Una misión: difundir el jazz tradicional. Una historia: cincuenta y cinco años de vigencia. Una noticia: este sábado a partir de las 21, la Antigua Jazz Band subirá a escena en el ND Teatro (Paraguay 918). En eso está la Antigua Jazz Band hoy. “Nuestro foco es el de siempre: mantener la tradición jazzística y valorar el folklore de esta música, su esencia, sin la cual no hubiese existido todo lo que vino después”, aclara Pablo Scenna, director, guitarrista y banjista de la agrupación que, además de tocar sus músicas, aprovechará la ocasión para presentar un libro epónimo a su nombre, escrito por Pablo Gissara. “Un recital trascendente como esta debe tener algo motivador. En este caso, se trata de presentación de un libro que, creo, es el primero exclusivamente dedicado a una orquesta de jazz en este país. Nos pareció que un grupo tan importante para varias generaciones de amantes del jazz y músicos, se merece que su obra quede registrada y documentada no sólo discográfica sino también gráficamente”.

Fundada en 1968 como desprendimiento de la Guardia Vieja Jazz Band, de la que tomaron claramente sus principios estéticos, la Antigua se subirá una vez más a un viaje “atemporal”, con puerto central en Duke Ellington, y mojones en trabajos de Jelly Roll Morton "el primero de todos", y un blues compuesto por el arreglador y fundador Rolando Vismara, que sonará como nunca en la big band: eléctrico. “Una vez Miles Davis dijo que todos los músicos de jazz deberían reunirse algún día para arrodillarse y dar gracias a Duke”, evoca Scena. “Sin duda es uno de los compositores más grandes que haya dado el género, además de un gran orquestador, y por eso Antigua se inclinó por su estilo”. Suyas sonarán “The mooche”, “Harlem Speaks”, “Jungle nights in Harlem” y un estreno llamado "A Hymn of sorrow", melodía que Duke escribió en 1935 para el cortometraje Simphony in black a Rhapsody of negro life. “Esta pieza la vamos a utilizar también para musicalizar una parte del libro”, señala Scenna.

Actualmente conformada por Sebastián Álvarez en saxo alto, soprano y clarinete; Julio Juan y Gonzalo Martínez, en saxo y clarinete; Facundo Torella, en saxo tenor; Rolando Vismara, Santiago Avayú y Sergio Canaves Dudik, en trompetas, Mariana Agustina Ferro, en trombón; Lucas Ferrari al piano; Leonardo Páez, en contrabajo; Martín Parrilla, en batería, y Daniel Romano, en tuba, la big band debe su permanencia en el tiempo –según su director—a una mixtura entre pasión y compromiso. “Es cierto que la pasión es central, pero también lo es el compromiso, porque una orquesta es como una máquina de precisión... se requiere mucho ensayo y trabajo para que esa máquina funcione correctamente. Para que cada engranaje se mueva coordinadamente con los demás. Y esto nos lleva a otro terreno: el de la humildad. Digo esto porque un músico puede ser excelente pero si carece de humildad, difícilmente sea un engranaje apto para la máquina”.

-¿Fue la falta de esta condición humana la causa de la crisis que atravesó el género años atrás?

-En un momento de la historia el jazz se convirtió en una expresión solo para entendidos, en el sentido de que muchos músicos solo tocaban para quienes sabían de música, como si se hubiesen olvidado que esta manifestación nació de una necesidad de expresión, de liberación. No olvidemos que Louis Armstrong, a pesar de haber recibido unas pocas lecciones musicales en el orfanato donde estuvo, prácticamente fue autodidacta. Las biografías de Duke tampoco ofrecen mucho detalle de su formación musical. Y en ambos casos, fueron creadores de un estilo que tocaba la fibra más íntima de quienes los escuchaban. La intelectualización de esta música que se produjo tiempo después alejó a mucha gente. Incluso he escuchado a personas decir que no tenían la preparación ni los conocimientos adecuados para escuchar jazz; "es para entendidos", decían. En fin, si bien esta intelectualización hizo su aporte a la evolución del género, pecó de exclusiva y dejó de lado a los oyentes que aprecian la buena música desde sus sentimientos y no desde la razón.

-¿Tuvo la orquesta un momento complejo en su larga historia, más allá de esta “crisis general”?

-Durante la guerra de Malvinas cuando tanto la opinión pública influenciada por el gobierno y la prensa consideraba "extranjerizante" a cualquier manifestación que no fuera latina. Por las radios solo se escuchaba música cantada en español y portugués principalmente y, si bien el jazz que hacemos nosotros es instrumental, se lo consideraba extranjerizante, dado su origen anglosajón ¡Qué curioso!... una música que nació de una necesidad de liberación de un pueblo oprimido, esclavos que como tales no gozaban de ningún derecho, se había convertido de la noche a la mañana en extranjerizante.

Más acá en el tiempo, el andar discográfico de la Antigua va por dos discos casi flamantes, y otro por nacer. Entre los primeros, uno en vivo que, tal como deviene de su nombre --Antigua Jazz Band Plays Blues— está poblado íntegramente por bluses que la agrupación tocó año atrás en Mr. Jones. “Nos fue bien con él, porque ofrecimos al público algo nuevo, distinto… un leitmotiv de un programa de concierto, no solo de un disco”. El otro trabajo es Registros inéditos I, cuyo contenido pasa por grabaciones pertenecientes a la primera década de la orquesta. “Por su gran valor artístico, consideramos que debían registrarse en una edición para que no quedaran en el olvido. Entre ellas pueden escucharse fragmentos de una jam que en los comienzos de los años ´70, la Antigua mantuvo con el vibrafonista Lionel Hampton”, cuenta Scenna, que avisa acerca Registros inéditos II y III, ambos grabados y próximos a ver la luz. “El momento del grupo es óptimo, el público nos lo hace sentir así. Disfrutamos de cada show, y esto nos da energía para seguir trabajando, renovando el repertorio y pensando en nuevos proyectos”.