del diario que participó como colaborador en ese equipo, y no se veían desde el 74, ya que él se había exiliado en Ginebra. Pudimos encontrarlo y se produjo un encuentro entre ellos", narra Lucía.
"Yo siempre digo que el diario y todo el departamento era como un rompecabezas de 500 piezas, de las que teníamos 30. Hoy quizás tenemos 200, pero pudimos contar algo de esa historia y también la historia de quienes fueron parte. Eso implicó contar también un antes y un después, intentando poner en contexto la aparición del diario, y eso es contar la efervescencia política de los 70 pero también la renovación cultural de los 60", afirma Daniel.
A medida que buscaban el contexto histórico de la aparición del diario, aparecía claramente la relación con el presente. "Nosotros decimos bueno podríamos estar celebrando 50 años de Desarrollo para las Infancias y estamos defendiendo los 40 años de democracia ahora todavía con muchos riesgos y amenazas. También ahí hay algo de lo que se perdió, que podría haber tenido también otras historias posibles, y que habla de nuestro presente", afirma Lucía.
"Hay muchas cosas que hacen que el diario sea una experiencia para ser contada. No es fácil encontrar una experiencia que con tanta lucidez diga que los chicos y las chicas tienen derecho a tener una opinión propia y que para tener una opinión propia es necesario que estén informados, que señale que cotidianamente se habla en la mesa familiar o en la calle de cuestiones de la actualidad política y económica, y los chicos están al lado y nadie les explica. Que se piense un periódico con todas esas herramientas de presentación de la actualidad, de construcción de la noticia, de hacer ameno y comprensible esa información para que los chicos pudieran tener participación y protagonismo. Eso no lo encontramos fácil en otra experiencia aún habiendo pasado 50 años", afirma Lucía.
PakaPaka, el canal estatal para infancias (que estaba dando sus primeros pasos cuando este proyecto comenzó a gestarse), hoy en día posee un Consejo asesor de niños y niñas que se renueva periódicamente, que es único en el mundo. Este periódico podría ser un antecedente directo de eso, aún habiendo sido construido en el umbral de una de las épocas más oscuras de nuestro país.
"Para nosotros también era señalar otros caminos posibles, respecto de las responsabilidades que se pueden tener desde el espacio público de transmitir, de generar canales para la transmisión cultural, pero también para la discusión, para el debate, para la disonancia. Al contrario de encasillarlo como adoctrinamiento, donde las derechas ubican a cualquier proyecto. Acá la búsqueda de protagonismo y de opinión propia es parte de los fundamentos de la propuesta, algo que ninguna otra propuesta pedagógica educativa en aquel entonces", afirma Daniel.
A pesar de que Daniel y Lucía son académicos, a la hora de escribir el libro pensaron en un lenguaje accesible a la mayoría de la población. Esto se logró acentuando la cuestión narrativa. "Es un libro que se puede leer tanto desde la académia como no. Teóricamente tiene referencias, tiene lecturas, pero quizás eso está en las notas al pie para el que pueda profundizar. La escritura es fluida, tiene capítulos cortos, hay personajes. Hasta ahora, la experiencia de lectores no académicos ha sido muy valorada", afirma Daniel.
"Como lectores posibles imaginamos compañeros y compañeras que trabajan en ámbitos vinculados con las infancias, que militan en espacios vinculados a la defensa de los derechos de las infancias, pero además que nuestras familias pudieran leerlo. Y sobre todo, las familias de quienes fueron parte. Andrés Zavala, por ejemplo, que fue el director del Departamento de Comunicaciones Sociales, una persona que sobrevivió a la dictadura pero murió tempranamente, murió en 1990 mientras dirigía un diario en San Luis, y sus hijas eran muy chicas cuando murió. Pensamos en que ellas puedan leerlo", afirma Lucía.
Por último, la experiencia del proyecto está cifrada con su propia experiencia personal: la escritura se alternaba con tareas de cuidado, con los contextos, con los propios hijos de la pareja.
"Las preguntas sobre la actualidad siempre son difíciles reponer como madres, como padres, como familias, reponer en el sentido de reponer lo que está a nuestro alrededor, y darnos tiempo para explicarlo en los términos en los que ellos podrían comprender o en respuesta a sus preguntas también sin abrumar, sin ahondar. El contexto actual no solo nacional sino mundial realmente es un contexto crítico, y eso también está presente. Hoy en día hay un montón de materiales a disposición para generar debate con las infancias pero aún así la información respecto de la actualidad sigue siendo un desafío. El momento de más trabajo del libro lo tuvimos durante la pandemia, y recordamos a Julia (nuestra hija) viendo las conferencias de Alberto, e intentando entender, y nosotros tratando de explicar. Era muy ilustrativo de esto", afirma Lucía.
El libro "El Diario de los Chicos, una experiencia revolucionaria de comunicación en 1973" se puede conseguir en el circuito de editoriales universitarias, en la Universidad de Quilmes y en Notalpie, en varias ciudades del país. Para más información, consultar la web de ediciones.unq.edu.ar