Siete asesinatos en un día, en una sola área metropolitana, como sucedió entre el miércoles y el jueves en Rosario, reencendieron el clamor ciudadano de protección estatal ante la violencia urbana y pusieron en tensión la relación de la Casa Gris con la Policía de la Provincia de Santa Fe. El ministro de Gestión Pública, Marcos Corach, reveló ayer el grueso de la reunión urgente a la que él y su par de Seguridad, Claudio Brilloni, convocaron el jueves a la tarde a los jefes de la Unidad Regional II de Policía. Fue lo que en la calle suele sintetizarse como un apriete de tuercas, un tirón de orejas, por no referir otras partes menos visibles.
La demanda a los jefes policiales fue de "mayor compromiso y respuestas", al cabo de una semana en que la cuenta de homicidios en Rosario pasó de 100 a 108 casos en lo que del año, y con la estridencia de uno de esos, como lo fue el de un cliente en una verdulería de Corrientes al 4800, el miércoles al anochecer.
El asesinato de Mauro Villamil mientras hacía compras en ese comercio de barrio Tiro Suizo, solo fue el clímax de esa escalada. Ayer sepultaron a este hombre, con más expresiones de dolor y bronca por parte de sus allegados, y de sus compañeros taxistas y de la estación de servicio donde también trabajaba.
"Sin dudas, fue la semana más dura –aceptó ayer el ministro Brilloni–. Tuvimos la muerte de una persona que fue a comprar a la verdulería y que producto de circunstancias que aún no pudimos dirimir, porque es una investigación que está en curso, murió por una balacera", asumió por LT8. Además, incluyó entre sus excusas el requerimiento ese miércoles fatal de agentes y patrulleros para formar un corredor sanitario para el rescate de una persona atropellada en un siniestro vial en Puerto Norte.
Menos contemplativo, al menos en público, Corach fue tajante al demostrar el malestar del Ejecutivo para con la fuerza policial. Tras ratificar a Brilloni en su cargo, el ministro político aseguró que a los comisarios les exigió "el máximo compromiso y respuestas", dando por sentado que los resultados en seguridad "claramente no satisfacen, no solo a la población de Rosario, sino tampoco a nosotros, como gobernantes, no nos alcanza lo que estamos haciendo". En ese sentido, exigió a los jefes uniformados "mayor presencia policial, que es lo que más nos demandan". "No quiero escuchar más que la policía no está en la calle ni de la ausencia de los móviles en la calle", se enojó Corach.
Pero los de uniforme les respondieron con la falta de personal policial y de vehículos, sobre todo, además de los pertrechos propios de la función preventiva.
Brilloni, por su parte, admitió ha sido la semana más difícil desde que pasó al frente de la cartera, hace solo tres meses, en reemplazo de Rubén Rimoldi y al cabo también de otra escalada de crímenes de impacto social. Y aunque no le quita el cuerpo a las balas, el ex comandante de Gendarmería ensayó explicaciones que no dejan bien parado ni a la gestión Lifschitz ni tampoco al gobierno actual en estos tres años.
"Hubo yerros de la gestión política" que llevaron al descalabro actual de la fuerza, dijo al ensayar una defensa de la institución, no obstante.
"Tenemos que trabajar con los recursos que tenemos, que no son los que uno quisiera porque hace décadas que se desatendió el estado de las comisarías y no se pudo comprar patrulleros con el ritmo que se necesitaba. En el medio tuvimos dos años de pandemia en los cuales no se compró un solo móvil. Recién ahora estamos haciendo las adquisiciones de tecnología para trabajar en Seguridad", descargó el ministro al enfrentar a la prensa y a la presión social que causó una seguidilla cruenta de violencia urbana desde el fin de semana pasado.
El funcionario quiso equilibrar la balanza con datos de contexto. "Pero también es una semana de enseñanzas y de poner sobre la mesa cuáles son las fortalezas y debilidades que tenemos para aprovechar el capital que tenemos. El día que asesinaron a Villamil, entre las 18 y las 20 horas tuvimos 439 llamadas al 911 por distinta índole en Rosario y alrededores. De esas 439 llamadas fueron atendidas en forma simultánea 140, enviando patrulleros. A veces por una misma incidencia hay varias llamadas y puede haber diferencias entre la cantidad de llamadas que se hacen y las que realmente se atienden enviando patrulleros", expuso.
Entre otros datos, indicó que en lo que va del año, la policía lleva incautada 300 armas de fuego y 1070 detenciones en flagrancia. "No tenemos los recursos que quisiéramos tener. Hubo fallas durante décadas en educación, cultura, deporte, en la falta de trabajo coordinado de las áreas del estado que llevaron a esta situación”. Y sumó: “Necesitamos más recursos humanos, logísticos, capacitación. Pero como dijo el gobernador, no podemos tener un policía capacitado y entrenado de un día para otro. Se necesita un tiempo. No es hora de lamentos. Es hora de trabajar, no sólo con esfuerzo sino también con inteligencia, hay que poner mucha cabeza para revertir esto".