En Florencio Varela, el mundo del fútbol presenció un momento particularmente emotivo y que rápidamente se viralizó en las redes. Gastón Togni, jugador de Defensa y Justicia, metió un gol soñado y lo festejó abrazado a un grupo de bomberos que se encontraba dentro del campo de juego. BuenosAires/12 dialogó con ellos y encontró tres historias de pasión ligadas a los colores verde y amarillo y que, por unos minutos, sobrepasaron los uniformes.
Defensa y Justicia, más conocido como “El Halcón”, recibió el jueves pasado en el estadio Norberto “Tito” Tomaghello a Peñarol de Uruguay, por la tercera fecha de la Copa Conmebol Sudamericana. En un duelo clave por la búsqueda de la clasificación hacia la siguiente fase, el equipo de Florencio Varela supo doblegar al “carbonero” a lo largo del partido. Faltando diez minutos y con el resultado 3-1 favorable para el local, el mediocampista Gastón Togni clavó un zurdazo furibundo desde afuera del área para liquidar el encuentro.
En el delirio del festejo, tras sacarse la camiseta y tirarle un par de piñas al banderín del córner, Togni siguió su recorrido y se abrazó con tres bomberos del Cuartel de Florencio Varela. Justo en el día internacional del Bombero, Lucas Méndez, Luis Luna y Sergio Núñez levantaron los puños, sonrieron y se fundieron en un abrazo con el jugador de Defensa y Justicia. ¿La particularidad? Los tres son hinchas del Halcón y lo siguen desde chicos a todos lados.
Luna, el bombero del medio en la foto, tiene 52 años y hace 21 que brinda su servicio. Si bien nació en Quilmes, siempre vivió en el barrio Estanislao Zeballos, uno de los más longevos de Florencio Varela, a veinte cuadras de la cancha. De día, cuando no está en el cuartel, atiende un pequeño comercio.
“En el gol, lo que menos esperé es que le pegué de ahí. Fue un golazo”, dice Luna, quien lo festejó con los puños apretados y apuntando hacia abajo. “Yo voy a ese córner porque me permite observar todo. Cuando Togni se sacó la camiseta y le pegó al banderín, me vio a mi festejando y vino a abrazarse. Fue una alegría tremenda, debo ser la envidia de varios hinchas. Para mí, que siempre fui socio, ingresar al campo de juego y gritar los goles con los jugadores es un privilegio, estoy hecho”, relata.
“Me sale el hincha de adentro y es más fuerte que yo, es algo que no pasa todos los días. En el momento me quedé pensando en que podría traerme alguna complicación, pero mis compañeros me dijeron ‘no Luis, él te vino a abrazar a vos’” cuenta Luna, quien asegura que ya le han llamado la atención por festejar. “Ya me han retado, me han dicho que no pasemos las líneas, que no nos metamos. La Conmebol te pone restricciones y hay que tener un poco más de reparo, Defensa y Justicia está en primera, juega Copa y hay que aggiornarse a los momentos que vive la institución”, reflexiona Luna.
Según cuenta, hace quince años que entra al campo de juego como bombero. “Yo estoy en la cancha desde que estábamos en el ascenso. Pero más allá de eso, soy hincha del club desde hace 35 años. Lo quiero y lo siento mucho al club, Defensa y Justicia es Varela. Nosotros éramos un club muy chico, desde ahí empezó mi locura de seguirlo con la barra de mis amigos. Eran otras épocas, podíamos ir a todos lados. Conocí casi todas las canchas del ascenso”. Esto significa que el estadio todavía se llamaba General San Martín, las calles aledañas eran de tierra y las tribunas de madera cuando Luna arrancó. El equipo pasó de la D a la B Nacional en ocho años, tras afiliarse a AFA en 1978.
Méndez, a la izquierda en la foto, tiene 40 años y nació en el Hospital Boccuzzi, en el centro de Florencio Varela. Es bombero desde hace cuatro años y el del jueves fue su quinto partido en una cancha que conoce bien porque desde los ocho hasta los dieciséis jugó en las inferiores de Defensa y Justicia. “Me sentí re identificado con ese abrazo. Sé que Togni tuvo muchos días de correr, de pasar frío, y de tomar el colectivo para ir a entrenar. Eso lo sentí en el abrazo, mientras él gritaba el gol. Es una mezcla de emociones, porque se me vienen los recuerdos y las alegrías”, detalla.
