Los economistas de la alianza macrista-radical, sin excepción, promueven una brusca devaluación. Si no pueden forzarla ahora con intervenciones desestabilizadoras, aseguran que será una de las primeras medidas de un eventual gobierno de Juntos por el Cambio. El líder de ultraderecha Javier Milei postula la dolarización, que implica la supresión de la moneda nacional pero no sin antes provocar una megadevaluación ya sea con una relación de conversión extrema o una no tan brutal.
Unos y otros, en realidad, están anunciando un asalto demoledor sobre el ingreso de la mayoría de la población, de por sí bastante castigado en su poder adquisitivo por una inflación muy elevada desde hace casi ocho años.
La propuesta de la derecha y de la ultra consiste entonces en un impresionante shock inflacionario con la promesa de bajar de esta forma la inflación. Este sería el sufrimiento que debería padecer la sociedad para ingresar en un supuesto período de prosperidad. Pocas veces la vocación política de emprender un engaño y castigo colectivo ha sido tan directa.
El poder mundial está cambiando y la derecha argentina no se da por enterada
Es un recorrido que por lo menos debería ser interpelado por sus futuras víctimas, que incluye además de trabajadores y jubilados a la clase media, pymes y comerciantes. No sólo es una trampa discursiva y la instrumentación de una política profundamente regresiva, sino que exhibe entre sus promotores una notable ignorancia de la etapa actual del ciclo del capitalismo global. Y si no es ignorancia, se trata de una acción deliberada para generar un caos sociolaboral con el exclusivo objetivo de beneficiar a unos pocos.
Ya sea con una brusca devaluación que agudizará los rasgos bimonetario o directamente eliminando la moneda nacional con la dolarización, la economía ingresaría en una etapa oscura y, por lo tanto, también la situación social y la convivencia democrática que hoy ya está suficientemente castigada.
Cualquiera de estos dos senderos intensificará la atadura de la economía local al dólar o directamente la subordinará a una moneda que está perdiendo su lugar dominante en el escenario internacional. Está retrocediendo no sólo como reservas acumuladas de países, sino también como moneda de pago del comercio internacional.
Esto no significa que Estados Unidos dejará de ser una potencia mundial ni que el dólar pasará a ser una moneda marginal. Lo cierto es que las puertas que se han abierto en la distribución del poder mundial, más allá de vulgares análisis de representantes de la derecha local, son las de una transformación que está poniendo en cuestionamiento la hegemonía unilateral de una potencia global. No es un acontecimiento insignificante al momento de diseñar la política económica, en especial el capítulo referido a la cuestión monetaria y cambiaria.
Una observación histórica de la década del '30 del siglo pasado resulta ilustrativa para entender el posicionamiento actual de la derecha y la reiteración del desvarío: con las diferencias que existen entre ambos momentos, el presente se asemeja a la desorientada elección de la oligarquía y de los sectores dominantes con su representación política apostando al imperio en decadencia (Inglaterra), por ejemplo con el Pacto Roca-Runciman de 1933, en lugar de estrechar vínculos con la potencia emergente (Estados Unidos).
La forma de generar confusión hoy acerca de la comprensión de lo que está pasando en la economía mundial es pretender cancelar el debate diciendo que lo que necesita Argentina es un programa de capitalismo occidental con reglas claras que respete la propiedad privada. Este postulado no tiene un anclaje consistente con el presente, adultera cuál es el objetivo de un proyecto de desarrollo nacional e interviene en la discusión pública como si nada hubiera cambiado en el mundo económico y geopolítico en los últimos 20 años y, para peor, que nada cambiará para adelante.
El dólar pierde participación en las reservas de divisas de las bancas centrales
Uno de los cambios estructurales que se está registrando es el retroceso persistente del dólar como moneda dominante de aceptación universal para reserva de valor y para unidad de cuenta y pago del comercio internacional.
Este proceso que se presenta ineludible por la pérdida relativa de dinamismo de la economía de Estados Unidos en relación a la potencia emergente del siglo XXI (China) no es una interpretación marginal, sino que está siendo incorporada con reflexión y estudio por economistas y organismos internacionales que no pueden ser ubicados en el cuadrante político de la izquierda.
Los economistas del FMI Serkan Arslanalp, Barry Eichengreen y Chima Simpson-Bell escribieron "El predominio del dólar y el ascenso de las monedas de reserva no tradicionales". Apuntan que el dólar ha desempeñado durante mucho tiempo un papel destacado en los mercados mundiales y que sigue siendo así, aunque la economía estadounidense ha representado una proporción cada vez menor del producto mundial durante las últimas dos décadas. Son los años en que China pasó a ocupar un lugar cada vez más relevante en la economía mundial.
Destacan que el dólar continúa teniendo una presencia muy importante en el comercio mundial y en la emisión de deuda internacional, aunque las bancas centrales de los países ya no están manteniendo sus reservas en dólares en la proporción de años pasados.
