Madera, juguetes, deshechos, peluche, plomo, bronce, objetos encontrados y dibujos de todos los colores imaginables son algunos de los materiales que asaltan al primer encuentro de Florecerán pájaros, una colección de obras de la última etapa de la multifacética artista argentina Liliana Maresca, que va desde 1988 hasta la fecha de su muerte en 1994.
Pasajes a mundos desconocidos, infancias descoloridas, juguetes que trastornan su identidad, vergas de bronce y figuras humanas que fluyen de género, color y forma sobre papeles cotidianos inundan la sala principal de la Galería Vasari, acompañados de un test fundamental que Maresca ideó tanto para interpelarse a sí misma como al resto de lxs mortales: "¿Es usted un verdadero artista?" se (y nos) pregunta en el "Decálogo del artista (centálogo)", y le pasa revista a los escalones obligatorios para ensayar una respuesta posible: "Infancia desgraciada / Adolescencia rebelde y atormentada / Dificultades en el amor / Problemas económicos crónicos / Moral disoluta / Inestabilidad emocional / Sentimiento trágico de la vida", y así la lista continúa entre el existencialismo, el sarcasmo y la melancolía.
Con gran humor e ironía, Maresca recoge en esta obra de 1994 el arquetipo atormentado de la personalidad inquieta y creativa de la posdictadura, que ella conoció de primera mano en sus virtudes y dificultades poniendo el cuerpo ante cualquier circunstancia, como lo muestra el retrato fotográfico de Liliana realizado por el fotógrafo argentino Alejandro Kuropatwa, que también se puede ver colgando de las paredes de la galería.
Liliana Maresca comenzó a principios de los 80 con la experimentación artística sobre objetos, levantando todo lo que encontraba por la calle para llevarlo a su casa-taller de San Telmo, sede también de reuniones, happenings, performances, planificación de intervenciones urbanas y conspiraciones varias. Allí dedicó todo su tiempo a cuestionar, experimentar, mutar, crear, inventar, destruir, recomponer y proyectar en sus obras y en su vida una multiplicidad de formas de existencia, ponderando siempre la rareza, lo extraño y lo desviado como las categorías estéticas y políticas que mejor se acercan a sus producciones, haciendo de su vida su arte y de su arte su vida.
Estudiante de los talleres de Miguel Ángel Bengochea y Emilio Renart entre otrxs, Maresca encontró, como tantxs artistas en tiempos de dictadura y en la posdictadura, su lugar específico en las calles, en centros culturales y en los sótanos, como el mítico Parakultural de la calle Venezuela en donde realizó varias de sus intervenciones y performances ante un público apto para todo.
Su producción se compone de una vasta e inquieta actividad creativa en la que, además de objetos y dibujos como los que se pueden visitar ahora en Vasari, el lienzo principal lo componía su propio cuerpo, su obra más cercana y constante: “Una bufanda para la ciudad”, "Maresca se entrega, todo destino", la intervención “Imagen pública - Altas esferas” en la que desafiaba con su cuerpo sin cobertura las miradas fotografiadas de los representantes más siniestros del poder político y el autoritarismo local y global como Videla, Massera, George Bush y Carlos Menem, o la Fotoperformance “Liliana Maresca frente a la Casa de Gobierno”, para nombrar solo algunos ejemplos que permiten ilustrar su búsqueda permanente, su espíritu conspirativo ante la realidad moldeada por los pilares más rancios de la sociedad patriarcal.
Como tantas personas de su generación, Maresca falleció por complicaciones relacionadas con el virus del vih/sida, y al momento de conocer su diagnóstico también pasó a ser este un tema de reflexión y creatividad recurrente en sus obras, acciones y exploraciones. El arte, la performance, las intervenciones y la contracultura de los años ochenta hasta nuestros días no puede siquiera concebirse sin ubicar en su centro a la vida y la obra de Liliana Maresca, en cuyas venas abiertas se encuentran los interrogantes y las creaciones más explosivas de las últimas décadas del arte argentino y latinoamericano.
Su inagotable legado se puede atestiguar, por ejemplo, en las expresiones contemporáneas artísticas, políticas y filosóficas que reinan actualmente en escritos, museos y galerías y que interrogan, exploran y apelan a nociones como posthumanismo, mutación, ciborgs o identidades múltiples y fluidas, todas ellas temáticas presentes en los objetos, performances e intervenciones realizadas durante las últimas dos décadas de su vida, profundamente arraigadas en su tiempo y al mismo tiempo, con trazos de futuros y tensiones del presente en permanente desafío.
Florecerán pájaros se puede visitar con entrada libre y gratuita de lunes a viernes de 11 a 19 en la galería Vasari, Esmeralda 1357.