“De chico, dejé de jugar por un problema en la rodilla que me obligó a retirarme. Eran épocas complicadas, fue el momento donde comenzó a levantar el club. En el arco donde Togni hizo el gol, yo alguno que otro hice”, dice entre risas. En sus tiempos libres, Lucas atiene un negocio en El Cruce de Varela.
“Defensa y Justicia me representa. Me tiran los colores, el barrio, y eso lo más lindo que hay. Cuando entramos a la cancha con el camión de los bomberos, en un recorrido de seis cuadras, reconocí por lo menos a veinticinco personas. Es gente del barrio, del colegio, familias con chicos que uno ve todos los días. Cuando voy a trabajar, hay chicos a las 7 de la mañana con la ropa del club preparados para entrenar. Esa disciplina, que la viví, a lo largo de los años me sirvió mucho. Levantarme temprano y disfrutar con amigos del barrio, con los mismos salíamos a bailar los fines de semana”, cuenta.
Núñez es el tercer bombero, quien tardó unos segundos más en abrazar a Togni. “Uno tiene que mantener la postura, más que nada porque hay cámaras. Pero no aguanté y me sumé al festejo” explica. Nació hace 35 años en Comodoro Rivadavia, Chubut, y a los tres ya vivía en Florencio Varela. Además de desempeñarse en el cuartel, es agente de la Policía de la Ciudad.
“Fue muy lindo el momento del abrazo, no lo esperaba. Generalmente estamos en ese córner, Togni encaró para ahí y nos abrazó. Intentamos mantener la postura, por el hecho de estar uniformados, pero no nos aguantamos y tuvimos que festejar. Desde que tengo uso de razón mi papá me llevaba a ver a Defensa y Justicia. Sea como sea, siempre fui. Solo, acompañado, con mi hijo, o con los compañeros del cuartel, pero siempre al lado del Halcón”, señala.
En un encuentro de fútbol, en la previa, el durante y el pospartido, los bomberos desempeñan diversas tareas dentro del Estadio. El cuartel de Florencio Varela, compuesto por un centenar de personas, tiene un arreglo con Defensa y Justicia por el cual el club contrata cuatro miembros que se encargan de cubrir el servicio básico y requerido para un evento deportivo. El resto de los presentes lo hacen a voluntad. Uno de ellos es Núñez. "Como soy hincha voy por mi cuenta, a mí no me pagan", destaca.
Los que acuden a la cancha están encargados de supervisar la parte automotor del estadio. “Nos encargamos del estacionamiento, desde la llegada de los micros de los dos planteles hasta que se van”, explica Luna, el más experimentado de los tres. Luego, se encargan de supervisar que los matafuegos estén en condiciones. Una vez en el campo de juego, revisan las inmediaciones. “Tratamos de decirle a la gente de buena manera que no haga lío, que no se cuelgue. Si alguno se cae, asistimos al instante. El protocolo que llevamos adelante es básico, si llega a haber alguna incontingencia, participamos. Una vez comenzado el partido, es mirar que no pase nada”, destaca Luna.
“La tarea de un bombero es prevenir y extraer de manera veloz a alguna víctima de cualquier incidente que surja y que supera al SAME. La última situación que vivimos acá fue un muchacho que se cayó de la tribuna y se quebró los brazos", cuenta Méndez.
Núñez señala: “Una vez se cortó una bandera, uno de los tirantes y se cayeron más de diez personas. Atendemos desmayados, algún que otro cortocircuito, incidentes, y respondemos a los pequeños incendios. La gente de Peñarol, por ejemplo, antes de irse prendió fuego basura y maderas debajo de la tribuna, y ahí estuvimos para resolver. También nos ha pasado de tener que asistir a la gente que se queda enganchada en los alambres de púa”.
Defensa y Justicia atraviesa sin lugar a dudas el mejor momento de su historia. Desde su ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino, el Halcón fue dos veces subcampeón -’18/’19 y 2021- y obtuvo dos títulos internacionales: la Copa Sudamericana 2020 y la Recopa Sudamericana en 2021. El conjunto que supo atravesar todas las categorías del país ganó el título más grande del que pueda jactarse una institución: representar a un pueblo. Florencio Varela, uno de los 135 municipios bonaerenses, vuelca en los colores verde y amarillo una identidad basada en el esfuerzo, el sacrificio, la gloria y la humildad. Los bomberos y el futbolista sintetizaron todo esto en un abrazo de gol.