El pasado 26 de abril, Netflix estrenó El amor después del amor, que a través de ocho capítulos sintetiza vida y obra de Fito Páez antes de hacer el disco más vendido de la historia del rock argentino. El éxito fue tal que desató una especie de fitomanía. Tres días antes de que la plataforma de streaming lo lanzara, Bafici presentó Alguien piensa en el mí, cortometraje acerca de Alejandro Vilas, profesor de matemáticas que con el tiempo fue el doble más famoso de Charly García… hasta que Andy Chango lo encarnó en la biopic seriada. Apenas apareció en la conclusión del primer capítulo, la empatía del público con él fue absoluta. La escena en la que se da el primer encuentro entre ambos, cuando el ídolo ve a su futuro legatario por televisión en un recital de Juan Carlos Baglietto en Obras, desde ese instante pasará a la historia: “Cantilo, Cantilo, ¡vení ya!. ¿Qué decís? El flaquito narigón del teclado la rompe, ¿no?. Me está copiando”, versa.
El primer encuentro en persona entre Fito y Charly, el ensayo inicial o la sesión de grabación del disco Piano bar fueron convirtiendo a Andy Chango, capítulo tras capítulo, en un actor entrañable. A eso se suma, sobre todo, la perfección con la que se apropia desde los gestos del autor de “No bombardeen Buenos Aires” hasta su mirada, pasando por el arrebato y hasta por el amor casi paternal. Es por eso que volvió a estar en boca de todos y todas. Hoy el espectador de habla hispana quiere al Charly de Andy. “Yo esperaba eso o la crucifixión total”, revela el artista. “La Argentina es un país en que el crucificamos o idolatramos. No hay puntos intermedios y mucho menos metiéndote con una figura como Charly García. Tiene el mismo estatus que Gardel o Maradona. Por suerte, se dio de la mejor manera. No sólo en lo personal. Si no funcionaba, no sólo había considerado irme a vivir a otro país sino que todos me iban a verduguear el resto de mi vida. Eso no pasó. La serie es un éxito total”.
La idea de que Andy Chango interpretara a Charly fue del propio Fito Páez, quien en el verano de 2022 lo llamó para contarle su plan. “A mí no me lo propusieron; a mí Fito me anunció que tenía que hacer de Charly”, aclara. “Y no le podía decir que no por la relación de hermandad que tenemos y por toda una vida en la que me bancó en todos los aspectos, ya sea invitándome a cantar, compartiendo canciones, cuando falleció mi padre o viniendo a mis discos. Lo que sí le dije es que si él lo veía posible, entonces iba para adelante”. Sin embargo, con el paso de las horas, las dudas comenzaron a embargarlo, casi al borde de la angustia. “Esa noche, a las 4 de la mañana, me desperté con un ataque de pánico. Al otro día pensé en no hacerlo y hablé con un terapeuta, con alguien que me asesorara. Después dije: ‘No puedo no hacerlo’. Con angustia, con confusión, y con esa adrenalina que no sentía hace muchos años, fuimos avanzando”.
-¿Cómo era tu vida cuando tomaste el papel?
-Estaba más tranquilo que nunca. Enero lo aprovecho para bajar la benzodiacepina. 0,50 de Rivotril no es nada. De hecho, había llegado a 0,25 y estaba a punto de llegar a 0, que eso coincide con cuando nado 60 piscinas. En fin, son cosas que pasan en enero. Una vez que Fito me hizo esa llamada, resumo mi actualidad con que ahora estoy tomando 2 miligramos de benzodiacepina. Pero eso fue lo que hizo que haya un Charly García creíble.
Antes de ser parte de la biopic, todo el mundo lo conocía como músico, cantante, compositor, escritor, panelista, notero y en tiempo recientes en calidad de conductor radial. Pero ahora Andy Chango también es actor. “Había hecho un papelito secundario en una serie que primero salió por Internet y luego en la TV Pública”, explica. “Se llamó De otro planeta y me convocó Julieta Otero, mi coach para lo de Charly, para que hiciera de hermano suyo. Se grababa en una casa con amigos. Fue la experiencia previa que tuve, además de un unipersonal que hice en España. Ahí hablaba y tocaba el piano. Lo de El amor después del amor fue como tirarse a la pileta. O más bien algo parecido a Charly tirándose del noveno piso. Mica (Riera), Iván (Hochman) y el resto de los actores estuvieron fantásticos. Estamos muy contesntos. En lo personal, me quedé tranquilo porque es un riesgo muy grande encarnar a alguien que significa tanto para tanta gente”.
-¿Cómo fue el primer día de rodaje?