El yuan, la moneda de China, va ganando espacio
Las reservas mundiales en divisas con dólares retrocedieron del 72 por ciento de 1999 al 59 por ciento en el último trimestre del año pasado, prolongado descenso que dura dos décadas, según los datos publicados por el FMI sobre la composición de las reservas oficiales de divisas (COFER, por sus siglas en inglés).
En este mismo período creció de casi cero al 10 por ciento la acumulación de otras monedas en las reservas de las bancas centrales. Entre ellas se destaca el yuan (la moneda de China), además del franco suizo y los dólares australiano y canadiense.
El informe del FMI explica que el menor papel del dólar no ha venido acompañado de aumentos en las proporciones de las otras monedas de reserva tradicionales: el euro, el yen y la libra esterlina.
Se ha observado, en cambio, aumento de la proporción de reservas en yuanes (renminbis), al representar esta moneda una cuarta parte de la disminución de las reservas en dólares en los últimos años, y no fue más debido a que la cuenta de capital de China ha estado relativamente cerrada.
La actualización de los datos mencionados en el documento del FMI muestra que, a finales del año pasado, un solo país (Rusia) mantenía casi una tercera parte de sus reservas mundiales en yuanes.
Dos elementos que explican el proceso de desdolarización
Otra referencia de los movimientos que se están registrando en la distribución del poder mundial la ofreció Christine Lagarde, que no puede ser identificada con ideas de izquierda o de ser antioccidental. Titular del FMI cuando se entregó el crédito descabellado de 57.000 millones de dólares, de los cuales se desembolsaron 44.500, al gobierno de Mauricio Macri y hoy presidenta del Banco Central Europeo, mencionó que algunos países podrían disminuir su dependencia del dólar y el euro.
Durante el evento del Consejo de Relaciones Exteriores en Nueva York hizo referencia a "una evidencia anecdótica" de un aumento en el uso del yuan chino o la rupia india en el comercio transfronterizo, así como también un mayor almacenamiento de oro como activo de reserva de valor.
"Hasta ahora, los datos no muestran cambios sustanciales en el uso de las monedas internacionales”, asegura Lagarde, "pero sí sugieren que el estatus de moneda internacional (del dólar y en menor medida del euro) ya no debería darse por sentado”.
Muchos países están explorando mecanismos de financiamiento para comerciar sin la intervención del dólar como medio de pago. La idea de compartir la hegemonía y, en algunas zonas, directamente desdolarizar no es algo nuevo, sino que está en debate desde hace algunos años, y ahora ha adquirido mayor intensidad por dos factores:
1. La guerra Ucrania (OTAN)-Rusia. Las sanciones económicas aplicadas por Estados Unidos y países europeos derivaron en una obligada desdolarización y de menor utilización del euro en el intercambio comercial de Rusia con otros países. Por caso, en la venta de petróleo ruso en el mercado mundial. Las sanciones económicas que aplica Estados Unidos a diferentes países han acelerado el retroceso del dólar en el comercio internacional, lo que se convierte en un bumerán puesto que así pierde capacidad de castigo económico en próximos conflictos con países.
2. El avance de China como potencia global y como tal pretende que su moneda tenga mayor circulación a nivel internacional. En 2016, el FMI incluyó el yuan en su cesta de DEG (la unidad de cuenta del Fondo) como quinta moneda, uniéndose al dólar, euro, yen y libra esterlina. En los últimos años suscribió varios swaps de monedas con países, entre ellos Argentina. El mes pasado, acordó con Brasil liquidar en sus propias monedas el intercambio comercial que el año pasado alcanzó el record de 171.500 millones de dólares.
China y Rusia también firmaron un acuerdo que abandona el dólar para utilizar el yuan como la moneda principal para el intercambio comercial. A partir de este evento, otros países de distintos continentes impulsaron esquemas de desdolarización de sus respectivos comercio exterior.
En ese sentido, el grupo de economías reunido en los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) anunciaron a fines de marzo pasado la creación de una estructura financiera alternativa que incluye una nueva moneda de reserva.
Un nuevo orden económico global
Estos movimientos se dan en un contexto global donde la participación de Estados Unidos en la producción mundial ha caído del 32 por ciento en 1980 al 24 por ciento en 2020, y en el comercio mundial retrocedió del 14 al 11 por ciento.
En la actualidad son múltiples los eventos que están poniendo en controversia al dólar como moneda-rey de la economía mundial. El reinado continuará por un tiempo pero existe cierto consenso de que se está debilitando en forma progresiva.
El dólar sigue y seguirá siendo importante en la economía internacional mientras los mercados de capitales de Estados Unidos faciliten la absorción del ahorro de los países emergentes y desarrollados. Esto implica que el exceso de ahorro internacional continúe siendo reciclado en activos de Estados Unidos.
Con mayor o menor velocidad en estos años de las dos primeras décadas del nuevo siglo se está produciendo el desarrollo de un nuevo orden monetario mundial que no esta sostenido únicamente en el dólar. Como se mencionó en estas páginas, si se concretara el verso de Javier Milei de dolarización de la economía argentina no sólo tendría consecuencias dramáticas en forma inmediata, sino que también sería un terrible error histórico porque sería subirla a un tren que está en pendiente descendente.