La colecta se hizo hace unos días, en un local en Key Biscayne, entre aguas claras y el clima amable de La Florida. Un grupo de empresarios latinos en Miami, los mismos que militaron a Mauricio Macri en 2015, le armaron una reunión de recaudación de fondos a Patricia Bullrich. Pero “la Piba”, que empezó semanas atrás a cerrar filas con los republicanos de la zona y con el antichavismo venezolano para abonar su figura dura de cara a las PASO, parece haber comenzado a ser un fenómeno un poco menos atractivo que antaño. La pasada de gorra -que instrumentó el empresario Alfredo Pulenta, dueño del Hotel Marriot de la avenida Brickell, con colaboración de Norberto Spángaro, un amigo personal de Macri- terminó en fracaso. “Fueron 10 empresarios, no más, poca plata”, cuentan los armadores.
El vacío de apoyos económicos a Bullrich en el exterior -que tiende a ir en la misma línea a nivel local-puede parecer un dato anecdótico, pero está directamente relacionado con un debate o crisis de fondo que atraviesa Juntos por el Cambio: si es conveniente o no, en esta coyuntura, alimentar posiciones ultra para lograr soluciones económicas y políticas. Y, en consecuencia, para dónde se mueven los dineros de campaña, si en financiar perfiles negociadores o hacia aquellas posturas que fomentan el plan dinamita. En síntesis, si el revisitado plan "sangre, sudor y lágrimas" en el que todos en Juntos coinciden, tiene hoy posibilidades de éxito sin espalda política y centrismo, algo que ninguno de los candidatos de la oposición parece tener, sobre todo por las propias peleas y diferencias internas. Esta semana, eso se vio más claramente expresado en la reunión de economistas de Juntos por el Cambio con candidatos o pre candidatos. “Era una reunión técnica que terminó en una foto política que salió mal”, contó a Página I12 uno de los asistentes, que marcó el faltazo de Bullrich en la postal del hotel porteño. Tampoco fue Macri.
Se reunieron allí los economistas Luciano Laspina (Bullrich), Hernán Lacunza (economista de Horacio Rodríguez Larreta), por Zoom Eduardo Levy Yeyati, del radicalismo, y dos invitados técnicos no alineados: Marina Dal Poggeto, una de las economistas más respetadas y escuchadas por el mercado y Martín Rapetti, quien trabaja con el ex Anses Diego Bossio y encabeza la consultora Equilibra. Ambos fueron por pedido de Facundo Manes, con quien colaboran hace algún tiempo, y también supieron coincidir ambos en no tan lejanas reuniones con el actual ministro de Economía, Sergio Massa. En ese convite de Juntos, el lunes pasado, se elaboró un documento técnico en el que se acordaron puntos generales, a modo eslóganes de campaña, pero hubo en realidad un fuerte debate sobre las características de un posible plan de estabilización. “Todos creen que hay que hacerlo, pero ninguno sabe cómo”, se sinceró otro de los presentes.
Los economistas más vinculados al gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, plantearon que la corrección fiscal debe incluir un debate de suba de retenciones, además de la baja del gasto público, un punto urticante para la línea macrista. También hubo otros, del larretismo y radicalismo, que plantearon que no es necesaria ni urgente una reforma laboral e impositiva. “No hay nadie en una empresa que hoy te pida eso”, admiten, y agregan que Argentina “ha crecido y ha caído con estas mismas normas laborales”. Es lo que también les dijo Larreta a los dirigentes de la mesa chica de la CGT en una reunión reciente. Bullrich plantea lo opuesto y asegura que con los gremios no se puede construir nada. Tal es el berenjenal de la discusión económica que cada vez queda más expuesta la diferencia de los diálogos internos con las expresiones públicas.
La devaluación y los dineros de campaña
El comunicado de las Fundaciones de Juntos coincidió en una “corrección de precios relativos”, en pocas palabras, una devaluación. La conclusión la empujó el macrismo, que está corrido con claridad por el libertario Javier Milei. Muy pocos en esa reunión -sobre todo los cuadros técnicos- advirtieron que eso requiere “ver quién gana, para ver qué aval político tiene, y cómo se hace”. “Bueno, eso nadie lo sabe”, le respondió un pre candidato a uno de esos economistas que le intentó poner racionalidad técnica a lo que, admitieron, sería un documento de campaña.