-El primer día llegué en la noche, solo, a un lugar militar. Con soldados con metralletas. Vi unas cámaras gigantes, con centenares de personas. Muchos extras. Felipe (Gómez Aparicio, codirector de la serie) me dijo que improvisara. En un momento, tenía que gesticular como mono. Me había visto el mono de National Geographic, el mono de Odisea en el espacio, y documentales de monos. Estuve toda una semana saltando como un mono. Ahí me di cuenta un poco sobre cómo era la dinámica. Fue más fluida de lo que esperaba. Hubo margen para el juego. Cuando eso se aflojó, entré en confianza. Algo que me pasó inmediatamente.
-¿Cómo empezaste a meterte en la piel de Charly?
-Cuando me puse el bigote, sucedió la magia increíble. De hecho, la magia la tiene el bigote. Todo lo que le pasa a la gente conmigo, a partir de la serie, en realidad le pasa con Charly. Al que adoran es a Charly. Sucede que por suerte la gente, en vez de decir "ese farsante mancilló a nuestro ídolo", piensa que lo hice bien. Y zafé. Pero mi preponderancia en el papel es chica. A diferencia mía, Iván tuvo un desafío físico y emocional continuo y fuerte. Pero él es un actor de oficio. Con el perdón de los actores que estudiaron en el mundo, ahora sí me considero actor. No me sentí que hacía de Charly García: era Charly García.
-Tenés el visto bueno popular. ¿Tuviste la bendición de Charly?
-No lo sé. Supongo que sí. Fito cuidad muchísimo a Charly.
-¿Cuál el mayor reto de tu personaje?
-No sé si era el más difícil, pero me ponía más inseguro cuando estaba lejos de la circunstancia musical. La escena en la que a Fito le matan a los parientes y está tristísimo, llorando, y yo estoy viendo con él la tele, ahí tuvimos que pasar del llanto a la risa. Otras escenas, como la del estudio de grabación, que se hizo en Panda, fluyeron mejor porque yo estuve ahí. Lo mismo con la relación con gente con Alejandro Avalis y los músicos de Fito que cuidaron a Charly, porque son amigos míos. A Alejandro lo conozco desde hace 30 años, antes de Fito y yo fuéramos amigos. Las escenas de solo actor, sin instrumentos ni estudio de grabación, donde había que mostrar los sentimientos, eso era actuar de verdad. Lo pude hacer gracias a la ayuda de Felipe y Gonzalo (Tobal, el otro director de la serie biopic). Todo el tiempo confiaron en mí. También destaco lo que hizo Iván, al que ahora llamo “El falso Fito”. Es un genio. Creamos un vínculo en el que la admiración, el dolor y la empatía ya pasaron a un plano real.
-En la serie debiste recrear a Charly también en la interpretación de las canciones. ¿Cómo hiciste con los registros?
-Lo de cantar fue todavía más difícil, justamente por el registro. Ahí también pensé que me iban a asesinar. Pero le encontramos la vuelta. El Charly de mi edad, a los 52, tampoco las podía cantar ahí arriba. Como por suerte soy músico y sé algunos movimientos, se acomodaron las cosas para que estén en el tono original sin que mi garganta tuviera que hacer un milagro. Aunque ciertamente fue difícil. Yo, como músico, sentía que intentar cantar como él era un acto de profanación.
El Charly García que Andy Chango personifica es el del inicio de su era solista. Por más que hay un flashback a La Máquina de Hacer Pájaros en uno de los capítulos, la serie encuentra a un músico dotado de una brillantez inigualable. Y ese don se pone a dialogar con el estallido del talento de Fito Páez. “Ese Charly tiene un carácter fuerte. Si te das cuenta, salgo pocos minutos en la serie”, especifica el flamante actor. “Yo agarro a un Charly iluminado, en su mejor momento. Está inspirado. Tiene algunos vicios, pero no se le notan. Estaba súper prolífico. Por ahí podía hacer sesiones de cinco días, donde incluso grababa los videos. Todo eso era una vorágine enorme. Sin embargo, él está impecable. Tiene una lucidez como cantante. Por eso fue difícil meter las voces. Yo hice un Charly de 30 años. Me fue difícil hacer a un genio y tratar de transmitirlo”.
-A pesar de que bien dijiste que a partir de la serie sos actor, tu apropiación de Charly terminó destrabando cualquier escepticismo que pesara sobre el resto de los personajes. No es fácil encarnar a gente que aún sigue viva.
-Totalmente. Creo que había una misión imposible, pero Fito se iluminó y nos arriesgó a los dos. Cuando Fito me llamó, me dijo: “Tengo una noticia buena y una mala. La buena es que vas a hacer de Charly en una serie de Netflix y vas a ganar plata. La mala es que vas a tener que trabajar tu ligerito trastorno de ansiedad”. Y le respondí: “No te preocupés, Fito. No va a haber problema”.
