Desde Córdoba
La presentación de Juan Schiaretti como precandidato presidencial por un espacio “antigrieta” no tomó por sorpresa a nadie. Más bien fue la confirmación de un movimiento que comenzó a gestarse a mediados del año pasado con visitas y fotos cada vez más frecuentes en determinadas usinas de pensamiento nacional. El lanzamiento estuvo antecedido por no pocos problemas internos relacionados con la administración en Córdoba que obligaron, en un giro lampedusiano, a eyectar a los ministros de Seguridad y Salud. Karma del destino, ya que el perfil con el que el “Gringo” sale a jugar a la arena nacional busca explotar sus dotes como gestor. Pasadas las turbulencias, se nacionalizan varios interrogantes respecto de la carnadura y vigor de la candidatura del último patriarca del justicialismo cordobés.
Octógonos negros
Con cautela obligada, tal como ocurre desde hace años, los primeros sondeos muestran que el espacio que tendrá a Schiaretti y a Juan Manuel Urtubey como competidores internos superará las primarias sin inconvenientes. Antes del lanzamiento, un trabajo de alcance nacional de la consultora Zuban-Córdoba señala que el cordobés tiene un 3,5% de votos en todos los escenarios de PASO. En la elección general ese número subiría a un 5%.
Se trata de un análisis que desde el búnker del gobernador cordobés se venía anticipando: en un escenario de tres tercios ese puñado de votos lo convierte en un jugador decisivo en las nacionales, pero también en las legislativas. El link lleva al Congreso, donde senadores y diputados federales se dejan querer a la hora de las votaciones.
Otra lectura muestra que la aventura nacional del cordobés no tiene por ahora el anclaje prometido en los gobernadores. Más allá de la presencia lógica de Urtubey, el espacio sólo tiene anotado a Alberto Rodríguez Saá. Completan el álbum nombres más testimoniales como los diputados federales Florencio Randazzo y Mónica Fein, además de Diego Bossio. Atrás en el tiempo queda la (desteñida) figura de Facundo Manes. El razonamiento que llega desde el Panal es que las elecciones provinciales terminarán de acomodar el panorama y a partir de ahí Schiaretti empezará a desfilar cual sherpa en el Himalaya para guiar a los lastimados.
Vale recordar que la Región Centro, que Córdoba integra junto a Santa Fe y Entre Ríos, es el think thank sobre el cual se sostienen las aspiraciones nacionales del mandatario mediterráneo. Pero en la actualidad tanto Omar Perotti como Gustavo Bordet están ordenando la tropa interna con miras a los comicios locales. Otro tanto ocurre con Sergio Uñac, quien la semana próxima buscará su tercer mandato en San Juan y que alguna vez fue apuntado para sumarse al grupo.
Un centro que defina
Esa apuesta por buscar voluntades que no estén en los extremos sería el campo de juego ideal para Schiaretti. “La grieta política como tal ha perdido fuerza y es reemplazada por otros dos polos que tienen que ver con posiciones radicalizadas que se van haciendo de núcleo duro de votantes y después crecen”, indica Luis Dall Aglio, de la consultora Delfos, a Página/12. “Vemos que hay un espacio más moderado que se sostiene que en experiencias de gestión concretas, es un espacio interesante en el que se puede crecer”, sostiene el consultor.
Con Sergio Massa o Cristina Fernández como candidatos, la moderación de Schiaretti sería factor clave para rasparle más o menos votos al Frente de Todos. Por decantación, el gran beneficiado es Juntos por el Cambio y principalmente Horacio Rodríguez Larreta. No obstante, se trata de un límite muy fino, ya que Javier Milei puede recoger los frutos de los votos que el cordobés pueda quitarles a ambos.
Según Delfos, en Córdoba, la figura del libertario cosecha el 21% de las preferencias, con crecimiento del 8,3% en los últimos meses, superando al propio Schiaretti en la capital.
Al igual que en el resto del país, la figura del economista petardista no encuentra correlato en los demás cargos ejecutivos. A punto tal que los libertarios presentan dos listas para la gobernación. Ninguna de ellas supera el 10%.
Cordobesismo al palo
En el pago chico, Hacemos Unidos por Córdoba encarna la triple campaña que tendrá la provincia en los meses que se vienen: presidencial, gobernación y municipal. El “nuevo frente” oficialista primereó a Juntos y presentó sus listas con extrapartidarios birlados a la oposición. Para la gobernación, Martín Llaryora irá con la radical Myrian Prunotto, quien encabezó parte de un éxodo de dirigentes disgustados con la UCR y la coalición. La bomba fue la designación de Javier Pretto como acompañante de Daniel Passerini en la fórmula para el Palacio Municipal 6 de Julio. Es que Pretto fungía, hasta el viernes, como presidente del PRO provincial. De orígenes en la UCD, Pretto fue legislador provincial por Hacemos por Córdoba y luego diputado nacional por Juntos. Además, cuenta con una gran cercanía con Horacio Rodríguez Larreta.
Estas designaciones, en especial la última, dan a entender la existencia “gran entendimiento” entre Mauricio Macri y Juan Schiaretti, que tuvo correlato en la reunión de diciembre del año pasado entre el expresidente y Llaryora, desatando la furia de Luis Juez. En medio de todo, Juntos definió sobre el filo del plazo estipulado, al acompañante del senador: será el diputado radical Marcos Carasso, alineado con Mario Negri. Con reclamos de la UCR y broncas internas tras la decisión del diputado Rodrigo de Loredo de ir por la intendencia, desde el búnker cambiemita buscaban contrarrestar los efectos de una campaña que, desde lo simbólico, tiene a Hacemos Unidos por Córdoba como el que pegó primero.