En la oposición, la mayoría cree que Massa tiene un rol central en el armado del oficialismo, un proceso que hoy comanda Cristina Kirchner, el eje de las chances del peronismo. Y ya son pocos los que aún sostienen que el ministro “nos hará la tarea de la corrección cambiaria”. Es más, se espera que este martes por la tarde, en un evento en la cámara de empresas estadounidenses AMCHAM, Massa juegue más fuerte que lo habitual. En ese mitin hablará, también, el presidente Alberto Fernández. Por todas esas cosas que deberán analizar si hacer o no el próximo presidente o presidenta, se incrementan las tensiones entre los principales competidores al sillón de Rivadavia en la interna de Juntos. La referencia es para Larreta y Bullrich.
Todos los dineros que está recibiendo o intentando recibir Bullrich son todavía gestión directa de Macri, al igual que todo su armado político. El ex presidente habló con empresarios en Punta del Este, en Estados Unidos y a nivel local tiene alfiles dispuestos de manera estratégica para que hacer lo imposible para que Patricia llegue competitiva a la interna. Con las gestiones en Estados Unidos hay un problema, no saben cómo traer la plata, por poca o mucha que sea, y Patricia pegó el faltazo a varios eventos recientes de financiamiento que se hicieron en Miami. En el Norte, la ley americana regula la recaudación política. Hay dos modelos para hacerlo: el pack, los comités de acción política, en los cuales los políticos reciben donaciones de entre 2000 y 2500 dólares. Y están los súper packs, que mueven dineros ilimitados y van a campañas puntuales. Si bien Patricia ha mostrado gestos de desprolijidad en la captación de fondos -como los almuerzos con cubierto de 500 mil pesos cash que aún hace en el Hotel Palladio, donde reúne a empresarios- en Estados Unidos el manejo no es tan sencillo.
Los gestores y la movida de Larreta
Aunque algunos le venden lo contrario, Larreta ya detectó que Macri está inclinado a bancar a los ultras para un plan de ajuste radical y a todo o nada, algo que el líder PRO le hizo saber, también, a la ex pre candidata presidencial María Eugenia Vidal, en términos despiadados. No es que Larreta no quiera el ajuste, pero piensa que sin un back político la situación hipotética podría ser una catástrofe en cuestión de meses. Así las cosas, el alcalde prefiere negociar con referentes en las provincias para que trabajen con él, apuesta por la vía política para socavar la campaña económica de Patricia.
Pero Bullrich no se rinde y aún mantiene números muy importantes en intención de voto. Un dato: fue el propio Macri el que le pidió a Federico Angelini, quien reemplazó a Bullrich en la presidencia del PRO, que llame a empresas y reclame apoyos económicos para Patricia. También Angelini milita a Bullrich en Santa Fe, donde Larreta pierde terreno en una alianza solitaria con Carolina Losada, que no es del PRO. El otro muy activo para conseguirle fondos al plan de ajuste más extremo es el ex presidente del Banco Santander, Enrique Cristofani, que también hace un "pongui-pongui" con el ceo que se cruce. Fue uno de los dos banqueros, junto con el ex titular del HSBC, Gabriel Martino, que supieron hablarle a Macri al oído cuando era presidente. Hoy Cristofani le lleva fondos a Bullrich y Martino está en la vereda opuesta, la de construirle poder a Larreta.
En este contexto, Patricia repite como un mantra, ante empresarios, que será “halcón hasta las PASO y luego irá al centro”, porque sabe que un ajustazo inicial, de ganar la oposición, llevaría al caos que quiere Milei. Tiene allí tres problemas: el primero, el votante medio la ve muy cerca del libertario como ponerle un freno post paso a la locura sin perder votos; el segundo, Macri no quiere halcones transformados en paloma porque no sólo le hace de recaudador a Patricia, sino que le armó todo su equipo económico y sigue siendo el agitador imprescindible del espacio. Hasta convenció a Laspina, a quien en su gobierno le negó un ministerio y lo relegó al Congreso, para que esta vez juegue a fondo y (con?) chances de puestos mayores. El tercer problema, en tanto, es que que Milei parece ser hábil para captar fondos con charlas y asesoramientos en dólares. De hecho, los que conocen a ambos, cuentan que ese vínculo de apoyo y dinero que le apuntan con Eduardo Eurnekian, líder de Corporación América y ex empleador de Milei, es "menos intenso de lo que se cree".
Los que aún sostienen que no está claro a quién bancará Macri son pocos, pero juegan: cuentan que el jueves hubo una reunión entre Mauricio y Emilio Monzó, uno de los armadores bonaerenses de Bullrich, en la cual el líder PRO habría deslizado que quizás intervenga de manera "más neutral de lo que muchos esperan"en la disputa Larreta-Bullrich. En el fondo, todo este escenario de conflicto se resume en una pelea por un modelo de ajuste y casi segura recesión que, incluso ante un gobierno actual con serias dificultades operativas y aún sin candidato, la oposición no logra capitalizar ni acordar en el cómo.