De entre Nathy Peluso, Fabiana Cantilo, Hernán Coronel y David Lebón, hubo un invitado que sorprendió en los recitales que dio recientemente Fito Páez, en cancha de Vélez, para celebrar los 30 años de su disco El amor después del amor. Salió junto a Sudestadahorns en la introducción del tema “Circo beat”, y cuando el grupo de caños terminó su parte y se fue, él se quedó ahí parado. Estaba vestido como el arlequín de la tapa de ese disco. Pese a que casi nadie lo conocía, no sólo se ganó a esa multitud enardecida, sino que terminó convirtiéndose en la revelación de sendas fechas. Su nombre es Alejo Llanes, y forma parte de uno de los grupos más representativos de la actual escena musical mendocina: Alejo y Valentín. Y este viernes, a partir de las 20 hs, regresa a Buenos Aires para dar cuenta en Niceto Club, con el proyecto que comparte con Valentín Castro, por qué el icono rosarino lo llamó para participar en su festejo.
“En la primera función, estaba muy nervioso. Pero salimos jugando”, confiesa el músico de 22 años, quien, esta vez con su dúo de pop rock, volvió a compartir escenario con Fito en Mendoza el pasado 16 de abril. “En la segunda noche, estuve más zen, y me animé a mirar a las plateas. Tenía más control sobre mi cuerpo, a diferencia del día anterior”. Por más que la situación parecía preparada desde hace tiempo, por la naturalidad y confianza con la que se desarrolló, Alejo explica que se armó en cinco días: “Si bien tuvimos un ensayo, todo fue en el momento. Obviamente, quedamos en que yo cantaba la segunda estrofa. Cuando llegué, ya estaban ensayando. Los días siguientes fueron de prueba de sonido y shows. Fue increíble ver cómo funcionaba todo ese ecosistema. El estaba atento a todo lo que pasaba a su alrededor. Su equipo de trabajo es espectacular. Lo viví como una experiencia surrealista. La voy a guardar para siempre en mi corazón”.
--¿De quién fue la idea de que salieras vestido de arlequín?
--De Fito. Me llamó por teléfono, y me dijo: “Alejo querido, ¿dónde estás? Ayer se me ocurrió una idea muy loca”. Entonces me contó que quería que yo cantara la canción vestido de arlequín. Fue una sorpresa y una emoción muy grande. Siempre soñé con conocerlo, con compartir música y con hacer un tema juntos. Pero esta circunstancia no la hubiera podido concebir ni siquiera en sueños. La magia existe.
--¿Cómo se conocieron?
--Le fuimos llegando de a poquito. Primero, conocimos a los músicos de su banda, a Diego Olivero (bajo) y a Gastón Baremberg (batería), y ellos le empezaron a mostrar temas nuestros que le gustaron. Luego, hablamos por Instagram, lo que fue toda una sorpresa. También hice el casting para la serie de Netflix, pero no quedé.
--La vida da revanchas: hiciste de Fito sobre el escenario. El que aparece vestido de arlequín en la tapa de Circo beat es él.
--Estoy muy agradecido. Es una locura. Fito ya me había cambiado la vida, pero esta vez fue en tiempo real.
--¿Te gusta ese disco o tenés otro como referencia?
--A Circo beat lo amo. Me pareció una jugada increíble hacer ese disco, luego de lo que sucedió con El amor después del amor. Pero el disco que elijo es Abre. Es muy rico en todos los aspectos.
--Existe la sensación de que hay dos lecturas de Fito: una previa a El amor después del amor y otra a partir de la salida de ese álbum. Tu generación parece más afín a la segunda.
--En esa segunda etapa de la que hablás, veo a un artista con una búsqueda muy profunda. En cuanto a la lírica y a la música. No para de bajar data, así como hermosas canciones y hermosos mensajes. Me quedó con ese Fito. El otro Fito es más joven y bailable. Mucho más inocente, en algún punto.
--Un rasgo que tienen en común es que ninguno es de Buenos Aires. ¿Llegaron a hablar de eso?
--Eso lo hablé más con sus músicos, porque la mayoría son de Rosario y Santa Fe. Los artistas de las provincias tenemos mucha frescura y mucho rock and roll para aportarle a Buenos Aires, a partir de otro tipo de conexión. Con él, propiamente, hablamos del fragmento que hice. Me contó la historia de la introducción en italiano (traducido al español, significa: “Estas son las últimas palabras del tercer ángel de Cristo, después de hablar en la calle con el hombre que no sabía nada más”). En Italia, un hombre desnudo se le apareció y le dijo toda esa parte.
--¿Y qué devolución les hizo de la música de Alejo y Valentín?
--Nosotros le mandamos nuestro último álbum, En el palacio de las almas (tras su aparición el año pasado, el tándem puso a circular un EP de remixes de ese disco el 6 de abril), y entiendo que lo escuchó. Cuando nos encontramos, me habló de cuánto le gustan nuestras canciones, y de cuánto admira lo que hacemos. Y nos deslizó: “Pronto tenemos que hacer una canción. ¿Por qué no una suya? Están muy buenas”.
--Todo un gesto de confianza.
--La conexión estaba escrita, por más que pueda sonar supersticiosa de mi parte. Yo me identifiqué con él, a lo largo de los años. Ha sido mi faro. Todo pasa por el amor: nosotros le declaramos nuestro amor, desde el primer instante. Ahora él nos los declaró a nosotros. Ese gesto de confianza es muy revolucionario para mí. Es todo un guiño para nuestra generación.
--¿Cómo piensan capitalizar esa legitimación?
--Siento que me cargó de mucha energía e inspiración. Como dice una canción nuestra, “los sueños nunca son mentira”. Con todo esto que pasó, estoy muy manija de seguir por el camino que venimos haciendo con Valentín. Redoblaremos la apuesta, el esfuerzo y el riesgo. Y también disfrutaremos cada paso. Ahí está la clave.