“Yo me siento fanática de la canción más allá del género musical. Contemporánea podría pensarse alejado del tango, porque uno lo escucha y estrictamente tiene uno sólo, porque fue más por el lado del candombe y el valsesito, porque hay algo de folklore, pero lo que me llamó la atención de los temas fue sentir que eran canciones bellas”, cuenta Viviana Scarlassa sobre su flamante disco, que presentará este sábado a las 21 en el Club Atlético Fernández Fierro (Sánchez de Bustamante 772). Allí no sólo repasará el disco sino también sus veinte años de carrera en el tango. Por eso además de una multitud de invitados también destaca la presencia de Pepo Ogivieki con su grupo, para recorrer muchos de los clásicos del género que identificaron a Scarlassa estos años.
-¿Cómo diste con el repertorio del disco?
-Se gestó en pandemia porque, con todos encerrados y guardados, empecé a pedirle a amigos como Alejandro Szwarcman o Claudia Levy que me mandaran un video contándome la historia de cómo había nacido la letra de una canción. Después yo editaba horriblemente (se ríe) su historia con una versión mía y lo subía a YouTube. En algún momento vi que había un material ahí. Es que algunas cosas surgen un poco solas.
-Pero podría haber derivado en un documental. ¿Por qué un disco?
-Derivó en un disco porque en un momento me di cuenta que en las canciones había muchas letristas mujeres, y las que no, tenían a mujeres como protagonistas. “Mañana clara”, de Raimundo Rosales, está dedicado a Mónica Carranza del comedor Los Carasucias. Hay un tema de Alejandro en que la protagonista es María Remedios del Valle, la capitana de Belgrano, madre de la patria, afrodescendiente. Después, compuesto especialmente para este proyecto, está el vals dedicado a Alejandra Pizarnik. Ahí ya había un concepto que cerraba bien. Y el título del disco también tiene que ver con esto que digo siempre, del privilegio de ser contemporánea de sus creadores.
-¿Qué más encontraste entre esas artistas?
-Fue casualidad ver que eran escritas por mujeres, pero cuando ya empecé a cantarlas pensando en un futuro disco, me di cuenta de que en la letrística femenina hay un discurso diferente.
-¿Diferente cómo?
-No sabría explicarlo con palabras, pero es otro mensaje troncal en el discurso. Por empezar, los temas de amor tienen un discurso completamente diferente, como es el caso de “Hechizo de abril”, de Claudia Levy. No es un amor torturado; es un amor que existió o existe. “El tiempo”, de Dorita Chávez, habla de nuestras ancestras mujeres, con ese comienzo bellísimo de “yo vengo de esas mujeres que tejen lento”.
-Es el primer tema, además: suena a declaración de principios.
-Claro, pero sobre todo es bellísimo. Lo mismo que “Candombe bailador”, de María Volonté. Incluso la letra de “Milonguera”, de Adela Balbín con música de Pepo, siendo que ella es de una generación anterior, ya describe distinta a la mujer. Así que fue un poco casual llegar a ese discurso, pero una vez que estaba ahí y lo canté, había algo diferente.
-Desde tus comienzos y tu paso por China Cruel, ¿cambió mucho la escena?
-No sé si el cambio es en nosotras o en esta cosa de querer mostrar hacia el afuera, porque una siempre tuvo eso dentro. Cantar tango y tener esa famosa frase archiconocida de que se te acerque alguien y te diga “cantás tan bien que no parecés mujer”, o “a mí la mujer cantando tango no me gusta pero vos...” Ahora estoy cumpliendo 20 años de camino con el tango y luché siempre contra eso. Pero ahora está toda la cosa de poder comunicarlo para afuera, plantar bandera y entender que minas como Eladia Blázquez fueron vanguardia. También me siento parte de una generación bisagra y por eso viví mucho de lo que le pasaba a generaciones anteriores. No me siento del todo desprovista de... digamos que a mí también me falta deconstruirme. Hay cosas que las pibas de veintipico la tienen mucho más claras o mejor resueltas. Nosotros podemos creernos bien deconstruidos, pero si uno lo habla con más autocrítica y detenimiento, nos falta.
-¿No ves cierto cambio social, igual?
-Dudo de la deconstrucción de la sociedad. La música más popular de ahora, el reggaetón, tiene un discurso ante el que los tangueros de antes se quedaban cortos. Cuando lo pienso no desde un género musical o un movimiento sino desde lo cultural, se dan cosas más paradójicas. Porque en serio, la música más popular y masiva hoy tiene unas letras que no podrían estar más alejadas de la deconstrucción. Entonces me permito la pregunta, antes de aseverar algo tan contundentemente. Creo que el verdadero balance tiene que abarcar todo, no puedo quedarme mirando mi nicho. En el tango o cualquier otra música que no da millones de reproducciones en Spotify, es toda una producción independiente. Entonces no hay inversión, no hay ganancias, tenemos que remar todo el tiempo en dulce de leche, y ahí uno se hace la pregunta: ¿hay realmente un cambio? ¿O nuestro propio entusiasmo nos hace creer que algunas cosas cambiaron más de lo que en realidad lo hicieron? Celebro que ese entusiasmo exista y que se sigan haciendo las cosas a pesar de todo. Eso es lo más importante de todo.