-¿Algunas de las escenas que se recrearon llegaste a vivirlas en carne propia?
-Me hice amigo de Fito justo después, con Circo beat. Yo no existía en su vida en ese momento. Pasa que unos años después, esa gente y esas fiestas, yo por ahí estaba. Pero en el período que cuenta la serie, Fito no había aparecido en mi vida. Sí conocía a Ale Avalis, el mánager de Fito y de Charly en esa época.
-¿Sentís que tu personaje es el más popular de la serie?
-No estoy muy pendiente. Las cosas las hago en el momento y las repercusiones las analizo después. Ya tengo una vida muy variada de discos de rock, de colaborar con el Fito de carne y hueso, con el Charly de carne y hueso, y con el Calamaro de carne y hueso. Viví el rock, me alejé de eso. Hice un disco de jazz, luego un unipersonal y escribí un libro. Ahora, la curiosidad y la locura de actuar fue fascinante para mi mente. Hace mucho que no tenía un estímulo así. Ya estaba pensando en un ocaso. Pero todo lo demás no me genera nada. Lo que me va a generar algo es si me llega otro proyecto actoral. Eso sí me va a divertir y me va a interesar leer el guion, y ver si lo puedo hacer. Se me va a abrir un mundo nuevo.
-¿No te pasa nada con la buena devolución que tiene tu Charly?
-Yo no puedo juzgar si está bien o mal. Yo hago las cosas, y es la gente que mira la que dice lo que siente y lo que pasa. No puedo juzgar a personajes vivos que conozco, porque estoy metido adentro en la realidad y la ficción. Un mar de confusión.
-¿Y a vos qué te pasó al ver la serie?
-Vi la serie con mi hija, y me sentí muy feliz y orgulloso. Me pareció que Mandarina hizo una gran producción y que Netflix está muy contento. En realidad, creo que todo el mundo está muy contento. Sin embargo, lo que me parece más importante fue el apoyo mental y psicológico.
El futuro
Constante improvisación
En 2016 apareció su libro Indianápolis y dos años más tarde lanzó el que es hasta ahora su último álbum de estudio: San Lorenzo Superstar. Luego de eso, cuando recibió la oferta para participar en El amor después del amor, Andy Chango se encontraba ayudando en la apertura de la sala de recitales Café Berlín y haciendo radio en Futuröck. “Cuando terminó la serie, fue muy intenso y tuve que tomarme un tiempito”, revela sobre su actualidad el artista, quien atendió a esta entrevista tras volver de la Feria del Libro. Allí respondió varias entrevistas porque, así como sucedió con Fito, a sus amigos no puede decirles que no. “Esperé a que saliera la serie, para ver cómo sigo. Mi vida es una constante improvisación. Pero desde ya, más allá de que la música va ocupar siempre un lugar importante en mi vida, ahora tengo ganas de actuar”.
Datos
La cocina de una serie exitosa
* El rodaje de El amor después del amor duró siete meses, desde enero a julio de 2022, y se filmó en diferentes locaciones de Buenos Aires y en Santa Marta, en Colombia, donde se recrearon las escenas de Río de Janeiro, La Habana y Punta del Este.
* La recreación de la casa de los Páez en Rosario se llevó a cabo en un set que fue reconstruido minuciosamente a partir de imágenes del archivo familiar que el mismo Fito aportó.
* Para las escenas en exteriores hubo un exhaustivo trabajo de investigación y referencias de las épocas representadas en la serie que van desde fines de los años '70 hasta comienzos de los '90.
* El proceso de casting llevó 10 meses, pero a cuatro semanas de iniciar el rodaje el equipo aún no se decidía por quién interpretaría a Fabiana Cantilo. Micaela Riera, quien había hecho un casting online y no había sido preseleccionada en esa instancia, no se dio por vencida. Pidió una prueba más y conquistó al equipo con su interpretación de “Cleopatra, la reina del twist” (tema que Fabi cantó con Los Twist).
* La voz de Páez en las canciones de la serie no es la de Iván Hochman, quien lo personifica, sino la de Agustín Britos, a quien la producción encontró haciendo versiones de las canciones del músico.
* La producción musical de la serie estuvo a cargo de Diego Olivero y Carlos Vandera, ambos productores musicales de Fito. Con ellos, el equipo de guion hizo una curaduría de las canciones del rosarino que iban a estar en la serie.
* La recreación de los diferentes shows de Fito Páez contó con la asesoría autorizada y especializada de Alejandro Avalis, jefe técnico del músico rosarino durante 40 años.